Quetzalcóatl
Alberto Vieyra G. lunes 7, Ago 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
La mitología azteca rezaba que en 1519 sería el regreso del dios Quetzalcóatl.
Cuando arribaron los hombres barbados, llegados desde la Extremadura, España, a Moctezuma II se le informaría:
“Señor y rey nuestro, es verdad que han venido no sé qué gentes y han llegado a las orillas de la gran mar […] y las carnes de ellos muy blancas, más que nuestras carnes, excepto que todos los más tienen barba larga y el cabello hasta la oreja les da…”.
Moctezuma se quedó perplejo y boquiabierto. Había arribado Hernán Cortés con sus destructoras huestes, y se creyó que era el regreso del dios Quetzalcóatl para salvar a su pueblo.
Cuitláhuac, primo de Moctezuma, le diría al soberano que no eran dioses, eran conquistadores. El soberano jamás lo entendió.
El mito azteca llega hasta nuestros días, porque en la era del presidencialismo mexicano (1824-a la fecha) se tiene la peregrina idea de que los mexicanos seguimos ilusamente a la espera del dios Quetzalcóatl para salvar a su pueblo.
En el 2018 habrá elecciones presidenciales en México, y los mexicanos aún esperan ese milagro. ¿Cuándo se producirá ese milagro?
El 18 de septiembre próximo se da el banderazo de arranque que culminará con el relevo sexenal en espera del salvador Quetzalcóatl. Hombres y mujeres de la ponzoñosa partidocracia y candidatos ciudadanos, estarán listos para intentar salvar a México o quedar bajo la ubre presupuestal. Se desgranará la mazorca en el gabinete presidencial y los partidos políticos en toda la República, en los tres niveles de gobierno, pues los que aspiren al hueso presidencial, diputaciones federales, senadurías o alcaldías, tendrán que dejar sus huesos actuales, como marca la ley. La mayoría de esos huesos ya están bien roídos. Veremos chapulines brincando por todos lados. Pero aún falta el año de Hidalgo, o de Carranza, por aquello de que el de Hidalgo ya no alcanza, y la mayoría de los que se van tendrán que exclamar aquella máxima de que “hay que llevarse todo porque los que llegan son bien ladrones”.
Ocurrirá en México algo similar a lo ocurrido en 1519 con los depredadores conquistadores. México ha sido históricamente la meca de la depredación.
¿Quién o quiénes de esos mercenarios del poder estará apto para gobernar a una nación que está patas pa’arriba?
¿Quién tendrá las cosas de varón y dientes para acabar con una monstruosa delincuencia que ha hecho de México una nación macabra?
¿Quiénes están capacitados para ejercer ese oficio político tan extraordinario que se requiere para ser Presidente de México?
Claro que me dirá usted que después de la llegada de Vicente Fox, cualquiera puede ser presidente, y si no, no más échele un vistazo a la silla presidencial que siempre les queda grande.
¿Quién será capaz de acabar con ese orden económico neoliberal que ha empobrecido al pueblo de México y ha enriquecido a una comalada de fufurufos?
¿Quién está capacitado para acabar con la corrupción, la impunidad, el vacío de poder por no poder, la ingobernabilidad y quién podrá parar a los hambreadores de México?
Yo me pregunto, ¿habrá ya nacido el mexicano o mexicana, con la mística de servir y no de hacer multimillonarios negocios a la sombra de la silla presidencial?ç