Ni el presidente Peña Nieto, ni el titular de Sectur, Enrique de la Madrid, asoman las “narices” por Cancún
¬ Derecho de réplica viernes 21, Jul 2017Derecho de réplica
Si no es para salir en la foto inaugurando algún congreso o pronunciando uno de esos discursos mamertos, huecos y aburridos que, por cierto, ya no convencen a nadie, ni por equivocación vemos por Quintana Roo, al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, o al secretario de Turismo, Enrique de la Madrid.
Llevamos, como dice la canción, muchas “horas de balazos”… con sus muertos, heridos, persecuciones y el terror de una sociedad completa que no da crédito cómo Cancún se ha convertido en la tierra de nadie, en una tierra sin ley, donde el crimen organizado ha sentado sus reales, ha impuesto su ley, ante la pasividad de autoridades federales, estatales y municipales.
Ya vamos casi a ajustar un año de vivir en el horror y el terror que significa transitar por las calles y avenidas de Cancún (principal punto turístico del país).
La federación recoge con carretilla, literalmente hablando, los billetes que genera el turismo en este paraíso, que se ha convertido en tan sólo un año, un año escúchelo bien, en el infierno por tanta inseguridad y maldad que genera con sus acciones sin fin el crimen organizado para sus habitantes y visitantes.
Llevamos en lo que va del año más de 80 ejecuciones, contadas oficialmente, más las que no se cuentan o aparecen y que deben ser, de acuerdo a los expertos, otra cifra muy similar. Hasta en la Zona Hotelera, nuestro orgullo nacional, aparecen restos humanos “enmaletados” ante el asombro de propios y extraños.
En verdad qué terror da salir o andar ya en la calle a cualquier hora del día.
Con el Jesús en la boca…
Vivimos, como dice mi queridísima Carmen Salinas (la “Corcholata” pa´los cuates), con el Jesús en la boca, con el temor de quedar atrapados en medio de una tantas balaceras protagonizada por las bandas del crimen organizado, que se han asentado aquí sin que las autoridades muevan un dedo para evitarlo.
¡Claro..! como todos los funcionarios usan de escolta al personal que pagamos con nuestros impuestos, ninguno de ellos acepta que lo que vivimos es ya un infierno.
Bueno, y aclaro, que hoy ni “gallo” comí, porque estoy a dieta obligada, jijijijijiji.
En vivo y a todo color han sido transmitidas por las redes sociales al país y el mundo entero las balaceras en pleno corazón de Cancún, vamos a unos metros de los cuates de la policía y en la misma sede de la vicefiscalía de la Zona Norte…bueno ni entiendo para que le cambian de nombre de subprocuraduría a vicefiscalía, si siguen siendo igual de inútiles, como dice mi comadre “Paquita la del Barrio”…salud aunque mal paguen.
No tienen vergüenza
Mire usted, como me ha dado últimamente por indagar y preguntar qué hacen los funcionarios y la IP ante tan preocupante situación le paso al costo lo siguiente.
Uno de los líderes de la Zona Hotelera me dijo que de plano a la prensa hay que ponerle un bozal y callar lo que aquí pasa.
Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas, me dijo el hijo de su… —no, no. no, perdón, perdón querido lector—, y que lo que pasa en Cancún se debe de quedar aquí y punto…no Mouse Mickey.
Y me pregunto: qué pasaría si una de las víctimas de secuestro, violación, asalto, robo u lo que sea, fuera alguno de sus sacrosantos parientes, pensaría igual…y usted que opina, como diría mi destartalado amigo Nino Canuto, chale, ya no me acuerdo bien como se llama el condenado flaco conductor de TV…jijijijijiji.
Y eso no es todo, mire usted, comentando el punto con una alta autoridad municipal, —bueno usted póngale el nombre y échele ceso al asunto…a mi siempre me dejan la bronca de a solapa, pues—, me contestó a botepronto: “En Miami hay mucho más violencia que en Cancún y nadie publica nada”, a lo que le respondí (bueno, ese día si había yo comido “gallo”), que a mi que chin… me importa lo que pasa en Maimi, que yo vivo en Cancún y que lo que me ocupa y me preocupa, es que ya no puede uno salir tranquilo a la calle, ni estar seguro en su trabajo, casa o centro de diversión, ¿o no?…bueno, hay te hablan mi querido Paco Lechón.
¡Con pistolas de madera!
El otro venía echo la “cochinilla” para el periódico y me pararon en el retén que está en la Huayacán, frente a la estación de gasolina “litros de a litro” (no Mouse Mickey que los verifique la Profeco por favor), que está poco antes del entronque con la autopista a Mérida, Yucatán. -mare lindoooo-. Se me acercó un regordete y prieto uniformado y tras bajar el cristal de mi Jaguar, jijijijijiji, me soltó a bocajarro: ¿ya sabe usted lo qué ocurrió…?
Nel pastel, le respondí, a lo que el desesperado agente me replicó: “acaban de asaltar otro banco”, chale, le dije, eso fue hace dos horas en el Santander de Plaza Hollywood y hasta acá los andas buscando.
Bueno, bueno, me replicó en tono ya un poco más relajado, ya sabe usted que nuestros jefes nos mandan a la guerra con estas pinches pistolitas de madera y la verdad de alguna forma nos tenemos que hacer como el “Tío Lolo” porque yo tengo familia a mis hijos no les va a gustar que a su papá cuando tome agua se le salga por los agujeros de la panza que me hagan los malos con sus Uzis y cuernos de chivo, bueno de venado, porque estamos en la Península…va
Por cierto, que una mal encarada y con una tabla con una hoja terminaba un “retrato hablado” quesque de un individuo de origen cubano, identificado como uno de los que más altos ha perpetrado a sucursales bancarias en este paradisiaco lugar.
Bueno, uno, dice mi cuate el teniente Jack, han de ser como chorrocientos, porque los empleados de las sucursales atracadas y los mismos cuentahabientes señalan y coinciden en señalar que las lacritas que le pegan duro al “peligro” aquí desde hace tiempo son de la llamada Isla del Encanto…azúúcar!
Bueno, volviendo al delicado tema que nos ocupa y que es la preocupación de todos los que vivimos en Cancún —poco más de un millón de cristianos—, le comento que es necesario y urgente que nuestras autoridades, llámese Presidente de la República, gobernador o alcalde, deben de tomar más en serio su trabajo y velar por la seguridad de los ciudadanos que son los que pagan con sus impuestos sus sueldos.
Porque transportarse en camionetas de lujo, blindadas y con un séquito de guaruras, todo ello pagado con nuestros sacrosantos impuestos, no se compara a salir a la calle con un miedo de los mil demonios por temor a ser asaltado, robado, secuestrado o aterrorizado por el crimen organizado que cada día se ve se apodera más de nuestra ciudad y nuestra tranquilidad…Tantán.