Al descubierto, los impostores
Francisco Rodríguez jueves 6, Jul 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Lo mejor de la premiada literatura latinoamericana de todos los tiempos se ha construido no sobre las estrategias, la inteligencia o las cualidades de nuestros políticos, sino sobre sus procederes contra la población. Desde Juan Rulfo, pasando por Augusto Roa Bastos, Miguel Ángel Asturias, hasta Alejo Carpentier, varios Nobel en la lista, esto es así: somos la joya de todas las imprudencias.
Han sido tan nuestros los personajes, los figurones que han hollado este continente que, aunque quisiéramos inventar unos más chuscos, no podríamos. Paisajes profundos, como aquél que relataba la angustia de la madre del prócer boliviano: si hubiera sabido que mi hijo iba a ser presidente, lo enseño a leer o a escribir.
O sobre aquél dictador venezolano que anunció su muerte para saber quiénes eran sus enemigos. Al estallar el júbilo popular, escondido tras los cortinajes, ordenaba: fusilen a éste, cuelguen a aquél… a ese échenlo a los tiburones… Y cuando realmente murió, fue necesario sentarlo en la silla presidencial para que la gente descreída pudiera tocarlo, y asentir que sí, que está vez estaba muerto.
No es posible mejorar las historias del dominicano Trujillo, quien nombró general de todos los ejércitos a su pequeño hijo Radamés, y pretendió canonizar a su madre. O las de Maximiliano Hernández, prócer de San Salvador, que para prever una epidemia de escarlatina mandó forrar de papel rojo el alumbrado público, a la vez que ejecutó de golpe a 30 mil campesinos.
O sobre La Flor de México, la perspicaz jarocha Dolores Tosta, esposa del dictador Santa Anna, que alquilaba mendigos en el centro de la ciudad de México, para hacer creer al esposo, enfermo por la nostalgia del poder en San Agustín de las Cuevas, Tlalpan, que iban a pedirle audiencia para que girara instrucciones a sus subalternos y se resolvieran sus problemas, restableciéndoles su gran poder económico perdido.
O de Miguel Contreras Torres, ese director michoacano de cine de media cuchara, realizador de las cintas en blanco y negro sobre la emperatriz Carlota, que hizo tanto dinero con el que regaló a su amante, Medea de Novara, la actricita gallega que encarnaba a quien terminaría loca en Miramar, el castillo principal —insignia de los escudos de Vaduz y Schellenberg— joya histórica del Principado de Liechtenstein.
O los relatos de las jovencitas socialités de México que posaban con los hijos de supuestas dinastías europeas, todos ellos galanes mentirosos, quita fortunas y virginidades, para presumir inexistentes prosapias en las páginas rosadas de los pasquines tendenciosos. Descubiertos los engaños sentimentales, costaba más silenciar las vergüenzas que el daño causado.
Y aunque tocó a las plumas maestras hacer las radiografías escrupulosas de nuestros folclorismos, fueron la base para entender los rasgos más reveladores de todos los demagogos, impostores y simuladores que han poblado esta realidad política rupestre. En el interior han sido vergüenzas, en el exterior, perfiles aclamados de lo mejor de nosotros mismos.
Ha sido demasiado cierto para ser verdad, pero lo es. Es más cercana a nosotros la corriente analítica que explica a la política como un sistema de alucinaciones y simulaciones, que como un estudio de lo suntuoso. La estrategia de la apariencia, de la pretendida seducción y de la sustitución de la realidad por la fantasía siempre fracasada, ya es parte de nuestra memoria colectiva.
En El crimen perfecto, analizando lo anterior, Jean Baudrillard escribe: “la política de ellos es la historia de un crimen, del asesinato de la realidad. Si no existieran las apariencias, el mundo sería un crimen perfecto, sin criminal, motivación ni huellas… en el horizonte de la simulación no sólo ha desaparecido el mundo, sino que la verdad se ha resuelto presentando su apariencia de ser…”
El simulador define lo verdadero y lo falso, lo real y lo irreal; el sentido desafortunado de todos los empeños serios por progresar o por siquiera exigir que se actúe con honradez, con mínimo decoro, tal vez con elemental sentido de la proporción, que se apegue a cualquier guión más o menos bien estructurado.
La simulación política es el tipo de sustitución, de impostura, que rompe todas las reglas de lo permisible entre la sociedad y sus dirigentes. El embaucador, el charlatán, el defraudador, es aquél que actúa sobre las masas inermes, indefensas o apáticas.
