“Ojos que no ven”
¬ Salvador Estrada martes 1, Ago 2017Folclor urbano
Salvador Estrada
Las autoridades capitalinas nunca habían puesto sus ojos en ninguna delegación política, hasta que lo hicieron en Tláhuac y se quedaron con los ojos cuadrados, cuando vieron tanto maloso haciendo de las suyas.
Cuando llegaron a esa delegación el Ejército y la policía se enfrentaron con ráfagas de metralletas de unos delincuentes que se refugiaban en una casa, de las muchas que hay en esa colonia, y los habitantes de la zona vieron con ojos de asombro militares por todos lados. Y sintieron miedo, porque nunca habían visto la violencia en su casa. “Ojos que no ven, corazón que no siente”.
No daban crédito a lo que veían en su colonia, como otras muchas de Tláhuac, tan tranquilas, tan pintorescas, donde nunca pasaba nada, pero con la llegada de los carros azules y verdes por todas partes, ahora sí estaba pasando algo. Y después supieron que en esa casa vivía Jesús Pérez Luna, que no era un Pérez cualquiera y que tampoco “estaba en la luna” porque tenía el control de la delegación y era el jefe de todos y sus allegados le decían el patrón, pero sabían que en los cárteles se le conocía como “El Ojos”.
En ese enfrentamiento cayó el “jefe” y siete de sus custodios, y al informarse de su muerte los habitantes de Tláhuac “ya no veían a nadie con buenos ojos”, porque todos eran sospechosos de pertenecer a su banda de delincuentes, extorsionadores, ladrones y narcotraficantes.
Y como si fuera un “Robin Hood”, el tal Pérez fue acompañado en su sepelio por más de 400 “tlahuicas” y algunos de sus seguidores dispararon al aire, los cuales fueron detenidos por la policía.
La plaza de Jesús Pérez Luna, “El Ojos”, cayó en manos del Ejército y la policía y empezaron las investigaciones y descubrieron que el tal Pérez Luna “tenía ojos por todas partes” y había formado una red de familiares y amigos que trabajaban en la delegación Tláhuac, con salarios diversos, que iban de diez hasta 20 mil pesos.
Pero, además “El Ojos” tenía bajo su control cerca de 500 “mototaxis” que daban servicio de transporte a los habitantes de Tláhuac y que a la vez eran distribuidores de droga y que al ser sorprendidos vendiéndola, quedaban libres de inmediato cuando daban la clave: “somos gente del patrón”. El delegado en Tláhuac había dado la orden a la policía de no “meterse con los mototaxis”.
Ahora, los ojos de la autoridad están puestos en el delegado Rigoberto Salgado, de quien se dice sabía todo lo que pasaba en Tláhuac, pero se hacía “de la vista gorda” y así “El Ojos” tenía el control de la demarcación”.
Y como Rigo pertenece al partido Morena, dicen que le “echaron mal de ojo” y lo quieren exhibir como socio del narcotraficante y él alega que no sabía nada de “El Ojos” y pide que lo investiguen.
Esta situación deja de ser criminal parta volverse política, porque el presidente del Movimiento de Regeneración Nacional, Andrés Manuel López Obrador, ya acuñó su frase: “esta acusación es de la mafia en el poder”, que le tiene miedo a Morena, porque -dice-, está arriba en las encuestas.
Ante la violencia desatada en la Ciudad de México, las autoridades capitalinas tendrán que hacer “operativos sorpresa” en cada una de las delegaciones políticas y pugnar por darles seguridad y paz a los habitantes.
Los ciudadanos dicen que hay cárteles en la Ciudad de México, aunque lo nieguen las autoridades y piden que “le echen un ojo” a todas las delegaciones, sobre todo a Xochimilco e Iztapalapa, para acabar con “otros ojos” que pueden estar por ahí escondidos, sin que nadie los mire, pero que ellos sí lo hacen y lo tienen todo bajo control.