Ahora nos piden tener fe en los ignaros
Francisco Rodríguez lunes 24, Jul 2017Índice político
Francisco Rodríguez
El pueblo mexicano se encuentra entrampado ante el panorama de estrechez económica, rapiña generalizada y catatonia administrativa. La corrupción y la ineficiencia se han enseñoreado del país. La culpa directa del gran fracaso es del gobierno, una manera de concebir el poder patrimonialista, desde la sevicia y la ignorancia.
Para completar el panorama de esta gran desolación, un sistema fiscal abusivo e ineficiente. Un aparato financiero diseñado para el atraco. Los que deberían ser recursos utilizables para la solución de las grandes penurias sociales tienen como destino la codicia y la acumulación desenfrenada del grupo de badulaques en el poder.
El futuro es incierto, por la quiebra de Pemex, la baja sensible del ingreso de divisas por exportación, una planta industrial devastada por los financieros gubernamentales de Videgaray y Meade, quienes impusieron reformas fiscales regresivas, y una economía secada materialmente por las sustracciones de circulante monetario, dinero líquido que robaron de las arcas de la nación. Así no puede haber expectativas optimistas.
No se necesita ser demasiado intuitivo para diagnosticar que los próximos gobiernos no podrán echar a andar proyectos multiplicadores de empleo o siquiera alguno de cierto calado. Se acabaron los tiempos de tirar cuetes, toca recoger varas. Pero los que están en el poder piensan que han ganado el aplauso de los hambrientos.
Los presupuestos gubernamentales ya están acotados por los compromisos contraídos, entre pagos y pensiones burocráticas, adeudos atrasados a proveedores, intereses de nuevas obligaciones monetarias, servicios altísimos de una deuda externa contratada a nuestras espaldas, y un cúmulo de pasivos internos, producto directo de la corrupción a todo tren, lo mismo que del saqueo indiscriminado de todo tipo de gentuzas y advenedizos.
El único espacio político que queda para quienes vengan, será ejecutar inversiones en proyectos de gasto social para atender las necesidades ingentes y apremiantes de cien millones de desvalidos. Siquiera para intentar gobernabilidades mínimas, estabilidades confinadas, aislar el conflicto que se avecina, que es de grandes proporciones.
Eso lo puede ver hasta un ciego, y no se necesita usar la fe.
Es reducida la expectativa para cualquier régimen mexicano del futuro próximo.
Porque además tendrá que remar contra las herencias de lo insensato, contra una cauda de zarandajas que han devastado al país. Tendrá que ocupar mucho tiempo en reconstruir el tejido social tan lastimado por una caterva de badulaques.
Intentar, con los pocos recursos excedentes del gasto etiquetado en las obligaciones impostergables, un sistema administrativo que cumpla con lo urgente e importante, para fortalecer el mercado interno, abandonado por engarces fantasiosos y fallidos de entreguismo ramplón con las potencias del extranjero.
Hasta los mínimos de protección y sobrevivencia estatal de la Federación, tal como hoy la conocemos, están en riesgo extremo, debido a la compulsiva rapiña esquizoide, el desinterés por los demás, la falta de empaque, el excesivo derroche de las castas privilegiadas y la ausencia total no sólo de un programa, sino de una idea mínima de gobierno y de Estado.
Hoy más que nunca, se necesita un gobierno con dos dedos de frente. Con intuición y lógica, con ética y profesionalismo, con vergüenza y pudor. La gente está hasta la madre de tanta putrefacción, ambición monetaria y codicia. Nunca otros cuarenta ladrones en esta cueva.
Muchas de las cuestiones que quieren tomar carta de naturalización en este arrase de tierra mexicana tienen que ver con un sistema fiscal justo, proporcionado y equitativo para todos. Al mismo tiempo, desterrar la idea de acudir a los préstamos financieros neoyorquinos cada vez que algún buey se atraviesa en la barranca.
El estrépito con el que el gobierno sacó a sus perros de presa, los textoservidores financieros, para celebrar que Standard & Poor’s, una calificadora a modo, les bajó la canasta y les retiró la tarjeta amarilla para invitarlos a seguir pidiendo, debe acabar de una vez por todas. No es posible que el pueblo sea tantas veces engañado.