La mediocridad está asociada a la personalidad de los mercachifles de este corte. No se requiere gran talento, ni cierta condición moral, ni sabiduría trivial, muchísimo menos compromiso. Todo eso puede convertirse en obstáculo para su gran misión, que es complicitarse con otros iguales que ellos.
Personajes despojados de cualquier atributo, dedicados a la pretensión obtusa de la dominación absoluta, catapultados a las cumbres tempestuosas del poder. Cuando son puestos a prueba en las altas atmósferas, se desencadena algo fisiológico, convirtiéndose aquéllos que disfrutan del deseo de dominio, de la obsesión de robar y matar.
La disposición compulsiva del anodino, del mentecato, al poder por sí mismo, a la dominación compulsiva, lo aleja de los mortales y lo acerca a los dioses. La persona ha cambiado. Cuando se produce esa complacencia enfermiza por el deleite y el deseo de poder, es que se ha incubado al nuevo prócer.
El político embelesado por estos influjos siempre encuentra argumentos convincentes para la masa, aunque cueste sostenerlos en la realidad. Se describe a través de informes, descripciones estatales, estadísticas oficiosas, panfletos redactados por periquillos a sueldo, sin una sola comprobación ni asidero. Sólo se comprometen “ante el tribunal de la historia”.
Son sólo predestinados que se inclinan al enriquecimiento ilícito, beneficiándose de circuitos de influencia, de redes clientelares, de mecanismos de extorsión y chantaje, de prácticas de corrupción sin tope. Los predestinados no deben ni pueden tener escrúpulos, mucho menos cuando han sido descubiertos.
Cuando pasa eso, prefiere amenazar, espiar, mostrarse como un castigador inflexible, manifiesta su decisión implacable de castigar o exterminar al que no obedece. Se convierte en el golpe de la fuerza, sin miramientos. Ha llegado a los terrenos de lo absolutamente chusco, de lo ridículamente criminal.
Cuando los impostores son descubiertos, atacan sin piedad, pues prevén que viene lo peor para ellos. La mente social los señala y repudia, y ellos contestan con toda la fuerza instalada: presupuestos públicos ilegales, al caño de los caprichos, garrote represor a mansalva, robo descarado que prepara la inmunidad y la fuga, descaro en la denuncia, cinismo ramplón en cualquier desplante. Posan para la infamia, desde el siniestro escaparate de los dictadores.
Eso es lo que pasa hoy en México. No hay límite, no hay presupuesto reservado que no se pueda saquear, no hay actividad económica en la que no hayan hecho sus “bisnes”, y ahí están, esperando que en el 2018 llegue su exculpación adelantada ante la inminencia de lo patibulario.
Y eso comprende todo: carísimas campañas de publicidad —EPN ha pasado las últimas semanas grabando spots en diferentes “locaciones” de toda la República; y brotan “espontáneamente” anuncios espectaculares agradeciéndole la construcción de carreteras ¡en las que ha invertido el sector privado y por las que tendremos que pagar peaje!— denigrantes sobre el adversario, huevazos contra los reclamantes, ejecutados como venganzas simbólicas y mensajeras en Huatusco, la tierra nativa del supuesto infidente que les echó encima una catarata de verdades y legiones de activistas que ni en sueños febriles han tenido para su causa ramplona, gobernadores de otros territorios inodados en los fraudes electorales, maletas de nuestro dinero aplicadas sin rubor en el empeño fraudulento y asesino, más un largo catálogo de estiércol e impudicias.
Lucha demencial en contra de la realidad y de lo inevitable: lo que llegará aunque ellos se resistan, porque la decisión popular ha sido tomada, y se refleja en los reportes de todos los grandes rotativos del universo, que expresan pena sobre los acontecimientos que sufrimos en nuestro propio territorio. ¡Doce puntos porcentuales de diferencia en favor de la oposición los condenan!
Contra facta, non verba. Nadie puede rebatir lo que sucede. La voladora está en acción.
¿Usted qué haría?
