Supremacistas y filo fascistas
Francisco Rodríguez martes 22, Ago 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Si algo han demostrado nuestros expertos locales en ocurrencias nazis y filo fascistas es que han tocado fondo. Los improperios y denuestos contra posiciones de avanzada dan lástima, se inscriben en un terreno de mendacidad propio de orgullos teóricos mal digeridos, absolutamente en contra de reclamos populares.
Replican, en la total ignorancia, textos mal entendidos y quieren aplicar a la realidad mexicana —avasallada por programas y proyectos que ya han causado más de cien millones de pobres y necesitados estructurales— posturas inauditas que han sido desde hace tiempo desechadas por las franjas pensantes de la humanidad.
No es que se desconozca que el impacto de las posiciones filo fascistas en México han prendido en el pasado reciente. La llegada al poder por el sonsonete de la alternancia política de los bárbaros del norte y de los panistas opuestos a la doctrina de la democracia participativa causó un daño que todavía no se expresa a plenitud.
Las actitudes hipócritas de un falso cristianismo impulsadas por Vicente Fox y Marta Sahagún confrontaron a la población en un extremo tal que propiciaron el florecimiento de sectas y facciones religiosas que creíamos habían desaparecido hace mucho tiempo. El Bajío mexicano fue el campo de concentración de todos esos denuestos y ocurrencias.
Las supuestas filantropías de falsos redentores sociales y de altruistas de huarache que demostraron con el tiempo ser una runfla de pederastas, mal nacidos y demagogos que lucraban con los fondos de nuestros impuestos en los territorios que los habían llevado al poder fueron un auténtico insulto a la inteligencia colectiva.
El empoderamiento de clubes de conciencia radical de derecha, prohijado por Felipe Calderón Hinojosa y su consorte en aquél tiempo no dejaron títere con cabeza. El presupuesto social del gobierno se dedicó casi íntegro a financiar sus actividades espirituales y sus cruzadas de mochos desaforados que creían vivir en otros mundos.
Organizaciones y sociedades secretas de la intolerancia y el odio, que no son sino una tangente del miedo hacia lo diverso, del pavor a lo diferente, se ciñeron a una ortodoxia católica que hizo estragos en la formación de la conciencia crítica, quiera o no reconocerse. La semilla de la intolerancia, sembrada a placer por los neopanistas en el poder sigue mostrando frutos aborrecibles y lamentables.
Parecidos a los ñoños neofascistas y pro nazis estadounidenses, los Fox y los Calderón —con toda su cauda de fanáticos derechistas— hicieron temblar los fundamentos de las instituciones de avanzada que este país había tardado siglos en tratar de consolidar. El enfrentamiento con los retrecheros de derecha arrojó resultados funestos y acabó dividiendo al país.
Nunca pudieron acudir a las fuentes originales del actual pensamiento retardatario estadounidense. Sólo repetían, como loros, consignas mal traducidas al castellano, que en ese país fecundaron la base ideológica del odio neo republicano al progreso y la equidad, de la nostalgia por un imperio perdido.
Aunque los regímenes panistas transitaron durante ocho, de sus 12 infames años de duración, paralelos al reinado del desquiciado conservador y belicista George Bush II, jamás pudieron acceder a los orígenes del filo fascismo estadounidense ni del nazismo neo- republicano que tiene a ese país en la cuarta pregunta.
Desde la fortaleza de Annapolis, el centro estratégico anti insurgencia latinoamericana, los libros de Leo Strauss, expulsado de la Alemania nazi por comprender a Nietzche, el padre del supremacismo racial, mejor que ellos, Strauss no sólo produjo las ideas contra cualquier forma de equidad social.
En sus libros El derecho natural y la historia y La ciudad y el hombre, redactados desde ese centro del odio, Leo Strauss incubó las doctrinas radicalmente elitistas y contrarias al espíritu liberal, arguyendo que “sus ideas sólo podían ser expuestas en círculos cerrados, pues de lo contrario —admitia— serían ridiculizadas”.
La paternidad del rancio pensamiento de la derecha neo-republicana ha permeado profundamente en los sitios estratégicos de los centros de poder estadounidense. La idea de la eliminación del contrario tiene adeptos suficientes para haber podido dividir al país en dos, de haberlo partido políticamente quizá para siempre.
