La muerte de la nación, a manos de sus peores hijos
Francisco Rodríguez viernes 18, Ago 2017Índice político
Francisco Rodríguez
La soberbia… el comportamiento ruin… la rapiña presupuestal… el saqueo de recursos y reservas patrimonio real de la nación… el derroche… las burlas constantes a sentimientos colectivos… el desconocimiento total de lo que la gente quiere, opina y demanda… más la inaudita represión y salvaje asesinato, enfrenta a México entero.
No saben que son la representación exacta de aquello contra lo que los mexicanos se han enfrentado históricamente, casi por memoria genética y racial de los abusos, de una explotación sin límites que ha rayado en lo obsceno, que no tiene punto de comparación con lo sucedido en este planeta los últimos siglos.
Estamos frente a un gobierno reprobado y deslegitimado en todos los flancos. Diario sale a flote de este pantano que satura todos los ambientes, que percude cualquier esperanza y objetivo. Los funcionarios no tienen la más mínima idea, memoria, ni proyecto, menos programa de nación. Son una ofensa, casi maquinada, erigida para la soberbia y el ridículo inexplicable.
Su entreguismo, sus ambiciones anexionistas al cabús de un imperio derrotado en todas latitudes y medidas, ha convertido actualmente a México en un país de rehenes, con una lista interminable de sospechosos habilitados, encabezada por ellos mismos, que se creen impunes por colaborar con una secta de financieros cuyo talante y rostro es insaciable.
Todo, por la ignorancia rastacuera, ésa que como no sabe de qué se trata, busca en las salidas fáciles del confort de clase empoderada, las supuestas soluciones de fondo que les resuelven lo que su corta inteligencia y su nula prospectiva les indican: la muerte de la nación, en manos de sus peores hijos de estampa meteca.
Todos navegamos sin timón, sin brújula ni destino hacia la nada: sólo el descontento, la inconformidad y la rebeldía previsible. Los capitanes de esta nave de los locos son almas muertas que nunca han conocido de dónde venimos, ni les interesa ni entienden conocer adónde vamos. Simples peleles de todo género inmerecedores de la investidura y la confianza.
Durante 300 años de coloniaje, los mexicanos hemos sido saqueados por apetitos imperiales, en nuestros vientres de la tierra, los recursos minerales, bosques, selvas, ríos, costas y fronteras, mares generosos, reservas insondables, riquezas climáticas, geográficas, culturales, territorios despoblados, pueblos enteros arrasados.
Después de la Colonia, las potencias imperiales, conocedoras de un país indefenso y codiciado, jugaron con nuestras emociones independentistas, reformistas, dictatoriales, revolucionarias, modernizadoras, incluso supuestamente institucionales, con artilugios que a toro pasado, se reflejan y retratan en nuestra condición de sometidos. La memoria y la presencia, ausente, confinada y condenada.
Todas las castas del poder estadounidense supieron invadir en su provecho todos los episodios coyunturales y nuestros dramas y desgracias civiles y militares. A base de enfrentarnos con pasiones redencionistas y fallidas, sometieron a todos los grupos en disputa por el botín que, según Monroe les pertenecía desde su origen.
Los imperialistas hicieron contender en la ambición por las riquezas a todos los grupos diferentes, a todas las sectas, castas, banderas, posiciones, ideologías y fracciones políticas. Los embarcaron con señuelos pueriles: vendiendo a sus caudillos —indeseables para ellos— armas, municiones y parques vanos, mojados, estériles en su capacidad de fuego contra el enemigo civil y militar.
Negociaron, con traiciones previamente pactadas, consensuadas y firmadas entre los clanes combativos y los escritorios financieros de Washington, Nueva York, Chicago, Londres y Viena, sede de los austrohúngaros imperiales, todas las formas, protocolos y convenios tras las victorias arregladas, siempre en favor de los poderosos de turno, como ahora sucede con los codiciosos mexiquenses, absurdos, ñoños, voraces e ignorantes en grado máximo y supino.
Todos los levantamientos, rebeldías, golpes, cuartelazos, traiciones, negocios leoninos —donde ellos llevaban siempre la parte del león en los beneficios sucios y ensangrentados con savia popular mexicana y a sus espaldas— han sido direccionados desde la sede del Imperio y de sus cómplices internacionales, incluidos los soberbios mandarines mexicanos.
Magnicidios con perpetradores y patrones evidentes, saqueos a mansalva y discreción, que se han registrado en México, y que han triunfado en la apariencia salvífica, tienen el sello histórico e inconfundible del embuste, del abuso de confianza; llevan en su frente la marca de la sumisión y el abandono, el chusco disfraz de lo hipócrita y ramplón. Un país de metecos y braveros utilizables, que han llevado a la nación a ser reservorio de rehenes, caldo de cultivo y laboratorio de experimentos inefables.
Las plazas públicas y los lugares metropolitanos y provincianos erigidos para un culto cívico a lo inexplicable. Han levantado monumentos a los esbirros exteriores, a los sicarios nacionales, y también a los corruptos insaciables, a los pésimos recuerdos del sufrimiento aplicado con dosis letales o con pausas constantes y profundas, los que hacen las cicatrices y las asignaturas pendientes del país.
