Tapaos los unos a los otros
Alberto Vieyra G. lunes 24, Jul 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
No hay duda, los partidos políticos son lacras sociales que impiden el avance de los pueblos.
En los últimos 30 años, México, en un universo de 180 naciones, ha sido exhibido entre las naciones más corruptas del mundo.
¿Somos por naturaleza deshonestos y corruptos los mexicanos? ¿Está en nuestro ADN la corrupción? ¿De dónde nos viene esa maldita mala fama? ¿Ya adivinó usted?
Sí, durante la oprobiosa era colonialista los españoles fufurufos hacían todo para que imperará la impunidad abusando de los indios, para que la corrupción sentara sus reales en la nación azteca.
La corrupción es un complejo y vergonzoso fenómeno social, político y económico que afecta a todas las naciones del mundo.
La corrupción destruye las bases de las instituciones democráticas al distorsionar los procesos electorales, socavando el imperio de la ley y deslegitimando la burocracia.
¿Por qué hago historia? ¡Mire usted!
El pasado 19 de julio, y por ministerio de ley, debió quedar conformado en México el Sistema Nacional Anticorrupción.
Al Senado de la República corresponde nombrar a un Fiscal Nacional Anticorrupción, y a los 32 congresos estatales corresponderá la elección de un Fiscal Estatal, a través de los cuales, se canalizarían todas las quejas en contra de funcionarios públicos deshonestos y corruptos, así como la revisión de las llamadas declaraciones patrimoniales 3de3.
¿Por qué no ha quedado instalado aún el Sistema Nacional Anticorrupción?
¡Muy simple! Por la deshonestidad y la corrupción que impera en los partidos políticos. Se dice que hay desacuerdos entre las fuerzas políticas y el Presidente de la República.
¿Y cuáles son esos desacuerdos?
Pues nada, que tanto el PRI como el PAN y PRD, están montados en su macho para que todos los fiscales anticorrupción en el país, lleven un sello partidista. ¡Quieren sus rebanadas de pastel y quieren que haya impunidad! Quieren que se aplique aquella máxima de: “Tapaos los unos a los otros”.
Así, jamás podrá funcionar ningún esfuerzo que busque acabar con la corrupción en México.
¿Qué ocurriría con fiscales anticorrupción apartidistas y con ciudadanos probos al frente de ellas?
Pues que no alcanzarían las cáceles para dar cabida a tanto ladrón de la partidocracia.
En las últimas 2 décadas, más de una veintena de gobernadores se han convertido en delincuentes depredadores de sus pueblos, y los fiscales con sello partidista serían como revolcar a la gata: “hacer que todo cambie para que todo siga igual”.
Ese maldito jaloneo, ha hecho que los senadores, principalmente panistas y priístas, se hayan convertido en violadores de la ley, una ley aprobada por ellos mismos para tal efecto.
Y esta flagrante violación, socava a las instituciones, como el Senado de la República. Senadores como Emilio Gamboa Patrón, Fernando Herrera Ávila, coordinador de los senadores del PAN, y los dirigentes nacionales de ambos partidos, deberían ir a la cárcel por incumplir leyes aprobadas por ellos.
¡Qué peligroso vacío de poder vive la República!, y todo porque la clase política de México se niega acabar con la corrupción, porque éste, éste es el negocio de los sinvergüenzas.