Se celebra a los verdugos, así como a sus ocurrencias. Se levantan monumentos a los esbirros, se loa a los incapaces.
Ya estuvo bien. México merece ser tratado con respeto, obedecer sus lineamientos fundamentales que, de ninguna manera, se encuentran en ese socavón de encadenamiento generacional a la deuda externa impagable e insufrible.
El gobierno debió haberse enfocado desde un principio a detener el deterioro social, jamás a construir un sistema financiero endeudado hasta el cogote, confiando en la operatividad de reformas estructurales que desde el inicio iban en contra de la soberanía y de la gente más pobre.
Pero en lugar de abocarse a la solución de lo verdaderamente estratégico, que era el empleo, la alimentación, la vivienda, el vestido y la seguridad social, el esquema atizó todos los flagelos de una abusiva política fiscal, que nos ha dejado temblando hasta el huesito. Vieron en ella la fuente de sus ingresos mal habidos.
La mitad del precio de cada litro de gasolina va directamente al bolsillo de la casta dorada de mexiquenses sin escrúpulos y sin llene posible. Igual sucede con la mitad del costo de tabacos, licores y bienes consumibles perecederos. Cualquier obra que dicen construir aporta casi lo mismo en sus inflados costos a engrosar el robo infecto.
Antes de que se abra un hospital, clínica, escuela, carretera con socavón, monumento a los indeseables, antes de que se corten sus listones casi siempre simbólicos de la desgracia que profetizan, los mandarines ya recibieron lo $uyo, de manos de las empresas constructoras extranjeras o de sus enviados.
Los servicios nos son cobrados varias veces, con el retintín del mantenimiento, como acaba de observarse en la tragedia del socavón de Cuernavaca, en una carretera cuyo concreto no contaba con varillas, pero que ya habían sido cobradas a precio de oro. Todo para los vencedores. Y luego se quejan de que les recuerdan a sus pobres progenitoras.
Las penurias se reproducen en todo el país, a propósito del doble cobro por servicios que antes ya fueron cargados a la cuenta de los moche$, a los presupuestos inflados en agua, luz, drenaje y alumbrados. En puentes y pasos de la muerte, en un país devastado hasta los cimientos de su propia esperanza.
Endeudamiento diario: ¡2 mil millones de pesos!
Independientemente del atraco que significa regalarles el 16% del famoso IVA en cada producto comerciado, y del 30% del Impuesto Sobre la Renta sobre cualquier resultado personal o empresarial que se grave. Aparte de todo eso, se endeudan diariamente por 2 mil millones de pesos con los financieros neoyorquinos, sus auténticos valedores.
Al mismo tiempo, el régimen manda a su afanador designado, a pedirnos que tengamos fe en la PGR para castigar a los rateros como Javier Duarte. Debería saber que la fe se sustenta en todo lo que no existe, y menos se puede ver. ¡Hágame el refabrón cavor!
Esto no puede seguir así. El pueblo convoca a un paro fiscal para el próximo 14 de octubre. La desesperación tocó fondo. No es posible que los empleados del pueblo sean sus principales verdugos. Y después entreguen las miseria a los neorepublicanos del enfermo Trump. ¿Usted qué haría?
Índice Flamígero: Y sí, a final de cuentas, el ignaro secretario de Gobernación tiene razón: La fe dicta que sólo la Virgen de Guadalupe puede ayudar a México. ¡Un milagro, por favor! + + + Ya entrado en gastos espirituales pide que “la diosa fortuna” le acompañe en el último tramo —¡por fin!— de su sexenio. “¿Quiere más moches?, pregunta el respetable. + + + Y comenta don Rubén Mújica Vélez la ininteligible declaración deque hoy habría cambios en su equipo de colaboradores: A la pregunta de los reporteros, “Peña respondió ‘No tengo ni para decir sí, ni para decir no’. ¿No podría empezar con Nuño, su mentada reforma educativa?” + + + Y no, por supuesto que no habrá relevos en el gabinete. En la última de sus reuniones, que más parecía junta del Consejo de Administración de la empresa que les guarda las maletas, quedó decidido que hasta Gerardo Ruiz Esparza puede continuar en el puesto —no obstante el clamor generalizado que exige su renuncia y hasta cargos penales—, pues de despedirlo habría que entrenar a otro personaje.
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