El circo mexicano de la política
Francisco Rodríguez jueves 13, Jul 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Cada país produce y reproduce a sus propios impostores. En todas las clases sociales, sectores, regiones y niveles, los farsantes aparecen, generalmente como aquellas personas que ostentan más currículum que biografía. Más lauros engañosos que merecimientos. Generalmente, diseñados para el atraco, la simulación, la traición y la codicia. Son los tartufos del escenario.
Mientras más pequeño y pobre es, el país produce simuladores cada vez más ridículos y ostentosos. Son lacras vivientes y vigentes. Imposible soslayarlos, siempre se hallan detrás de las tragedias, de los engaños pertinaces, de las burlas ofensivas, de las mayores denigraciones. Llegaron para quedarse, según se observa.
Lo que dijo André Bretón, al calificar al gobierno español de Alcalá-Zamora como la república de los profesores —por la gran tarea educativa desarrollada en corto período—, bien podría parodiarse para el caso mexicano, haciendo referencia e la República de los impostores. El reino de los farsantes insaciables y vengativos.
Un repaso breve por los ámbitos internacionales generalmente señala a los que utilizan los poderes extralegales para imponer supremacía. Son las corazas de proa de toda reacción, el elemento infalible, el cebo indispensable para la truculencia y la mano del gato que mece la cuna. Políticos, empresarios, líderes, merolicos, comerciantes, mercachifles y toda una estela de engañabobos empoderados que, en realidad asumen importancias personales exageradas. Están en todos lados de la estructura.
Hitler, Mary Baker, el Duque de York, Donald Trump, Giscard d’Estaing, Ronald Reagan, George Walker Bush, entre muchísimos otros. Pero aquéllos son otros López.
Los presidentes mexicanos de los últimos 72 años, y los que usted guste anotar, son realmente imprescindibles en cualquier lista que se respete. Figuras icónicas del embuste, la mentira, la simple apariencia exaltada hasta el paroxismo… por los medios de comunicación a modo de todos los tiempos.
En el caso mexicano es imposible no identificarlos. Los impostores, generalmente presentados como salvadores de la patria, han sido personajes creados desde un escritorio, sumamente obedientes a sus superiores, sin un solo acto de respeto, sin huella en su hoja de vida, sólo escogidos para la comedia por la fuerza de sus promotores.
La influencia de los medios masivos de comunicación ha sido su plataforma de despegue, a base de sospechosas unanimidades en la calificación de sus supuestos atributos, empeñados en la manufactura de productos de consumo masivo que están abocados a precipitar las condiciones de dominio extranjero, a servirle al patrón de afuera y a sus palafreneros de dentro.
Empoderados a contrapelo de las decisiones mayoritarias, pues las cantidades de sufragios en su favor son sólo anecdóticas para legitimar sus asunciones. Los aparatos de poder hacen el resto. Los medios cumplen su papel de testaferros. La mayoría, surgidos de escuálidas votaciones y grandes rimbombancias.
Hemos sido gobernados por burócratas insensibles, a quienes no se les ha dado ni luchar, ni pelear, ni disfrutar el poder, sólo refocilados en un concepto de venganza mediocre y rastacuera. ¡Así nos ha ido! Generalmente, los impostores acaban por creerse su papel, y es aquí cuando se vuelven más peligrosos e insaciables.
Nos han endeudado hasta el paroxismo, han provocado con su codicia la masacre de 250 mil mexicanos inocentes, ejecutados, desplazados y torturados, han saqueado el país, rematado la geografía nacional, pasado por encima de la Constitución que juraron respetar, abjurando de todo concepto de bienestar colectivo, de respeto a la Patria.
El circo mexicano de la política se ha visto enriquecido por designaciones de donde surgen personajes que resultan una mezcla de lo peor de la picaresca de vodevil. Tenemos enanos del tapanco, aquéllos que lanzan bravatas y voladas en contra de los corruptos desde el fondo de la taberna, sin los arrestos necesarios para cumplir sus amenazas, sin autoridad moral que pueda legitimarlos.
Simuladores de la honradez acrisolada, bufones y rastreros que no dudan en engañar y aprovecharse del pobre que crea en sus palabras. Emisarios de otros peores que se encuentran moviendo los hilos para promover sus arribos. El caso de Ochoa Reza, lacayo de Videgaray es ya emblemático. Vaticina una tormenta en toda la línea, ejecutada por el tartufismo rampante.
Los simuladores son los payasos de las cachetadas. Los que deben representar la figura del Tancredo para aguantar todos los denuestos sin moverse, con la esperanza de no ser arrastrados por el burel furioso que salga del túnel a la hora de la verdad. Saben cuál es su función y la asumen. Son los adelantados de sus patrones.
Como no tienen conciencia de lo que pueden desatar, desempeñan su papel abusando de sus desvalimientos y torpezas. Los lanceros de petate, simuladores profesionales, aparecen cada día en racimo, en un momento en el que el sistema pasa por su prueba de fuego de asesinatos y corrupción, que ellos atizan cariacontecidos y ridiculizados por el respetable que ya está hasta la madre.
También, convierten instituciones que deberían ser respetables, como la antes temida PGR, en bolsas de trabajo con sueldos inimaginables para emplear de directoras generales con poderes plenipotenciarios a las insulsas novias de Humberto Castillejos Cervantes y Enrique Peña Nieto. Execrable en grado extremo.
