Ya es tiempo de que pase algo
Francisco Rodríguez miércoles 30, Ago 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Tal parece que a los mexicanos nos gusta la mala vida, el recio manejo de los explotadores de todo color y condición. Después de tres siglos de saqueo colonial, de una absurda expoliación de riquezas del subsuelo, de la división en castas para mejor proveer, de las reformas borbónicas que agudizaron el proceso de sumisión incondicional, en México no pasa nada.
Después de una ardua y ensangrentada lucha independentista que arrojó un país desclasado y absolutamente dependiente a los caprichos de las hegemonías, de una Guerra de Reforma que puso al país frente a su propio espejo, de una Revolución sangrienta como la peor, de cuartelazos, golpes de Estado, traiciones de las castas dirigentes, entrega absurda de las riquezas de una geografía ubérrima, no hemos aprendido nada en absoluto.
Tal parece que somos los mismos, o al menos así lo quiere ver una visión ventajosa y comprometida que obedece a caprichos financieros del extranjero, de una claque de desquiciados ambiciosos, siempre dispuestos a entregarse en brazos de los verdugos, México está obligado a cambiar el rumbo, aunque sea nada más por eso, para cambiar y ya no obedecer y callar. Debe ser oída, por primera vez en la historia moderna del país, la voz de los indefensos, los argumentos de los vulnerables, frente a los que sólo se rinden ante el poder del dinero, y que ya no tienen la cara para que 125 millones de mexicanos empobrecidos los acaten, los obedezcan y se disciplinen ante ellos.
Las condiciones que rigen el desempeño del poder legítimo están dadas para que se imponga la inconformidad social.
No es posible que sigan los mismos en la cúspide del poder, deturpando todos los fundamentos que le dan existencia digna, avergonzando a una colectividad que siempre ha sido dueña de su destino.
Al lado de nuestra historia desfilaron los acontecimientos que cambiaron la faz del mundo, su manera de andar y de pensar, y nosotros seguimos sometidos sin decir esta boca es mía. Un repaso de las convulsiones ocurridas, nos da idea del catatonismo colectivo a que hemos sido sometidos y avasallados.
Mientras en otras latitudes, el enciclopedismo francés decapitaba al rey, situando la soberanía popular por encima del derecho divino y de las leyes de la herencia monárquica, desconociendo a toda ralea de desvalidos cerebrales, déspotas ilustrados y pueriles dictadores, México se sometía a los peores designios.
Mientras la filosofía idealista alemana se encargaba de la capitulación de Dios, sustentada en el último de los enciclopedistas, Guillermo Federico Hegel –quien consideraba a la historia como una construcción autosuficiente e inspiraba la Comuna de París y el radicalismo de las famosas internacionales–, en México sosteníamos a Santa Anna y a la canalla armada de los golpistas.
Mientras se alimentaban las concepciones dialécticas del materialismo histórico, en México estábamos sumidos, por el atraso secular de la Colonia, en el enfrentamiento civil con los poderes económicos y armados de la Iglesia retardataria e inquisidora.
Hemos llegado siempre tarde al banquete de la historia. En gran parte por las ambiciones imperialistas de los vecinos norteños que se han empeñado en acabarse el país, llevados de la mano de entreguistas y descerebrados, que sólo han visto el poder como un medio de enriquecimiento bestial y despiadado.
Mientras la filosofía alemana definía con precisión el carácter determinista de las tragedias griegas aplicadas al entorno social de los pueblos, considerando a las marionetas sociales resignadas al designio de lo dictado, despojado hasta de opciones mínimas hasta para satisfacer necesidades fisiológicas, en México obedecíamos sin chistar.
Los idealistas alemanes criticaban hasta la médula el providencialismo mal entendido, según el cual la omnisciencia divina hacía de la historia un guión teatral ya impreso y con todos los papeles asignados a unos intérpretes que más que actores eran muñecos de Guiñol, donde Dios era el tramoyista, el dramaturgo y el público.
Definieron una historicidad como otra dimensión que decide insoportable resignarse a que la vida sea un proceso mecánico e inevitable o una profecía más esclavizante y pesada que la cadena de un barco naufragado.
Y en México nos hacíamos trizas entre la revolución, la guerra civil y el cuartelazo.
Así nació la alegoría alemana de considerar al pueblo atrapado entre Scila y Caribdis, como la tragedia homérica, donde la opción ya no fuera escoger entre dos senderos igualmente borrascosos igualmente inexactos y destructores. Que la exigencia de una vida política se vinculara a un proyecto de emancipación.
