La baratija del PRD
¬ Augusto Corro martes 4, Jul 2017Punto por punto
Augusto Corro
“No importa aliarse con quién sea, lo importante es la sobrevivencia”. Este parece ser el pensamiento de la dirigencia perredista que anunció la posibilidad de participar en el denominado Frente Amplio Democrático (opositor) para las elecciones presidenciales del 2018.
Sin rubor alguno, la cúpula política del Partido de la Revolución Democrática (PRD) dijo estar dispuesta a buscar coaliciones con otros organismos políticos, para empezar con Acción Nacional (PAN), que también se encuentra en condiciones de aliarse, sin importar ideologías, ni credos.
El PRD pasa por momentos difíciles. Poco le queda de ese partido que logró crecer bajo la sombra de los ex priístas Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, dos de sus principales fundadores, quienes no pudieron expulsar a los perredistas indeseables que dañaron la imagen del partido.
Identificados como “Los Chuchos”, de la tribu Nueva Izquierda (NI), encabezados por Jesús Ortega y Jesús Zambrano, se adueñaron del partido y empezaron a hundirlo con decisiones políticas erróneas, como el entreguismo a las autoridades federales priístas. El Pacto por México en nada les favoreció.
Antes, sus gobiernos municipal y estatal en Guerrero, donde el sol azteca predominaba, fueron opacados por la violencia en la entidad, que culminó con el secuestro de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El alcalde, José Luis Abarca, se encuentra preso por su presunta intervención en esos hechos oprobiosos.
Abarca llegó al poder municipal amparado por “Los Chuchos” que lo apoyaron. Lo mismo ocurrió con el gobernador Ángel Aguirre, de triste memoria. Tuvo que renunciar a su cargo, luego de su fallido gobierno, que permitió el crecimiento de la narcodelincuencia en la entidad.
Los dirigentes perredistas, quizá con algún remordimiento, fueron a Guerrero a pedir perdón por los malos gobernantes extraídos de sus filas. El enviado fue Carlos Navarrete, recién ungido como presidente del PRD. La historia no terminó.
Después empezaron las renuncias de personajes a su militancia perredista. Lo dejaron el propio líder “moral”, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, etc. Se fueron del sol azteca y los acompañaron ejércitos de inconformes.
A lo anterior debe sumarse el divisionismo que existe, desde su fundación, en el PRD, y que es atizado por las tribus que lo conforman, mismas que velan más por sus intereses mezquinos y sus negocios personales.
Además, un grupo de legisladores perredistas, con el ex coordinador amarillo en el Senado, Miguel Barbosa, renunciaron a la bancada perredista. En la dirigencia del PRD, Alejandra Barrales estuvo en el ojo del huracán, pues salió a la luz pública que es propietaria de un departamento lujoso en Miami, cuyo valor supera el millón de dólares.
Sobre la participación en la posible alianza democrática (opositora), la pregunta obligada a la cúpula perredista es la siguiente:
¿Buscan coaliciones con otros partidos en busca de la supervivencia?
Es posible. Porque el PRD ya vivió sus mejores tiempos. La izquierda no irá unida a las elecciones del 2018. El perredismo debilitado busca asirse de una tabla salvadora que le retrase la extinción.
Tuvo la oportunidad de comprobar que las alianzas le funcionaron en Durango, Quintana Roo, Nayarit y Veracruz. Ganaron los candidatos panistas a las gubernaturas. Los amarillos fueron los apoyadores, sin mayores beneficios. ¿Eso buscan para el 2018?
La primera etapa para buscar una alianza con otros partidos parece que ya fue superada. En caso de que participen unidos PAN-PRD en la lucha electoral del 2018, ¿de qué partido surgirá el candidato presidencial? ¿Del PAN? ¿Del PRD? ¿Se derechiza el PRD, o sucede al revés con el PAN? No se ve fácil. ¿Seremos testigos de la mezcla del agua con el aceite?
De acuerdo con la información, los dirigentes perredistas y panistas se encuentran felices por el proyecto de llevar a cabo una alianza democrática para el 2018. ¿Lograrán unificar criterios izquierdistas y derechistas? A nivel de dirigencias se tiene la impresión que sí podrán caminar de común acuerdo.
El conflicto surgirá cuando las bases de ambos partidos empiecen a protestar por los nuevos acuerdos de sus líderes. Seguro que habrá deserción de militantes perredistas y panistas. No importa lo que ocurra, por ahora es necesario que el PRD siga con vida, aunque no sea con la más honrosa de las maneras: el olvido de los principios y convicciones.