Duarte y el peso de la ley
¬ Augusto Corro miércoles 19, Jul 2017Punto por punto
Augusto Corro
Anteayer llegó a México el extraditado e impresentable ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte. Su primera noche como reo la pasó en el Reclusorio Norte. Este fin de semana se conocerá su destino carcelario definitivo para enfrentar a la justicia.
Mientras, son muchas las voces que exigen un castigo ejemplar al ex mandatario, que será juzgado por una colección de delitos que cometió durante su administración.
Pasado el mediodía, se inició el recorrido de Duarte y su comitiva del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México al penal. Todos integrados en un convoy de siete camionetas.
Nadie se explicaba como un sujeto cuidado con esmero por los policías, tuvo que hacer el viaje por tierra y no usar un helicóptero para evitar los problemas viales. En fin, parece que con Duarte todo ocurre al revés. Como que se trató de presentar un espectáculo morboso, frívolo.
En fin, ya en prisión, el ex mandatario veracruzano tendrá que responder a acusaciones relacionadas con el saqueo de él y de su pandilla al tesoro público veracruzano.
Sin embargo, poco se dijo de la ola de violencia desatada durante el gobierno del multicitado Duarte.
Los veracruzanos llevan años de sufrir una inseguridad que les cambió sus vidas. Sólo hay que recordar el número de “levantados”, secuestrados y asesinados, durante el gobierno duartista. En esa ola de terror 19 periodistas fueron ejecutados.
El ex gobernador será juzgado con las nuevas reglas derivadas del Sistema Acusatorio Adversarial (juicio oral): leyes que ojalá no “protejan” con exageración a un delincuente que dejó a Veracruz aterrorizado, dolido y humillado.
¿Todo el peso de la ley contra Duarte? Pues sí, es el deseo de los veracruzanos. Las autoridades tienen la palabra. ¿Usted qué opina, amble lector? ¿Será ejemplar el castigo a Duarte? Ya veremos.
CIUDADES PELIGROSAS
Un sinnúmero de ciudades en México son consideradas como peligrosas. La sociedad percibe con mayor inseguridad a Villahermosa, Tabasco; Ecatepec, Estado de México; Chilpancingo, Guerrero; Reynosa, Tamaulipas; Coatzalcoalcos, Veracruz, y Fresnillo, Zacatecas.
Así opinaron los jóvenes de 18 años de edad o más, en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi. Quizá lo nuevo se encuentre en el señalamiento a Villahermosa, donde la gente vivía tranquila.
De las otras ciudades no extraña. Por ejemplo, Ecatepec, que es uno de los municipios con mayor población en México, desde hace varios años se encuentra convertida en tierra sin ley. La población es víctima de todos los delitos: asaltos, secuestros y asesinatos.
En Chilpancingo, Guerrero, los hechos violentos son constantes. Lo mismo que ocurre en Acapulco. Considerado como un territorio en pugna por los cárteles de la droga, los guerrerenses hace tiempo que viven atemorizados.
En Reynosa, Tamaulipas, también se incluye como uno de los lugares con alto índice de criminalidad. Se tiene la impresión que los tamaulipecos son víctimas de una guerra que no tiene fin. La delincuencia organizada tiene en jaque a la sociedad.
Ya sabemos, pues, donde se encuentran los focos de mayor peligrosidad en nuestro país. Ya conocemos que aumenta 74.9 por ciento el temor a la delincuencia. ¿Qué sigue? Que las autoridades se pongan las pilas y combatan en serio la inseguridad. Aunque es como pedirle peras al olmo. ¿O no?
EL PASO EXPRÉS MALDITO
Omar “N”, de 28 años, murió anteayer. El viernes cayó de un puente peatonal que cruza el Paso Exprés, donde se encuentra el socavón donde perecieron dos personas asfixiadas en su coche.
Tras la caída, el joven fue internado en un hospital cercano, donde falleció el lunes.
Juan Mena López y Juan Mena Romero, padre e hijo, iban en su automóvil rumbo al trabajo, cuando cayeron en la oquedad de la autopista. Tras el accidente, los dos hombres estaban en posibilidades de recibir auxilio, que los rescataran.
Sin embargo, la ineptitud o apatía de las autoridades impidió sacarlos con vida del socavón. No se atendieron con atención y rapidez las llamadas de socorro.
Como señalamos en este espacio, las autoridades estatales y federales se hicieron de la vista gorda y le dieron vuelta a la página de la tragedia. Se habló de la renuncia del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, pero como se trata de un político “intocable”, las cosas no llegaron a mayores.
El hilo reventó por lo más delgado, de acuerdo con la tradición de la política a la mexicana y un empleado de segundo nivel, José Luis Alarcón Ezeta, fue destituido, para taparle el ojo al macho, como se dice en términos castizos. Y todo en santa paz.