Los migrantes abandonados
¬ Augusto Corro jueves 27, Jul 2017Punto por punto
Augusto Corro
Tres mujeres y dos hombres de nacionalidades guatemalteca y hondureña perecieron ahogados al intentar cruzar el Río Bravo.
Los cinco eran indocumentados que buscaban el “sueño americano”: un lugar para trabajar y vivir con seguridad. No lo consiguieron.
El domingo supimos de la muerte de once ilegales que perecieron asfixiados en la caja de un tráiler, en Texas; entre ellos cinco mexicanos.
Las tragedias se repetirán en esa frontera donde los sin papeles no solo tienen como enemigos a la naturaleza, sino también a los dizque representantes de ley, esos guardianes fronterizos deshumanizados.
La persecución contra los indocumentados en Estados Unidos se agudizó con la llegada de Donald Trump al gobierno.
Se intensificaron las redadas contra todos los extranjeros que no tenían su documentación de estancia legal en aquél país. El efecto de esas acciones repercutió en las familias, que sufrieron la separación de sus seres queridos.
¿Quiénes son los que quieren vivir en EU? Aquellas personas que pretenden mejorar sus condiciones de vida; pero también los ciudadanos que se sienten amenazados por la delincuencia organizada.
A los migrantes agobiados por la pobreza y las amenazas de muerte no les queda otro camino que abandonar sus lugares de origen. Antes abandonaban países en busca de mejores horizontes, hoy lo hacen también, para salvar sus vidas.
Ya decíamos ayer que los más beneficiados de este problema social son los “polleros”, los “enganchadores” que cobran cuotas muy altas de dinero a los ilegales para ayudarlos a cruzar la frontera. Sin embargo, no siempre cumplen su compromiso y los sin papeles son abandonados en pleno desierto, en las riberas del Río Bravo, para que enfrenten, con sus propios medios, los obstáculos de la naturaleza. Los resultados ya los conocemos.
Hace varios años se esfumó la responsabilidad de proteger a los indocumentados. ¿Alguien sabe de algún gobierno que se preocupe por la suerte de los ilegales? Se interesan, cuando el escándalo es mayúsculo.
Mientras en los países latinoamericanos siga la pobreza, no haya empleos y crezca la violencia, el número de migrantes se incrementará y buscarán lugares seguros para vivir. Seguirán las muertes de ilegales en los pasos fronterizos, ante la actitud pasiva de quienes podrían evitarlas. ¿A alguien le interesa el destino de un migrante? En el caso de México, el caso de los cinco connacionales que murieron asfixiados ya es un tema que pasó a la historia.
Más control para perros
En este espacio, hace varios días informamos de la muerte de una niña, de tres años, atacada por perros pitbull. El tema cobró importancia y surgieron los grupos a favor y en contra de los canes. Los primeros se pronunciaron porque no se criminalice a esos animales. Los segundos porque se les controle más. Como una reflexión salomónica, en ambos criterios existe algo de razón. Sin embargo, la más lógica es la que se refiere a la educación de los perros.
Porque un perro educado es obediente y sumiso. No tiene la necesidad de que lo encadenen o lo mantengan amarrado por su peligrosidad.
Son innumerables los ataques de los perros peligrosos contra las personas que pagaron con su vida.
De lo anterior se desprende que los dueños de los pitbull, por ejemplo, deben comprometerse a la educación de sus animales, para evitar riesgos. Ya se comprobó que los perros educados no son tan agresivos.
Claro, el compromiso debe estar amparado por una licencia que permita la propiedad del perro peligroso; pero, como punto importante, su responsabilidad en evitar que su animal ataque a las personas.
Tras el hecho en que una menor fue atacada por un perro, se desató una campaña de odio contra los perros. En Coyoacán, delegación donde murió la niña, fueron encontrados dos pitbull muertos y atados.
Es necesario pues, poner orden para evitar el maltrato o crueldad contra los animales; pero también exigirle a los dueños de los canes una mayor atención para evitar nuevas tragedias.
¡Fuera Osorio!
Quienes somos aficionados al futbol soccer vemos el triste papel del “TRI” (Selección Mexicana de Futbol) en cuanta justa deportiva participa.
En Rusia, un pésimo papel. Recientemente en la llamada Copa Oro, la selección fue eliminada. Equipos sin gran relevancia se encargaron de echarlo.
El entrenador del “TRI”, el colombiano Juan Carlos Osorio, fue objeto de una severa crítica por su estilo de organizar a los jugadores: cada vez nueva alineación de futbolistas.
La fanaticada lo recibió con los gritos de ¡Fuera Osorio!, pero nadie escuchó. ¿Son sordos los directivos de la Federación Mexicana de Futbol?