Reconstruir la República
Francisco Rodríguez martes 18, Jul 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Nuestra convivencia organizada, la posibilidad de ser una res publica en el amplio sentido de esa expresión, fue lograda en México, construyendo el tejido social alrededor de cuatro conceptos esenciales, básicos para erigir el sistema de leyes que fue aceptada, asumida y obedecida por el colectivo. Era su razón de ser.
El concepto de la propiedad, entendida como “desde el infierno hasta el cielo”, bordó todas las luchas por la libertad y los afanes de reivindicación y concordia. Un subsuelo con enormes riquezas naturales siempre fue la manzana de la discordia, el casus belli frente a los apetitos sajones que nunca ha entendido de qué se trata.
Un subsuelo con grandes depósitos petroleros, minerales, capas fósiles propulsoras de sorprendentes feracidades agrícolas, depósitos acuíferos subterráneos ampliamente codiciados por el imperio, capacidades sorprendentes en el terreno químico y alimentario, depósitos de elementos básicos para la industria moderna, como el uranio, el magnesio y la barita, por ejemplo.
El mexicano siempre tuvo la propiedad originaria sobre el subsuelo y el espacio que abarcaba su propiedad particular. Desde la primera Constitución de la res publica —la cosa pública— se le reconoció esa potestad irrebatible, erga omnes, cuyo respeto era básico para asegurar la paz y la convivencia.
Era nuestro el subsuelo, aunque en las regiones laguneras haya sido contaminado por el mortífero arsénico, causante de variantes cancerígenas y de una mortandad que no alcanza a cubrir todo el sistema de concesiones maquiladoras concedidas a empresas extranjeras que, por si fuera poco, todavía son beneficiarias de exenciones fiscales y donaciones de tierras públicas, de mano de obra barata, de agua y luz e infraestructura regalada.
Propiedad originaria sobre la tierra, “del infierno hasta el cielo”, que es un motivo tan alto de interés público, que justifica cualquier retroactividad en su resguardo, la misma que fue aplicada en 1938 a las empresas petroleras que se negaron al salario obrero, recordándoles que desde 1917 se había pactado reconocerlo en toda su magnitud.
La aplicación de la legislación originaria cayó como un fardo sobre las petroleras extranjeras que tuvieron que tomar sus cosas, coger sus maletas y emprender las de villadiego. Nada era más importante que cobijar el principio de propiedad que era una de las piedras básicas del sistema de la convivencia.
Y de ello se derivan importantes referencias que siempre es necesario tener presentes: la interpretación de las normas básicas siempre debe ser en sentido extenso, favorables al débil, cobijando las nuevas ideas que lo fortalezcan, desechando lo viejo, persiguiendo siempre hacer la equidad, aunque perezca el mundo. Fiat aequitas, perect mundis. Como va.
Así debe ser para el bien de todos. El segundo concepto de la res publica es la presunción de inocencia mientras no se demuestre lo contrario. Muchos se han rasgado las vestiduras atribuyéndose haber descubierto el hilo negro con el sistema oral de justicia penal. Es al contrario, con el sistema de oralidad nosotros somos los que queremos imitar las costumbres sajonas.
Porque el principio de inocencia en beneficio del inculpado, del reo, del obrero y del vulnerable es un concepto secular del contenido tutelar del derecho del trabajo y del derecho penal de los mexicanos. Por eso, la carga de la prueba corresponde al que afirma fundamentalmente, excepto cuando el que niega lo principal acude a la afirmación para su defensa.
Los mandamientos seculares sobre el in dubio pro reo, in dubio pro operis, pro delictors, el auxilio de la ley en favor del procesado, del trabajador, del supuesto delincuente, son los textos antiquísimos que han hecho posible la construcción de la vida en función del respeto a la estabilidad, a la legitimidad y a la gobernanza.
El tercer concepto es la ilimitada libertad de expresión, bajo cualquier circunstancia. Nuestra historia ha sido producto de la difusión de las ideas, del respeto al derecho a la información proveniente de periodistas ancestrales que han diseñado los caminos y los objetivos de la comunidad, en todo trance, ante tiranos e invasores de toda laya.
Los nombres de Zarco, Ignacio Ramírez, Altamirano, y una larga lista de preclaros y valientes defensores de la palabra escrita son los antecedentes válidos de la libertad de prensa, y no como creen algunos, que se trata de graciosas concesiones de algún régimen panista de buenas conciencias. Sería un contrasentido.
