El inicio de la democracia
Ramón Zurita Sahagún viernes 7, Jul 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
El seis de julio es una fecha importante en el calendario político mexicano, al que se podría llamar el día del inicio de la vida democrática en México, cuando en 1988 se produjo una elección sumamente complicada, a la que han dado en considerar como un fraude electoral.
Compitieron Carlos Salinas de Gortari, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, Gumersindo Magaña y Rosario Ibarra de Piedra, dándose una batalla por el voto entre los dos primeros que culminó con la llamada “caída del sistema”, al fallar las computadores y provocar un vacío de información.
Fue una elección en la que el PRI alcanzó apenas el 50 por ciento de los sufragios, mientras que Cárdenas Solórzano aterrizo arriba del 30 por ciento y el resto repartido entre los otros tres candidatos.
El resultado electoral no convenció a la mayoría que catalogó el proceso electoral como fraudulento y así quedó registrado en los anales de la historia.
Claro que el resultado sí produjo en los electores un escozor que al mismo tiempo les dejó en claro que se podía derrotar al PRI, pero se requería de organización y trabajo.
De esa forma se inició la construcción de la democracia en México, aunque habían existido intentos fallidos de ello, el partido mayoritario siguió convertido en una gran maquinaria electoral.
A diferencia de ese pasado que en 1940 y en 1952 había tenido expresiones violentas que derivaron en decenas de muertos, los comicios de 1988 provocaron algunas muertes, pero no en cadena como en aquellos años.
Por el contrario se dio el tema de los primeros triunfos de la oposición en los estados, aunque tampoco convencieron a unos y otros y se le conoció con el término de concertacesiones.
La primera de ellas ocurrió en Baja California, donde Ernesto Ruffo Appel venció a la candidata priísta Margarita Ortega Villa y se convirtió en el primer gobernador no priísta de la historia moderna de México.
Carlos Salinas de Gortari había sido reconocido meses antes como el ganador de los comicios presidenciales de 1988, mientras que Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano había logrado conjuntar a la mayoría de los grupos de izquierda y fundar un partido, el PRD.
Un par de años después del triunfo de Ruffo Appel, Ramón Aguirre Velázquez ganó los comicios en Guanajuato y en una concertacesión que no gustó a propios y extraños fue obligado a solicitar licencia y se le entregó la plaza a Carlos Medina Plascencia y se inició la leyenda de Vicente Fox que había sido el candidato vencido.
Desde aquel entonces, se sentaron las bases para la alternancia, la que se ha producido en más del 80 por ciento de las entidades del país y llegó hasta la Presidencia de la República, donde gobernó ya el PAN por dos sexenios y regresó el PRI y se considera que en la siguiente elección (2018) habrá una nueva alternancia.
En aquel 1988 existieron una serie de villanos, señalados como causantes del supuesto fraude electoral, personajes que hoy en día, varios de ellos, siguen dentro de la actividad política, casi 30 años después.
Carlos Salinas de Gortari el más beneficiado en aquella elección, pues le fue otorgada la victoria, intentó hacer carrera política a nivel internacional, aunque terminó como uno de los grandes villanos para la ciudadanía, pero su opinión al interior de su partido sigue siendo importante.
Manuel Bartlett Díaz, secretario de Gobernación, en aquel entonces, consiguió ser secretario de Educación Pública y gobernador de Puebla, en lo que se catalogó como pago de sus servicios prestados al Sistema. Después intentó ser candidato presidencial y se conformó con ser senador por el PRI y ahora senador por el Partido del Trabajo.
Manuel Camacho Solís, secretario general del PRI y constructor de los acuerdos que permitieron el reconocimiento del triunfo del PRI, fue regente del DF y breve secretario de Relaciones Exteriores, desde donde rompió con el Presidente y se fue a la oposición, al PRD del que fue diputado federal y senador, hasta su muerte.
José Córdoba Montoya, fue el arquitecto de todo el engranaje salinista, por lo que fue el hombre poderoso de ese sexenio.
Diego Fernández de Cevallos fue con Luis H. Álvarez, los negociadores por parte del PAN que permitieron acuerdos que dieron paso a la apertura democrática. Fue diputado, senador y candidato presidencial y hasta hoy sigue siendo un político sumamente influyente. Álvarez fue senador y falleció hace relativamente poco.
Manuel de Jesús Clouthier del Rincón, candidato presidencial del PAN y opuesto a las negociaciones entre su partido y el ya Presidente Salinas, falleció al poco tiempo. Clouthier junto con Cárdenas y Rosario Ibarra construyeron un eje de presión para anular los comicios, lo que no obtuvo respuesta positiva.
Los que pagaron las consecuencias de sus errores fueron los gobernadores del Estado de México, Michoacán y Baja California, así como el Distrito Federal, donde Salinas de Gortari perdió la elección.
Mario Ramón Beteta, Luis Martínez Villicaña y Xicoténcatl Leyva Mortera, fueron conminados a solicitar licencia a su cargo y refugiarse en cargos menores del gobierno federal, mientras que a Ramón Aguirre le pasaron la cuenta de la debacle electoral en el proceso electoral de 1991 en Guanajuato, donde la diferencia con el segundo lugar, Vicente Fox Quesada, era abrumadora.
Hoy a muchos años después (29) de aquel suceso queda registrado como el principio de la democracia mexicana, marcada por algunos intentos que produjeron hechos sangrientos en 1930, 1940 y 1952, principalmente.