¿A poco no?
¬ Salvador Estrada jueves 29, Jun 2017Folclor urbano
Salvador Estrada
Los patrones y autoridades andan haciendo propuestas de que si debe ser de 92 o 93 pesos el salario mínimo y resulta que ni uno ni otro es suficiente para darle manutención a una familia.
Las tortas, el alimento popular de la clase trabajadora, ya se convirtió en un antojo que cuesta caro y muchos no se atreven a saborearla, porque se les va el salario mínimo con dos tortas, que es el equivalente al actual, que es de 80 pesos.
Y tal parece que en esta capital los precios se unifican en algunos alimentos. Los tacos de bistec ya cuestan 20 pesos, lo mismo que “las gorditas de chicharrón” o las quesadillas. También un vaso de plástico con pequeñas rebanadas de fruta vale 20 pesos. Y “la boleada”, para darle lustre el calzado, cuesta igual. Diez boleadas al día debe realizar el bolero para ganar 200 pesos. Se tarda en lustrar un par de zapatos ¡diez minutos!
Entonces, el mínimo actual ya valió una pura y dos con sal, es decir, perdió su poder adquisitivo y si los patrones quieren ayudar a sus trabajadores deben de ver la realidad y comer en una fonda, donde una comida corrida va de 40 a 70 pesos, según el lugar.
El salario mínimo alcanza para dos tortas gigantes y dos comidas o cuatro tacos y obviamente no sirve para pagar renta, luz, agua, alimentos, vestido y diversión. Ese salario no es remunerador como lo demanda la Constitución en su artículo 123.
Los padres tienen que trabajar -papá y mamá- para unir sus salarios y “hacer milagros” para sacar “al buey de la barranca” y a veces los hijos ya quinceañeros también ponen su granito de arena, para que “más o menos” la familia siga adelante.
Si los patrones quieren ser justos y solidarios con sus trabajadores, tienen que darles un salario mínimo de 200 pesos, que serían 6 mil pesos mensuales. Ya no quieren ganancias estratosféricas. Esa época de ganar millones y millones ya pasó. Para qué acumulan más capital si se van a ir al otro mundo sin llevarse nada. Y la repartición de la riqueza los hará justos y reconocidos por sus trabajadores.
Además, ya no exploten a sus empleados con los contratos llamados “outsoursing” o “free- lance”, que son de seis meses, de los que se valen para no darles reparto de utilidades, Infonavit, Seguro Social, vacaciones y aguinaldo, y al vencerse el contrato, los despiden o los recontratan, pero igual por seis meses. Y con esas contrataciones ¿qué futuro tiene la clase trabajadora?
La Secretaría de Economía del gobierno capitalino ha ofrecido pugnar por un salario que sea de 93 pesos como mínimo, pero esto se ve como una acción política, no de justicia social, porque con esos 93 pesos no sale adelante un jefe de familia. ¿Cuánto ganan los funcionarios capitalinos? ¡Casi veinte salario mínimos!
Si la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos sigue con su aumento anual de dar “poquito”, debe desaparecer o transformarse. Cuesta caro mantenerla y lo mejor es que la Secretaría del Trabajo se encargue de fijar los salarios mínimos y dejar de alimentar a ese monstruo burocrático.
Y otro organismo que cuesta caro y no sirve es la Comisión Nacional para la Protección del Salario. Funciona para mantener al Congreso del Trabajo, en cuyo deteriorado edificio tiene su sede, pero en vez de dar protección al salario, su presupuesto lo destina a otros fines.
Si los salarios mínimos son indicadores para pagar multas, entonces 92 o 93 pesos quedan en ese renglón, pero pongan en otro el salario mínimo de los trabajadores que debe ser de 200 pesos diarios. ¿A poco no?