Búsqueda priísta
Ramón Zurita Sahagún lunes 26, Jun 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Qué hace el PRI respecto a la sucesión presidencial. Está preparando un candidato sorpresa, presentará uno de los que mencionan constantemente, responderá a la presión de algunos militantes y abrirá la selección del abanderado o seguirá la ruta de siempre, la de imposición de candidato.
Una respuesta mayoritaria es que el triunfo (cerrado) en el Estado de México regresó a los dirigentes priístas al Olimpo de los dioses, en que se instalan dentro de la soberbia del poder y será el Presidente de la República, el que defina al candidato.
No importan los momios actuales, ya que tomando la lección del Estado de México, consideran que con la misma estrategia aplicada en esa entidad (dinero) todo se puede revertir.
En realidad, no hay punto de coincidencia entre lo que dicen unos y otros sobre el futuro del PRI en la contienda electoral, aunque si lo hay en punto, la Asamblea definirá el rumbo.
Los priístas saben que ya no pueden dejar pasar el tiempo y que mientras más discretos sigan siendo en cuanto a su candidato, el mismo se irá quedando rezagado de la contienda presidencial.
Desde las alturas del poder se filtran informaciones sobre los posibles prospectos el partido tricolor, metiendo y sacando nombres, algunos de ellos, considerados sin posibilidades de contender.
Hay quienes divulgan una teoría, la de la consulta del presidente Peña Nieto a uno de sus principales asesores, Luis Videgaray Caso.
Establecen que en su momento, el Ejecutivo federal consultará de la siguiente forma a Videgaray: Luis, te sientes con posibilidades de competir en contra de los candidatos de los otros partidos? Dependiendo de la respuesta de Luis se asumirá la decisión.
Si Luis dice sí, será el candidato nominado por el PRI, de ser sincero, entonces el Presidente realizará la segunda pregunta: quién crees que pueda representar al partido, con opciones de triunfo.
Para ese entonces, los mandos priístas ya tendrán un claro panorama sobre quienes son solamente música de acompañamiento y los que realmente guardan alguna posibilidad de abanderar al partido.
La lista de sigue incrementándose, aunque se asoman tímidamente en el escenario de probabilidades.
Son muchos los que lo dicen, aunque en realidad lo ocultan los que guardan posibilidades de competir o son tomados en cuenta por quienes definen.
La liturgia priísta regresó a los tiempos de piedra de este partido, cuando la advertencia de Fidel Velázquez se cumplía al pie de la letra: el que se mueve no sale en la foto.
Cada uno de los secretarios del gabinete presidencial que son mencionados y hasta cuestionados sobre sus aspiraciones presidenciales, se deslinda de ellas. Así lo hicieron el secretario de Hacienda, José Antonio Meade (quien ni siquiera es priísta); el de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; el de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray Caso y hasta el de Educación Pública, Aurelio Nuño Mayer. José Ramón Narro Robles, secretario de Salud ni se encarta, ni se descarta y Eruviel Ávila Villegas, disfruta su luna de miel, ya que sabe que en agosto tendrá noticias, cuando el tribunal electoral defina el resultado del proceso electoral mexiquense. José Eduardo Calzada Rovirosa, secretario de Agricultura, se mueve en dos aguas, alzando la mano, aunque se conformaría con la presidencia del partido.
De los otros integrantes del gabinete presidencial, nadie habla sobre una eventual participación en la sucesión presidencial.
Los militares se cuecen aparte. El secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, es una figura anodina; Rosario Robles Berlanga, titular de Sedatu, no es priísta; Raúl Cervantes Andrade, procurador general de la República, busca ser el nuevo fiscal; Ildefonso Guajardo Villarreal, secretario de Economía y Luis Miranda Nava, secretario de Desarrollo Social, comparten su corta mira; el de Semarnat, Rafael Pacchiano Alamán, no conmueve a nadie; la de Cultura, María Cristina García Cepeda, no es reconocida siquiera por sus colaboradores y el de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, parece muerto en vida, a pesar de sus blasones y ser el de mayor experiencia.
Por el contrario, dos priístas que revelaron su aspiración de buscar la candidatura presidencial de su partido son: Ivonne Ortega Pacheco, ex gobernadora de Yucatán y Enrique de la Madrid Cordero.
Estos dos personajes no han conseguido impactar ni entre el electorado, ni mucho menos entre sus compañeros de partido.
Ivonne arrancó con mucho entusiasmo, anunció su búsqueda formal de la candidatura de su partido, formó sus clubes de apoyo en varios estados del país, los recorrió y tuvo buena acogida, pero fue frenada de pronto, reculó y se alió con otros militantes que demanda transparencia, apertura y democracia en la selección del candidato presidencial y ahora hasta amaga con renunciar al tricolor si es reconvenida por sus posiciones.
Enrique de la Madrid Cordero, secretario de Turismo, se metió solo a la contienda presidencial, pero su súbita irrupción no ha sido considerada en serio. Es cierto que trae el linaje de hijo de Presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, cuya figura se recicla y de ser catalogado como un Ejecutivo con un gobierno grisáceo, ahora se revalúa ante los dislates y pésimas gestiones de quienes le siguieron en la silla presidencial.
La situación de los priístas no es tan cómoda, a pesar de haber conseguido la victoria en el Estado de México y la de Coahuila, la que todavía se encuentra en duda.
Por lo pronto, la duda continúa rondando la cabeza de quienes pretenden escudriñar en las entrañas de ese partido y de sus dirigentes, sobre la forma que tendrán de operar y si esta convencerá al electorado, pero principalmente a sus militantes.