Índice Flamígero: En un Estado, como el nuestro, donde las leyes son ignoradas se dan casos como el de don Gustavo Adolfo Vargas González, quien elige esta vía para hacer llegar al magistrado Roberto Flores Toledano, presidente del H. Supremo Tribunal de Justicia en el Estado de Puebla, su petición de que su caso sea atendido… tras 11 años de espera: “Ruego a usted, proceda a la revisión del Proceso 149/2010, Juzgado Primero Penal en la Ciudad de Puebla, que lleva once años y actualmente pasa por irregularidades en mi contra. El procesado es el ortopedista Alfonso Pedraza Aguilera. Y la causa de la demanda es una infección postoperatoria, de mi pierna derecha, posterior a cirugía de artroplastia.” Narra los hechos don Gustavo: “Fui sometido a artroplastia, el 25 de febrero de 2006, recibí alta hospitalaria, sin retirar el drenovac colocado en mi pierna, lo que motivo la infección. Me atendió en su consultorio, con tratamiento de antibióticos orales que ensombrecieron los signos y síntomas, permitiendo el avance de la infección, sin atender de manera oportuna el proceso infeccioso. A los once días de la cirugía, me retiró el drenovac en su consultorio. En la atención hospitalaria existió omisión de protocolos médicos indicados por la Academia Médica. Debió retirar de inmediato la prótesis infectada. Decidió practicar aseo quirúrgico, en el cual, según el expediente clínico, observó pus en la prótesis, prueba de infección. Debió proceder a retirar la prótesis infectada, para salvar la extremidad. Durante 42 días, no me informó veraz y oportunamente sobre mi atención médica. Impidiendo pedir una segunda opinión, para frenar el avance de la infección a osteomielitis con consecuencia de artrodesis, lo que produjo invalidez total y permanente. Violó el derecho constitucional a la salud, olvido el juramento hipocrático (hacer el bien), omitió protocolos, manteniéndome 42 días, entre hospitalización y asistencia en su consultorio, en ese lapso; practicó tres lavados quirúrgicos, sin retirar la prótesis infectada. Finalmente, vencido y evidenciando su falta de profesionalidad, siendo ortopedista con asistencia del servicio de infectología, ordenó me enviaran a la Ciudad de México (Hospital Mocel) para que me atendiera: Ortopedia e Infectología. Al siguiente día, un equipo ortopedista, asistido por un infectólogo, retiró la prótesis infectada y coloco espaciador, iniciando la atención de la osteomielitis, causado por inadecuado tratamiento de la infección postquirúrgica. Controlada la infección, se procedió a la artrodesis de mi rodilla. El proceso duró año ocho meses, con lapsos de hospitalización, consulta externa y atención domiciliaria. Finalmente se me dio el alta hospitalaria. Cuatro meses después, presenté en el Ministerio Publico denuncia y/o querella, por lesiones por responsabilidad, a título de culpa profesional. No tuve oportunidad de presentar denuncia por la vía civil, al prescribir esa posibilidad, eso hubiera sido más rápido y menos traumático. Pero me llevó dos años tener la posibilidad de asistir al Ministerio Publico. El 20 de noviembre de 2007, presenté denuncia penal en la Agencia del Ministerio. El motivo de la denuncia fue: Responsabilidad Profesional médica y lesiones. Iniciando la Averiguación Previa A.P. 4634/2007/NORTE. El procesado recibió sentencia definitiva por lesiones a título de culpa profesional. Amparándose. Procedió su amparo, ordenando el regreso del expediente 149/2010 al juez de origen, para reponer la reunión de peritos omitida durante la Averiguación Previa. Cumplida la reposición de la reunión de peritos, se levantó el acta correspondiente y se comprobó la existencia de conflicto de intereses de los peritos del procesado, al haber fungido como primero y segundo ayudantes del equipo quirúrgico del procesado. Previo a la decisión del juez, solicite que CONAMED hiciera el tercer peritaje en discordia, se solicitó a CONAMED, un comisionado que asistiera al juzgado a elaborar el dictamen. CONAMED, contestó que no disponía de un comisionado para atender el peritaje en el juzgado, debiendo el juez enviar el expediente completo, para que en CONAMED se efectuara el dictamen solicitado. El juez Primero Penal, solicitó al director general del Hospital Regional Dr. Rafael Moreno Valle, designara al tercer perito en discordia. Actualmente estoy en espera del acuerdo del juez, sobre el tercer peritaje en discordia, elaborado por el Dr. Javier Rivera. Tengo pruebas de que ese dictamen debe ser desechado, haciendo valer el principio de contradicción. Y recordando que es el juez quien determina y el tercer perito en discordia, no juzga”. + + + Mis más sinceras condolencias y las de mi familia al colega Norberto Amaya Aquino, por el sensible fallecimiento de su señora madre, doña Felícitas Aquino Juanillo, acaecida el día de ayer en la ciudad de Puebla. Descanse en paz.
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