O convierten el nuevo y aún nonato Sistema Nacional Anticorrupción en cajón de sastre para darle chamba con sueldos de sultanatos a mentecatos de octavo talón, cuyas caras al rendir juramentos malogrados, denotan ignorancia y ambición. Las burlas al colectivo deben tener una sanción que se respete, antes de que cualquier chiquilicuatre se cruce la ya tan raída banda presidencial. Aunque esto es difícil de superar, por las vergüenzas que nos ha causado el indigno Peñita.
Farsantes e impostores ocupan los puestos de mayor responsabilidad
Es por esos payasos que el circo ha quebrado. Es un fracaso hasta para distraer al respetable. Leones desdentados, contorsionistas fracturados, payasos desangelados, ocurrentes y libretistas sin argumento ni gracia. El circo puede bajar las cortinas y regresar el costo de los boletos antes de que siquiera empiece la temporada grande.
Son farsantes e impostores de tercer talón quienes han atracado los puestos públicos de mayor responsabilidad sin haber leído un solo texto, los que brincan de aprendices de financieros a aprendices de cancilleres y se hacen llamar estadistas, gastando el dinero del pueblo, los que detentan la Secretaría de Educación sin saber “ler”… todos, unos ñoños iletrados.
Los que brincan de un sexenio a otro, de secretarios particulares y jefes de compras, ávidos de calzarse las cuatro estrellas del uniforme castrense, para investirse como almirantes mayores de la Marina Armada y general secretario del Ejército Nacional. Es deletéreo que todavía exijan sumisión y obediencia a las tropas, cuando todo mundo sabe de qué pie cojean.
Los perfumaditos gobernantes de los estados, rateros de siete suelas, que luchan por imponer a sus favoritos y guardaespaldas, tapaderas de fraudes inconmensurables, plataformas de lanzamientos de presidenciables obtusos y afectados, producto de mentes huecas y enfermas, simples maltratados sentimentales.
Como también son impostores los mercachifles textoservidores, los loros radiofónicos que se asumen como dueños de la verdad y quieren utilizar sus sitiales radioeléctricos como púlpitos desde donde lapidan sin recato a sus víctimas de reportajes ordenados por los valedores. Forman parte de una claque de protegidos que se sienten inmunes a la réplica, blindados ante la opinión pública, por encima del hilo negro y el agua tibia.
Forman parte de una estela corrupta que afortunadamente va de salida. El creciente poder de la opinión pública informada no admite a esos embaucadores con ropaje de matasietes, guasones, rateros con y hasta sin licencia de locutores.
Ellos, los de allá del norte, los que los promovieron, aplauden y sostienen a esta caterva de bufones. Son los primeros responsables de la tragedia mexicana. Ojalá sólo se hayan enriquecido a ése son. Porque de conciencias, ni hablamos. Ya no tiene caso. Son millonarios en dólares, los mismos que bañan a narcos, cómplices y delincuentes de altísima peligrosidad.
¿Usted qué haría?
Índice Flamígero: Y seguimos con la STC (¿Secretaría de Transas y Corrupciones?) del gobierno, a cargo de El Richard Gere Región IV, Gerardo Ruiz Esparza: ¿Quién supervisó la calidad de los materiales de construcción del llamado Paso Exprés en la autopista México-Acapulco? ¿En qué se gastaron realmente los 2 mil 213 millones de pesos “invertidos” -jejeje- en sólo 14.5 kilómetros de construcción? Ayer esta pésima “inversión” cobró la vida de dos personas, al caer el vehículo en el que viajaban en un socavón ¡de 5 metros de profundidad! Le echan la culpa a las lluvias, pero… ¿A cuánto ascendió el “moche”? ¿Cuánto de ello fue “para los de arriba”? + + + Muchos mexicanos sentimos envidia de nuestros hermanos peruanos y brasileños. En el país andino, el fiscal provincial Germán Juárez Atoche presentó un pedido de prisión preventiva contra el ex presidente de la República, Ollanta Humala y su esposa, la ex primera dama Nadine Heredia, por los presuntos delitos de lavado de activos y asociación ilícita para delinquir. El pedido de prisión preventiva contra el ex mandatario y su esposa no sólo se basa en el testimonio del empresario brasileño Marcelo Odebrecht, quien aseguró haber entregado 3 millones para la campaña nacionalista en el 2011, sino también en las declaraciones de otros colaboradores eficaces que habrían presentado pruebas a la fiscalía sobre entrega de dinero realizados a la pareja. Y en el país carioca, también ayer mismo, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue condenado a nueve años y medio de cárcel por un tribunal de primera instancia, por su implicación en la red de corrupción que operó en Petrobras (Oderbrecht al centro de la trama) y que ha salpicado a una parte importante del establishment político brasileño. La sentencia fue dictada por el juez Sergio Moro, responsable de las investigaciones sobre la colosal trama corrupta destapada en el seno de la petrolera estatal, quien encontró a Lula culpable de los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero. Aquí, mientras tanto, los ex presidentes Salinas, Zedillo y Calderón se enriquecen con sus tratos con empresas energéticas. Fox y “Martita”, reciben donativos y terrenos.
www.indicepolitico.com
pacorodriguez@journalist.com
@pacorodriguez