¿Dedazo o consulta?
Ramón Zurita Sahagún martes 25, Jul 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Carlos Salinas de Gortari fue el último Presidente de la República priísta en designar libremente a su sucesor y lo hizo hasta en dos ocasiones, por el asesinato de Luis Donaldo Colosio.
En la primera impuso libremente su criterio y en la segunda, obligado por las circunstancias ubicó a Ernesto Zedillo Ponce de León como su segunda opción, ante la tragedia sucedida y la ilegibilidad de los posibles sustitutos para cumplir con los requisitos constitucionales.
Sucedió lo mismo con Ernesto Zedillo Ponce de León quien se vio impedido por los candados de su partido para seleccionar a su favorito, aunque influyó para que el candidato resultase ser Francisco Labastida Ochoa.
El candidato priísta se convirtió en el primero de ese partido en perder una elección presidencial y con ellos se acabó el tradicional “dedazo” presidencial, ya que los siguientes mandatarios emergieron del PAN y tanto Vicente Fox Quesada como Felipe Calderón Hinojosa no pudieron instalar como candidatos a Santiago Creel y Ernesto Cordero, respectivamente.
Salinas si pudo sacar la candidatura de Colosio, con todo y los berrinches de Manuel Camacho Solís, pero no lo pudo concretar como Presidente de la República, ya que una bala se atravesó en su camino.
Improvisó con Zedillo y así le fue, ya que su hermano (Raúl) terminó en la cárcel y él tuvo que renunciar a su candidatura a la OMC, ganándose el repudio de los mexicanos.
Salinas, como todos los anteriores candidatos presidenciales venció al favorito dentro de su partido, ya que las preferencias apuntaban hacia Alfredo del Mazo González y Manuel Bartlett Díaz (si, el mismo que recién hizo declaraciones acerca de que el PRI no ganó en 1988).
Su elección no fue tan clara como las anteriores del PRI, incluidas las de Manuel Ávila Camacho y Adolfo Ruiz Cortines, que quedaron teñidas de sangre. Con Salinas ya le tocó la desbandada de priístas hacia otros candidatos.
Zedillo ganó con amplitud y hasta facilidad, ya que en su elección rondó el efecto del miedo, toda vez que ocho meses antes ocurrió el levantamiento zapatista y dos meses después el asesinato de Colosio.
Pero Zedillo, al que nunca le importó el PRI, se quedó sin candidatos e improvisó con Francisco Labastida, aunque fueron a una consulta interna sumamente sucia y con dados cargados, en que participaron también Roberto Madrazo Pintado, Manuel Bartlett Díaz y Humberto Roque Villanueva.
Desde entonces los priístas no habían tenido Presidente de la República propio que ejerciera el poder del “dedazo” para designar a su sucesor.
En la actualidad se debate la posibilidad de que Enrique Peña Nieto elija a quien pretende convertir en su sucesor, aunque las condiciones son sumamente distintas y de hacerlo, no garantiza el triunfo en las urnas.
Incluso, las posibilidades de victoria son sumamente lejanas, pues los perfiles de los aspirantes son pobres e impopulares.
Eso sí, Peña Nieto ya liberó los candados que impidieron a Zedillo optar por otra preferencia y sin importar que la mayoría de sus secretarios de gabinete carecen del paso por las urnas, podría decidirse por uno de ellos.
De los miembros de su gabinete, Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray Caso, secretarios de Gobernación y Relaciones Exteriores, respectivamente, han tenido paso por las urnas, los dos como diputados federales e incluso Osorio como gobernador de Hidalgo.
Aurelio Nuño Mayer nunca lo ha hecho, ni siquiera José Ramón Narro Robles, porque ser rector de la UNAM no cuenta.
Jose Antonio Meade Kuribreña, secretario de Hacienda, ni siquiera es priísta y tendrían que darse las condiciones propicias para que pasase como candidato, algo en lo que nadie cree.
Después del equipo de aspirantes reales, viene un segundo grupo, donde todos tienen paso por las urnas, muchos de ellos hasta por varias veces.
Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía y José Eduardo Rovirosa Calzada, secretario de Agricultura, ya fueron senadores y gobernadores de Quintana Roo y Querétaro, respectivamente.
Alfonso Navarrete Prida, secretario del Trabajo; Enrique de la Madrid Cordero, secretario de Turismo e Ildefonso Guajardo Villarreal, secretario de Economía, ejercieron como diputados federales, en diversas legislaturas.
Los demás componentes del gabinete presidencial de Enrique Peña Nieto no son vistos con alguna posibilidad de obtener la candidatura presidencial del PRI, donde se desconoce la militancia de algunos de ellos.
Rosario Robles Berlanga, titular de Sedatu, no se conoce su afiliación al PRI, aunque se recuerda su pasado perredista (su hija es la dirigente del PRI en CDMX). Luis Miranda Nava, secretario de Desarrollo Social no tiene cargo de elección. Rafael Pacchiano Alamán, encargado de Semarnat, tiene vínculos con el Verde.
Arely Gómez de la Función Pública y Raúl Cervantes de la PGR ya fueron senadores. Vidal Soberón y Salvador Cienfuegos no entran en la categoría de disponibles para la nominación presidencial, aunque en el caso del secretario de Marina, hay quienes le dan posibilidades en lo que constituiría una sorpresa.
Estos personajes junto con Eruviel Ávila, gobernador del Estado de México y Manlio Fabio Beltrones, lejano de los círculos del poder, son los que podrían competir por la nominación presidencial de su partido, sea por la vía del tradicional “dedazo” o por una competencia democrática en una consulta abierta, como busca un grupo de disidentes que plantearán la posibilidad dentro de la Asamblea partidista que culmina el doce de agosto.
Las apuestas corren y pronto se sabrá el tipo de método que usará el partido que todavía se encuentra en el poder.