¿A la vista un PRI democrático?
¬ Mauro Benites G. viernes 28, Jul 2017Municiones
Mauro Benites G.
Próxima a realizarse la Asamblea Nacional del PRI, este comentarista reitera que las administraciones del PRI han sido los creadores del México actual que se inserta con una economía en los primeros lugares del ámbito internacional, por supuesto reconociendo los errores y excesos realizados por dirigencias que se han aprovechado de las bondades institucionales de este Partido.
Errores que en esta Asamblea tendrán la oportunidad sus militantes de denunciar y preparar los documentos para que, quienes delinquen siendo militantes del PRI, se responsabilicen ante sus votantes y ante el poder judicial, esto es urgente.
Nuestro país vive una situación inédita de incredulidad política, al iniciar en octubre el año jurídico electoral, en una irritación social generalizada como producto del total desprestigio, resultado a la vez del agotamiento de nuestro sistema presidencialista.
Después de 70 años de hegemonía del PRI en los cuales se cometieron errores de las dirigencias, pero es innegable, los aciertos (los más) que dieron al país, paz y estabilidad política y económica: dentro de la diversidad de estilos de cada presidente en turno, veamos:
El origen del PRI fue el caudillismo que determinó la creación del partido.
Fatalmente tuvo que ser un caudillo el que oficiara en él su autoridad. Plutarco Elías Calles fundó el PNR.
Y entonces se originó la tragedia: el partido nunca fue partido, sino un órgano al servicio del jefe máximo; o del Presidente en turno.
La imposición de Portes Gil, del pobre hombre de Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, es la decadencia de Elías Calles.
El hombre cae en la senilidad, se engríe, se equivoca.
Cree que es indispensable. Y como hubo revolución no hay revolucionarios, sino burócratas, nadie osa contradecirlo. El partido aplastó al candidato José Vasconcelos en plena crisis nacional y rindió con ello un enorme servicio al país, pero al mismo tiempo entronizó a Ortiz Rubio.
Y con ello cayó en la ignominia: así empieza la historia terrible de la consigna. Los delegados van a la asamblea del partido llevando un nombre en la mente. Pero, en la puerta, les dan “línea”:
-¿Quién es?
Pos quién sabe, pero es el que quiere el presidente.
Resulta así que no hay partido, en tanto que en su seno no hay autocrítica, ni deliberación, ni votación, hay imposición.
Eso sí era una formidable maquinaria electoral invencible en las elecciones, pero una maquinaria al servicio de un hombre. Mientras ese hombre fue un auténtico revolucionario, bien está la maquinaria. Después… después aparece Lázaro Cárdenas del Río.
Cárdenas no merecía de Calles buena opinión. Al jefe máximo se le hacía muy poca cosa el hombre serio, trabajador terco, de Jiquilpan. Muchas veces hizo chistes a su costa. Y cuando Cárdenas fue a ver a Calles y le dijo que deseaba ser candidato a la Presidencia, Calles jugó con él. Pero don Lázaro empezó a trabajar intensamente, recorrió el país, llegó al campesino, abrazó al obrero. ¡Estaba convirtiendo a la maquinaria electoral en un verdadero partido, pues que desafiaba la consigna del jefe máximo!
Y ocurrió lo que nadie hubiera podido creer meses antes, Cárdenas fue electo candidato del partido oficial gracias a la decisión y el voto de la mayoría.
Ahora el partido, con Cárdenas ya en la Presidencia, era el PRM siguió siendo órgano de un caudillo. Expulsado Calles, Don Lázaro es el creador del “sí señor Presidente”. Y el partido, por esta vez, sirvió a fines verdaderamente revolucionarios, aunque de partido sólo tuviera el nombre.
Desde entonces, el PRI fue la maquinaria que impone a los candidatos oficiales. Y nada más. Y así como fue revolucionario de extrema izquierda con Cárdenas, fue moderado y hasta católico con Ávila Camacho Y fue contrarrevolucionario con alemán, es decir, que el partido ha sido cardenista, alemanista ruizcortnista, lopezmateísta y diazordazista, echeverrista, lopezportiista…
Así hasta el año 2000, que recibió el castigo electoral y perdió la presidencia por doce años, recuperándola con un candidato con mentalidad y proyecto de estadista, estadista verdadero, que tenía como objetivo ser de México un país actualizado, moderno con su proyecto reformista.
La historia lo reconocerá a su tiempo y el PRI debe estar a la altura de un partido democrático abierto a los perfiles que pueden llegar al final de este proyecto reformador. Esta actitud se espera de la próxima Asamblea Nacional del PRI.