Los medios a modo rinden elogios urbanos y bucólicos a quienes se han ensañado con nuestros dineros, que han vendido sus nombres para aparentar que las compañías extranjeras favorecidas con nuestras concesiones públicas se entregan a inversionistas y emprendedores mexicanos, con un trabajo cotidiano del pueblo en la cuarta pregunta, exprimido por buitres hacendarios, publicanos rupestres y vengativos que descargan sobre el pueblo los costos de una burocracia de inservibles y favoritos, que siempre egresan del poder con bolsillos repletos y sin fondo.
Una claque mexiquense, complicitada y comprometida con las bandas y cárteles, como quiera llamárseles, de narcotraficantes, secuestradores y asesinos inmunes de la droga, con lavaderos en las oficiales e inmunes casas de bolsa autorizadas y entregadas a traidores inconfesos, completan el cuadro de estas burlas ñoñas y truculentas, que se cobran cuentas con quien señalen allá arriba como los peores, mientras no sean ellos.
Cuando los gabachos, a través de funcionarios menores de sus aparatos policíacos de investigación y represión, representados con bombo y platillo en México, con el agradecimiento y obediencia de los empoderados de huarache, quieren ejecutar alguna aprehensión de empresarios, ciudadanos, políticos, militares de alta graduación y funcionarios de pedorraje, simplemente boletinan en medios sus sospechas, señalan al escogido, y lo demás es coser y cantar.
Porque el trabajo ha sido hecho con un simple boletín. Ya se encargarán nuestros perros de rancho de replicar sus órdenes en los aparatos publicitarios, policíacos, de seguridad nacional, legislativos y judiciales, de control político inexplicable y de relaciones exteriores, al cabo los traen a todos con el cebo de la aspiración presidencial, pues saben que el dedo del ungimiento ya no pertenece al Presidente.
El grupo en el poder que se han impuesto como misión humanitaria el sólo recoger el generoso envío de remesas líquidas a México, provenientes de sus desplazados y de sus espaldas mojadas y cerebros que aquí encuentran el desprecio y la repulsa, una cantidad de 25 mil millones de dólares anuales o más, dependiendo del acoso imperial que deben burlar los arriesgados mexicanos en bien de sus familias en nuestra tierra, que no encuentran el momento de irse de aquí, de este rancho insufrible y peligroso.
Mientras el elector, el pueblo llano de México vela las armas de la boleta electoral que depositará el próximo año, coyotes, dinosaurios y badulaques de toda laya, festejan en una asamblea tricolor arreglada, las exequias de un cadáver político que creen que todavía les sirve para mantener el acoso público, la represión, el exterminio civil, la tortura y la miseria.
Continúan pensando en sostenerse en un garlito macabro: que la actividad del trasiego, el narcotráfico y sus actividades conexas y similares ejecutadas por los sicarios de cuello blanco en el lavado del dinero y su inversión para crear sociedades y empresas fantasma, multiplicadoras exponenciales del atraco, representan la salida fácil, la única posibilidad de subsistencia económica de un país hambriento y explotado.
La única operación política posible es la de costumbre: arrasar los presupuestos públicos, los conceptos soberanos, ahogar el circulante monetario, robar lo que esté mal acomodado, evadir referirse al hambre y la miseria, reprimir y masacrar al que opine en desacuerdo, festejar a los traidores, erigir la gloria a los corruptos, complicitarse más en la locura de lo mal habido, aunque tengan que pasar sobre cualquier cadáver de inconforme. Aunque sea el cadáver de la nación. La que murió a manos de sus hijos.
Índice Flamígero: Escribe Pedro Alonso, de Consejería Bursátil: “… con el inicio de la negociación del TLCAN, escuché a varios insistir en lo ‘duro’ que resultó el discurso del representante comercial de Estados Unidos, augurando a partir de eso una negociación complicada, lo que me parece es una idea preconcebida de que ese país tiene una posición dominante en el acuerdo regional, que no lo es tanto. La impresión que me causó la postura de Robert Lighthizer, fue que simplemente reprodujo lo que Donald Trump ha venido diciendo respecto del TLCAN desde que era candidato y no podía ser de otra manera. Insistir en el tema de lo malo que ha resultado el acuerdo comercial para Estados Unidos, usando como argumento el déficit comercial que ese país tiene con México o la pérdida de empleos que —en teoría— ha derivado de esta relación, no es más que tratar de reivindicar una de las promesas de campaña de Trump, independientemente de si el planteamiento es razonable o no. Y definitivamente no lo es. Pero al final es explicable en términos de la orientación populista que el presidente de Estados Unidos ha ostentado desde que era candidato. Al final, habla de la necesidad –urgente— de tener un ‘triunfo’ político después de varias fallas que se han tenido en los primeros siete meses de la actual administración estadounidense, que responden a la inexperiencia, soberbia y falta de conocimiento que en las tareas de gobierno ha demostrado tener Donald Trump…” + + + Y de don Alfredo Álvarez Barrón y su inseparable Poeta del Nopal: “Admite el secretario de Economía que la negociación del TLCAN será díficil…
“Una total sumisión,
se adivina desde lejos,
en cada negociación
¡nos ven cara de pendejos!”
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