Demagogia de Margarita
¬ Augusto Corro viernes 30, Jun 2017Punto por punto
Augusto Corro
La aspirante panista a la candidatura presidencial, Margarita Zavala de Calderón, tiene una imagen distorsionada de los electores.
Sin contemplación alguna expresó, en su gira por Veracruz, que si obtiene el triunfo en 2018, combatirá al crimen organizado “como se hacía antes”.
Seguro que se refería a la guerra fallida de Felipe Calderón contra la delincuencia organizada, que tuvo un saldo de miles de muertos, viudas, huérfanos, secuestrados, desaparecidos y cientos de fosas clandestinas.
Además, en el sexenio calderonista se hicieron a un lado los derechos humanos y se practicó la tortura.
Se trató pues de una lucha desigual, dispareja, porque el entonces mandatario Calderón se enfrentó sin ninguna estrategia. Trató de justificar su presencia en Los Pinos con acciones policiacas que a nada positivo condujeron.
En las administraciones panistas de Vicente Fox y Calderón se colocaron los cimientos para la construcción de los males que aquejan a la sociedad mexicana: inseguridad, impunidad y corrupción.
La aún precandidata blanquiazul o trata de burlarse de la gente o piensa que ya se olvidaron los errores de los panistas en el poder. ¿Nunca supo de la violencia desatada que derivó de la guerra antinarco?
No se trata de ser un experto para saber que la lucha contra la delincuencia organizado fracasó desde el principio, pero la esposa de Calderón habló de “fortalecer lo que ya se venía haciendo antes y se han abandonado (…) Yo quiero lo que todos quieren: los delincuentes en las cárceles; más familias y los ciudadanos en las calles; la policía y los ministerios públicos con control de confianza y protegiendo a los ciudadanos y a las familias”.
¿Dónde andaba para realizar los deseos que ahora nos llegan como promesas? ¿Nunca supo de los errores de Felipe en la guerra contra la delincuencia? ¿No sabía que la lucha contra los capos era como una poda que producía más y más criminales?
En una de sus reuniones también felicitó al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, porque decidió enfrentar con valentía y con la verdad al crimen organizado. O la distinguida panista no lee las noticias o ni idea tiene de lo que sucede en Veracruz, donde la espiral de violencia que llegó para quedarse, a pesar de que el flamante mandatario veracruzano prometió en su campaña erradicarla en seis meses. Puro jarabe de pico.
NO HABÍA NECESIDAD DE DECIRLO
El gobierno no ha sido capaz de atender las alertas y focos encendidos para evitar la muerte de periodistas.
Así lo manifestó hace varios días el subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Roberto Campa.
¿Hay algo extraño en esa declaración? Sólo se hizo vocero de los hechos que conocemos. En este espacio, cada vez que matan a un periodista nos sumamos a la condena de ese reprobable que dura varios días y luego se apaga.
De acuerdo con las estadísticas entre 2000 y 2017 fueron asesinados 114 comunicadores. Se realizaron 48 investigaciones, pero únicamente existen tres sentencias. Esto refleja la realidad que viven quienes se dedican al ejercicio de la comunicación.
En lo que va del año, seis periodistas fueron victimados por realizar su labor. El último de ellos fue Javier Valdez, el fundador del semanario “Riodoce”, en Sinaloa. A raíz de este homicidio, las autoridades hicieron como que se interesaban por resolver el caso, pero este sigue como al principio: ningún asesino detenido.
Tenemos que aceptar la tragedia que, como amenaza constante, pende sobre la cabeza de los informadores. No hay manera de frenar las agresiones de la delincuencia organizada contra los periodistas. Los delincuentes son beneficiados con la impunidad que prevalece en todos los rincones de México.
Estamos, pues, plantados en la realidad. A lo anterior se debe agregar la actitud criminal de los caciques que también pelean contra los periodistas que denuncian las tropelías de esos “políticos” que son dueños de vidas y haciendas. Como saben que nadie los castigará por sus crímenes, ellos mismos deciden quién debe vivir o morir.
La enemistad de los delincuentes y de los políticos corruptos contra los periodistas tiene años de fraguarse bajo el amparo de la impunidad y de la corrupción. Seguirán, pues, las amenazas y las agresiones contra aquellos que practican el periodismo y tienen la verdad como meta.
No olvidar que la verdad es el veneno para los caciques y los delincuentes.
El funcionario Campa no debió molestarse en decirnos lo que ya sabemos, pues los discursos no representan ninguna protección que salve vidas.
Feliz fin de semana.