Una especie de logia, de culto, de secreto y de fe ciega en las verdades reveladas sólo a ellos, promovieron una derecha religiosa que sustenta el desprecio a la ilustración, la religión no revelada como fuente de poder, la antipatía por el progreso, el énfasis en el terrorismo bélico, la hostilidad hacia las mujeres, los pobres y los migrantes, y la nostalgia por el pasado imperial de gran potencia.
Conocer el pensamiento de Strauss es tan complicado como seguir las tramas tenebrosas de la peor literatura, pues esconde un bosque de razones oscuras y mártires propiciados, por lo general negros y migrantes trabajadores, que alimentan una forma de ciencia política de desvalidos mentales.
Una construcción teórica que parece iluminada por un supuesto maquiavelismo adaptado especialmente al american way of life, que los neo-republicanos convirtieron en fuente de credo de sus departamentos de ejecución de políticas antipopulares y que permeó a los más derechistas y rebasados del Partido Republicano gabacho.
Su filosofía fue sumamente útil al gobierno de los halcones, porque justificaba las creencias religiosas como opio de las masas —Karl Marx dixit— y permitía imponer un poder capaz de controlar y disuadir el individualismo, incentivando la necesidad de un combate agresivo que educara al pueblo en la unión y obediencia sin objetivos superiores.
Leo Strauss imprimió a la derecha estadounidense el sentido personal de crisis y la necesidad de cambio que debía producirse desde arriba, lo que hace que ésta, más que moderada o conservadora, sea violentamente radical, intransigente ante cualquier realidad comprobada. Demostró que los extremos se tocan y que, definitivamente, no se puede desconocer el poder de las ideas.
Para colmo, la aparición de El choque de las civilizaciones, de Samuel P. Huntington, aparecido después del autoatentado de las “torres gemelas” neoyorquinas, atizó el sentimiento racista de la cultura occidental contra los diferentes: islámicos, migrantes, latinos, mujeres, población vulnerable y todo aquél que tuviera raíces culturales distintas, todo con el fin de mantener la superioridad militar.
Si existe alguien influido por estas vesanias, por esta debacle intelectual, es Donald Trump, quien a toro pasado trata de deslindarse de los recientes acontecimientos racistas en Virginia, provocados en gran medida por sus bravatas supremacistas y ñoñas, que fueron su base y plataforma electoral. Hoy se encuentra arrinconado por la fuerza de la razón.
Pero en México no cantamos mal las rancheras. Replicando las bases del pensamiento supremacista yanqui, los expertos locales en odio y exterminación tratan a toda costa de detener impulsos sociales que persiguen simplemente gobernabilidad y convivencia en medio del aquelarre provocado por la rapiña de los mexiquenses.
Argumentos estultos y vacuos, burlas al pensamiento colectivo, se desprenden tanto de las visiones de futuro en la asamblea priísta expectoradas hasta posiciones peligrosas en la Corte de Justicia expresadas por el ruin ministro Laynéz en contra del derecho de los desposeídos, corren en la misma dirección.
Son pasmarotes que obedecen y repiten en la ignorancia las consignas de ocurrencias nazis y filo fascistas diseñadas para otro país, en otras circunstancias de ventaja y de fuerza.
Índice Flamígero: Ya se supo quien promueve —en ciertos espacios periodísticos— a Roberto Campa Cifrián a la Secretaría General de Gobierno de Alfredo del Mazo the third: ¡Juan Armando Hinojosa Cantú!, prestanombres en el conglomerado mafiossi al que conocemos como Higa —agencia publicitaria, constructoras, arrendadora de aeronaves, etc.— y que tantos dolores de cabeza ha costado al inquilino de Los Pinos desde la aparición pública de la casa blanca de las Lomas. Hinojosa Cantú sabe lo que le espera si no tiene una palanca de apoyo en la siguiente administración mexiquense. Además, Higa tiene en marcha el proyecto de la autopista Naucalpan-Toluca al que se oponen comuneros y ecologistas, por lo que también requiere de apoyos políticos, cuéstele lo que le cueste. Y en eso Campa
Cifrián es ducho. De eso han hablado, seguramente, en las últimas reuniones que han sostenido Hinojosa y el susodicho en el domicilio de quien aún es subsecretario de Gobernación. + + + Don Alfredo Álvarez Barrón y El Poeta del Nopal envían un primer epigrama sobre la señora Margarita Zavala (de Calderón). En él señalan que “su pasado la condena…
Si su experiencia la avala
no puede llegar muy lejos
pues carga con los complejos
del conocido Hombre Bala.
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