El fracaso de los frentes opositores
Ramón Zurita Sahagún miércoles 28, Jun 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
En dos ocasiones los partidos de oposición en México intentaron crear grandes frentes opositores para disputarle el poder al PRI, sin conseguir el éxito pretendido. 1952 y 1988, son fechas significativas dentro de la democracia mexicana, aunque se encuentran salpicadas de la sangre que cuesta ir construyendo una democracia todavía imperfecta.
En la ya lejana primera elección presidencial de la segunda parte del siglo XX, un ex priísta, rico empresario y general revolucionario se enfrentó al sistema, presentando un frente opositor que pronto fue alimentado por ex gobernantes y ex funcionarios de tres sexenios anteriores, muchos de ellos viejos combatientes de la Revolución Mexicana, que veían en el candidato del sistema (PRI) a un supuesto enemigo que había servido al gobierno de Estados Unidos durante la invasión de 1914.
Miguel Henríquez Guzmán, cercano al afecto de los presidentes Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho, había intentado infructuosamente ser el candidato presidencial del PRI, por lo que decidió formar su propio partido y disputar en las urnas el sufragio.
El general había sido uno de los pocos militares que se mantuvo leal al priísmo durante la campaña presidencial del también divisionario Juan Andrew Almazán, 12 años antes y un sexenio después intentó por vez primera ser abanderado del partido tricolor, sin conseguirlo. Por eso, para 1952 ya tenían un partido que los respaldaba y que buscó concentrar a otras organizaciones pequeñas, para formar un gran frente opositor.
La Federación de Partidos del Pueblo Mexicano se constituyó en esa gran alianza concentradora de organismo políticos aislados, pero más que nada alimentada por algunos militares sin mando de tropas, ex funcionarios del pasado y ex gobernantes, algunos de ellos depuestos, sea por venganzas políticas o por mala administración.
Sin embargo, esa gran alianza opositora no se pudo construir como fue pretendida, ya que en los comicios presidenciales de 1952 participaron como candidatos, además del abanderado del sistema, Adolfo Ruiz Cortines (ganador por amplio margen), los propuestos por el PAN, Efraín González Luna y Partido Popular, Vicente Lombardo Toledano.
Las campañas electorales se significaron por ser una guerra sucia entre los dos principales candidatos, el del PRI, Adolfo Ruiz Cortines y el de la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano, Miguel Henríquez Guzmán.
Los henriquistas acusaban al abanderado priísta de haber servido a un gobierno extranjero durante la invasión de Estados Unidos al puerto de Veracruz en 1914, mientras que desde el gobierno entorpecían los actos de campaña del candidato opositor, desalentaba a sus seguidores y presionaban a sus principales activos.
De esa forma se desarrolló la campaña presidencial de 1952 que tuvo un triste final, con una masacre de simpatizantes del general Henríquez Guzmán, ocurrida en la Alameda de la Ciudad de México, donde fueron a protestar por el supuesto fraude electoral que favoreció al candidato del sistema.
En el curso de la campaña se habían suscitado una serie de eventos, achacados al gobierno, en los que habían perdido la vida simpatizantes del frente opositor. Los resultados electorales de julio de 1952 que dieron como ganador a Ruiz Cortines con 2 millones 700 mil votos, contra 579 mil del opositor Henríquez Guzmán, en encendieron los ánimos de los simpatizantes del segundo que llamaron a una rebelión, lo que no fue aprobado por Henríquez Guzmán. El panista González Luna obtuvo 285 mil sufragios y el del PP, Lombardo Toledano, 75 mil votos.
Con todo y ello, las protestas en la Alameda Central del Distrito Federal fueron reprimidas y se habló de más de 200 muertos, aunque la cifra oficial mencionaba unos pocos. El militar a cargo de esa operación fue el general Raúl Caballero Aburto, que pocos años después fue electo gobernador de Guerrero.
Y 36 años después, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, hijo de Lázaro Cárdenas, considerado uno de los principales impulsores de Henríquez Guzmán, intentó formar su frente opositor, conseguido a medias, en el Frente Democrático Nacional que concentró a los partidos Mexicano Socialista, Auténtico de la Revolución Mexicana, Popular Socialista y Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, sin conseguir el aval de otro partido de izquierda, el Revolucionario de los Trabajadores, que fue con su propia candidata, Rosario Ibarra de Piedra.
Otros candidatos fueron el panista Manuel de Jesús Clouthier; Gumersindo Magaña del Demócrata Mexicano y el priísta Carlos Salinas de Gortari, declarado ganador.
Cárdenas Solórzano, como Henríquez Guzmán, había sido un destacado priísta que no tuvo oportunidad de contender por la candidatura presidencial de este partido, por lo que optó por formar una corriente al interior el partido que exigía democracia, razón por la que fueron expulsados del partido.
Entonces buscó la conformación de un frente opositor, aunque primero aceptó la candidatura de un partido que como el Auténtico de la Revolución Mexicana, se había significado por ser un satélite del partido tricolor.
Cárdenas generó muchas simpatías durante la campaña y provocó la caída del sistema el día de los comicios que frenó el conteo de los votos.
El triunfo de Salinas de Gortari fue cuestionado y como en 1952 se consideró un gran fraude electoral, cuya cuota de sangre se significó por el asesinato de los principales estrategas electorales del FDN.
Las semejanzas entre uno y otro es que ninguno de los dos logró constituir el gran frente opositor que se pretende nuevamente y dejó como saldo una larga lista de muertos.
Duarte será extraditado
Finalmente, el ex gobernador veracruzano, Javier Duarte de Ochoa, aceptó ser extraditado a México, para enfrentar en prisión el proceso de los diversos delitos que le son imputados como gobernante.
Eso sí, Duarte de Ochoa dijo que las acusaciones son infundadas, vagas, imprecisas e irrisorias.