Lecciones del pasado
Ramón Zurita Sahagún jueves 22, Jun 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
De verdad está preparado el PRI para abrir a consulta a la base o a la ciudadanía la selección de sus candidatos, especialmente la de Presidente de la República.
Olvidan los militantes que, sin importar el método elegido para seleccionar a su candidato presidencial, lo primero que deben hacer es cambiar la mentalidad de sus militantes gobernantes. En el pasado reciente, el principal enemigo contra el que tenían que luchar era el interno, las traiciones, fracturas y deserciones abundaban, hoy son las malas acciones de sus militantes llevados al poder.
Por eso, la petición realizada por un selecto grupo de militantes de ese partido que pretenden llevar a la Asamblea del partido, obliga hacer una revisión de lo sucedido las dos ocasiones en que el PRI intentó democratizarse.Esa primera ocasión fue en 1999, cuando se abrió la convocatoria para que todos los electores pudieran seleccionar al candidato presidencial del PRI de un grupo restringido de cuatro participantes.
Francisco Labastida Ochoa, secretario de Gobernación; Roberto Madrazo Pintado, gobernador de Tabasco; Manuel Bartlett Díaz, ex secretario de Gobernación, de Educación Pública y ex gobernador de Puebla y Humberto Roque Villanueva, ex dirigente nacional del PRI, atendieron la convocatoria y se registraron como aspirantes presidenciales.
Todos recuerdan lo sucedido, se formó una gran cargada desde el gobierno federal y los gobiernos estatales a favor de Labastida Ochoa, catalogado como el “delfín” del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León.
La contienda interna fue caótica, se cruzaron acusaciones de todo tipo y el resultado no satisfizo a los participantes y hasta hubo un intento de fractura del partido por parte de los seguidores de Madrazo Pintado, los que le exigían formar su propio partido.
El tabasqueño se escondió por varios días para no alzar la mano del triunfador, ni reconocer su triunfo, mientras que los otros dos, Bartlett Díaz y Roque Villanueva, negociaban una senaduría plurinominal a cambio de asumir su fracaso como aspirantes presidenciales.
Ya en la campaña presidencial se notaron grandes deficiencias en la candidatura de Labastida Ochoa, donde se observaron fisuras de aquellos inconformes con el proceso de selección y molestos provocaron tropiezos que se reflejaron en la primera derrota de un candidato presidencial que se notaba sumamente débil.
Y es que los priístas habían decidido abrir la selección de su candidato presidencial, obligados por las circunstancias del momento, no por el afán de democratizar al partido, sino por las disposiciones aprobadas donde se consideraba que el candidato presidencial debía reunir un cargo de elección popular y uno partidista, situación que los entonces miembros del gabinete presidencial no tenían, salvo Labastida Ochoa.
La molestia se había generado entre los entonces secretarios de Hacienda, Guillermo Ortiz; Salud, Juan Ramón de la Fuente; José Ángel Gurría, Relaciones Exteriores; Óscar Espinoza Villarreal, Turismo y hasta el de Energía, Luis Téllez, que no cumplían con los requisitos para ser candidato presidencial del PRI y se sentían precandidatos. Esa brecha le abrió todo el espacio posible para que Vicente Fox Quesada, el entonces bronco aspirante del PAN se lanzara con todo en busca de la silla presidencial, lo que consiguió sin grandes problemas.
Seis años más tarde, el PRI estaba listo para recuperar el gobierno federal. Los pronósticos lo ubican por ese camino, especialmente por los triunfos logrados en la elección intermedia y la recuperación de algunos espacios de los gobiernos estatales. Roberto Madrazo Pintado desde la presidencia nacional del PRI se había consolidado, aunque dejó abiertos algunos frentes al romper con su secretaria general, Elba Esther Gordillo, mientras los gobernadores de los estados vieron en Madrazo Pintado un adversario difícil en la disputa por la silla presidencial, por lo que nuevamente se adoptó el sistema de consulta abierta a la ciudadanía para decidir al candidato presidencial del partido tricolor.
Como aspirante natural a la candidatura presidencial, Madrazo Pintado enfrentó la oposición del llamado TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo), donde formaron los entonces gobernadores José Natividad González Parás, Nuevo León; Tomás Yarrington, Tamaulipas; Manuel Ángel Núñez, Hidalgo; Arturo Montiel Rojas, Estado de México; Enrique Martínez, Coahuila; Eduardo (Robinson) Bours y el senador Enrique Jackson Ramírez.
Entre ellos se pactó hacer un grupo, donde se calificarían las aptitudes de cada uno para enfrentar en la interna a Madrazo Pintado. El favorito era Jackson Ramírez, pero el ganador fue Montiel Rojas.
Todo estaba listo para ir a la consulta a la ciudadanía, con los aspirantes Roberto Madrazo y Arturo Montiel, cuando se filtró la información acerca de la cuantiosa fortuna realizada al amparo del poder público del gobernante del Estado de México.
El escándalo no fue menor y Montiel tuvo que renunciar a sus pretensiones y aclarar la procedencia de su cuantiosa fortuna.
Lo anterior dejó a Madrazo Pintado como el virtual candidato presidencial, sin adversario enfrente, por lo que un militante de bajo perfil como Everardo Moreno Cruz se ofreció para contender por la candidatura presidencial en la mascarada montada por su partido, donde el tabasqueño se impuso ampliamente. Para ese momento, Madrazo Pintado se encontraba totalmente desacreditado con frentes abiertos por todos lados, traiciones y acusaciones, por lo que su candidatura fue un fracaso, tanto que en los comicios se fue hasta el tercer lugar.
Esas dos lecciones deberán ser analizadas por los promotores de la apertura de la nominación presidencial y si su partido se encuentra dispuesto a fracturarse más, sobre todo en las circunstancias actuales en las que el rechazo ciudadano hacia la marca PRI es amplio.