Libertas ex orare, la contundente expresión latina fue acogida por los eternos luchadores en pro de la libertad, los mensajeros de la información, los defensores de su amplia libertad, sin reductos y sin ambages, hoy tan amenazada por las complicidades entre narcotraficantes y funcionarios modositos, que han sembrado el crimen y el caos en la República.
El cuarto concepto fundador de la res publica es la protesta contra el eterno opresor. México ha sido construido bajo la sombra del acecho permanente de los Estados Unidos, de su codicia y de su ambición sobre nuestro territorio, sobre las riquezas naturales patrimonio colectivo, propiedad originaria de la Nación, “desde el infierno hasta el cielo”.
La historia mexicana es el testimonio de todos los episodios aciagos en los que el Imperio se ha opuesto a la libertad y a la propiedad. Es también la historia de gobernantes lambiscones y entreguistas que se han repantigando en los brazos de esos verdugos desquiciados, orientados únicamente por un apetito voraz, de raíces protestantes y puritanas.
Lo que no existe en la compu o en el celular no existe en el mundo
Nuestro sistema jurídico, construido alrededor del testimonio procesal por escrito, observó durante siglos el principio romano inalterable: lo que no está en el expediente, no existe en el mundo. Quod non est in actis, non est in mundis, recuerda el arcano.
Aunque en el sentido moderno, se haya cambiado por el consenso y se diga que lo que no existe en la compu o en el celular, no existe en el mundo. También, tan cierto como una catedral. El aserto es polvo de aquellos lodos. Nos tendremos que ajustar a la tecnología, porque hoy el Facebook es más peligroso que un cadáver incriminatorio, en medio de un debate crucial.
Las perdularias concesiones sin límite de los entreguistas a los invasores, pan nuestro de cada día, tendrán que ser resueltas por las grandes expresiones jurídicas que hemos aceptado ancestralmente como normas y guías de nuestra convivencia. Los deletéreos mexiquenses no tienen fondo: creen que lo único que existe son los aplausos de los garnacheros. Erradicar los contratos, las reformas estructurales dañinas para el patrimonio público de los mexicanos, debe ser el objetivo de la República. Dar para atrás a las disposiciones de los desquiciados y ambiciosos, debe ser el principio de la restauración de la paz y la tranquilidad en un futuro cercano y obligadamente promisorio, porque nada puede ser que no podamos intentarlo, nada puede ser peor que aceptar con resignación el daño que han provocado los ignorantes y descastados mexiquenses.
Lo que es nulo, produce efectos nulos. En palabras de los legisladores libertarios, Quod initio vitiosum est, non potest tractu temporis convalescere, lo que es dañino de inicio no puede convalidarse con el paso del tiempo. En la duda, siempre es debido lo que cuesta menos, decían los eminentes defensores de la justicia.
¡Hágase la equidad, aunque perezca el mundo!
Reconstruyamos la República, en bien de todos. Cueste lo que cueste, opóngase quien se oponga. No quedemos al margen de la historia, que nada quede por nosotros. El alegato en favor de la justicia y de la libertad, no debe tener fronteras en un país tan traicionado como el nuestro, a menos que queramos ser recordados como blandengues e ignorantes.
Índice Flamígero: Bajo el título “La resiliencia social ante la guerra de baja intensidad”, escribe don Guillermo Portugal Vela: “Desde los setentas las operaciones de inteligencia militar de los sistemas gubernamental o trasnacional del establishment (han desatado una) ‘guerra de baja intensidad’ —que es un conjunto de medidas de represión militar y política para disolver ‘los movimientos de oposición política y armada contra el Estado mexicano’—; sin embargo, a partir del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional del 1 de enero de 1994, dicho sistema entra en una nueva fase de control de sus procesos y de persecución selectiva contra los disidentes de los grupos y actores claves de la sociedad civil, organizaciones gremiales u organismos no gubernamentales. Asunto que se ejemplifica en el documento desclasificado del ‘Informe del Área de OPS. Norte del estado de Chiapas 1995’, relativo a las bases de apoyo del EZLN y los actores de campos de adiestramiento; retorno de los desplazados a sus comunidades de origen; sobre los párrocos y religiosas de la Diócesis de San Cristóbal; la organización ‘Desarrollo, Paz y Justicia’ y de manera central el activismo de la organización ‘Xi’Nich’. Desde esta perspectiva, las operaciones de inteligencia son un insumo para la toma de decisiones de los poderes fácticos; pero a contracorriente el movimiento neozapatista por su desarrollo local endógeno de sus municipios autónomos y las juntas de buen gobierno está ganando apoyo de ‘la sociedad civil mexicana, las organizaciones de nativos americanos y del movimiento chicano’.
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