Nuevo pacto social
Freddy Sánchez martes 15, Ago 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Un mismo producto de la misma marca y el mismo peso y calidad, en dos grandes tiendas de autoservicio con distinta razón social, se ofertaba a la gente con una diferencia de precio de más de treinta por ciento.
En una de esas mismas tiendas, además, un paquete de café granulado, elevó su precio al público en veinticinco por ciento de un día para otro.
Dónde pues ha quedado la competencia entre grandes almacenes para beneficiar la economía familiar.
Lo sucedido con un par de productos, lógicamente no puede demostrar que la voracidad comercial está en plena marcha entre los gigantes de las ventas de productos de consumo, pero es un claro indicador de que en perjuicio de la gente esta clase de tiendas reetiquetan precios con singular alegría. Y no para bajar el importe que hay que pagar por algunos de los productos que venden, sino para encarecerlos con descaro.
Efectos inherentes al libre mercado, que estará sujeto a revisión por voluntad del presidente Trump y la anuencia de sus socios comerciales de México y Canadá. Supuestamente para quitarle lo que hace disparejo el piso para la competencia internacional en la prestación de servicios y la venta de productos de consumo.
Lo que supuestamente se busca es un acuerdo comercial, que en apariencia daría mejores condiciones en los asuntos de negocios con nuestros vecinos del norte.
Aunque, una pregunta es menester en las actuales circunstancias. ¿Serán para favorecer o perjudicar a los consumidores nacionales los cambios que se lleguen a aprobar?
Crearse la ilusión de que los negociadores mexicanos sólo aceptarán aquello que sea más conveniente para el mercado de consumo nacional y rechazarán cuanto pueda traernos perjuicios adicionales a la economía familiar, quizás sólo sea eso: una ilusión.
Porque visto está que aquí en México los grupos económicos más poderosos, poco realmente han hecho para mejorar ampliamente las condiciones de vida de la población, a pesar de la existencia de un tratado de libre comercio con los Estados Unidos, Canadá y otras naciones del mundo y las idas y traídas reformas estructurales en materia petrolera, financiera, de telecomunicaciones, educativas y laborales.
El ejemplo de lo que sucede en las grandes tiendas de autoservicio, donde la competencia más que encaminada a abaratar los productos de consumo, tiende a encarecerlos en detrimento de la economía familiar, evidencia tristemente que en los altos niveles del gobierno se cuida muy poco o no se cuida nada que los cambios estructurales y el tratado de libre comercio, signifiquen ante todo y por encima de todo una mejoría en las condiciones de vida de los mexicanos.
Eso que tanto se prometió de elevar la calidad de bienes y servicios y al mismo tiempo bajar sus precios, se ha dado a cuentagotas y casi insensiblemente para el bienestar colectivo.
Nadie naturalmente puede esperar que se regrese a aquellos tiempos en los que por mandato institucional se ordenaba la congelación de precios en artículos básicos o los aumentos salariales por decreto que se traducían en una mayor inflación, siendo el cuento de nunca acabar, porque más tardaba en mejorar el sueldo de un trabajador cuando la carestía ya lo había hecho insuficiente.
Así que los cambios en el manejo de la economía llegaron para quedarse, pero justo sería pensar la manera de adoptar en beneficio tangible y real de las familias mexicanas un nuevo pacto social.