Por más que se esforzaron en señalar que Scila y Caribdis era igual a confundir los reinos de la política y la moral, en México no encontraron eco. Aquí nunca se aceptó que se renovaran las definiciones. Todo el empeño de los gobernantes mexicanos era para separarlas, para confundir absolutamente a la sociedad.
La batalla, después de cinco siglos de una tragedia inacabable, sigue siendo derrotar a la rampante corrupción política de las claques dominantes. Lograr que las normas jurídicas recobren la jerarquía pérdida; que si durante largos períodos se han convertido en mediatizadoras sociales…
… en protectoras del inmovilismo, reasuman su investidura de punta de lanza de las aspiraciones comunitarias. Que transiten de ser simples reguladoras de la realidad estática a cimientos de normas de conducta de convivencia dinámica y progresista, en favor de los explotados de siempre. Ese es el reto de la realidad mexicana, eternamente sojuzgada.
Debe buscarse que la relación entre política y moral trascienda a la arena civil, para que ningún fin de pandilla justifique los medios, pues la consigna fascista «sálvense los objetivos aunque se hunda el mundo», es el caldo de cultivo de la dictadura, el sectarismo y el fanatismo obtuso. La política sin moral degenera siempre en el despotismo de unos cuantos.
Encontrar una moral política que no se encierre en sí misma, que no se amuralle en el santuario de la conciencia individual, que asista a la plaza pública, socialice sus valores y se haga presente en la acción colectiva, que ofrezca una alternativa válida al injusto capitalismo neoliberal y globalizante en favor de monopolios de fuera y de prestanombres de dentro.
Desterrar para siempre las políticas confesionales, la misoginia, la discriminación, la bellaquería ramplona, las supuestas purezas oficinescas de los improvisados e ignorantes, no puede ser tarea exclusiva de iluminados solitarios, empoderados hasta la saciedad, deprimidos y rastreros.
Hasta aquí hemos llegado con todos los experimentos sociales que han sacrificado las aspiraciones populares para formar dinastías de perfumados e irresponsables, humilladores de sí mismos. Llegó el momento de ponerles cotos.
Ojalá la formación de un frente tan amplio que sea incontenible, de la instalación de un gobierno de coalición que contenga las personas con las mejores ofertas, causas y cumplimientos, abra una nueva etapa para el país, tan urgido de sacudirse una modorra burocrática que ya lo tiene hasta el cogote. El voto popular debe ser el contraveneno de esta tragedia secular e insoportable.
Ya es tiempo de que en México pase algo. ¿No cree usted?
Índice Flamígero: El Centro de Estudios Espinosa Yglesias, OXFAM México, el Instituto de Estudios para la Transición Democrática y algunos investigadores del Centro de Investigación y Docencia Económicas, el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la Universidad Nacional Autónoma de México; todos miembros externos del Grupo Técnico Ampliado INEGI-CONEVAL (GTA), que ha trabajado en conjunto desde hace 10 meses, informan sobre sus recomendaciones para mejorar los datos de ingreso en nuestro país: En particular sobre la ENIGH 2016, recién publicada, se precisará un diagnóstico y evaluación de su información similar a lo realizado con el MCS 2015. Mientras esto no suceda, es preferible utilizar ejercicios estadísticos complementarios que mantengan consistencia en las mediciones del ingreso a través del tiempo como es la intención de los ejercicios resultantes modelo estadísticos que se están trabajando con el INEGI para el 2015. La medición del ingreso de los hogares debe insertarse en una agenda a largo plazo, que ayude a garantizar claras mejoras, con base en la planeación, consulta pública y el establecimiento de procedimientos de control y validación. Es necesario revisar los métodos y operativos para captar el ingreso. Esto deberá incluir la incorporación de datos longitudinales y registros administrativos, tales como información fiscal (SAT), salarial (IMSS) y sobre transferencias de programas sociales (Cartilla social). Para esto último, es imperativo crear un padrón único de beneficiarios robusto y fidedigno. Cualquier cambio en los procedimientos de levantamiento de la información del INEGI, así como cualquier modificación metodológica, deben ser sujetos a consulta, anunciados públicamente, y acompañados por esquemas de control y validación tanto internos como externos. + + + De don Alfredo Álvarez Barrón: “La huelga de hambre de Javier Duarte indigna a la sociedad, ‘lo hace ver más cínico todavía’, dicen madres de desaparecidos». Humoroso, El Poeta del Nopal revira:
“Piénselo usted y cavile:
hoy parece franciscano
pero dejó a sus paisanos
¡a dieta de puro chile!”
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