Reforma “gatopardista”
Alberto Vieyra G. martes 20, Jun 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
El Gatopardo fue una novela del italiano Giuseppe di Lampedusa, escrita entre 1954 y 1957.
La novela póstuma de Di Lampedusa, que por cierto se perdió en más de una ocasión y fue rechazada por más de 2 editoras, tiene como máxima la simulación o hacer que todo cambie para que todo siga igual.
¿La clase política mexicana, habrá leído esa obra maestra?
Me temo que no. Pero los dirigentes de la ponzoñosa partidocracia mexicana llevan al pie de la letra esa filosofía gatopardista, y suelen plasmarla en prácticamente todas las iniciativas de ley que proponen en el Congreso de la Unión, y lo mismo ocurre con el presidencialismo mexicano.
Regularmente, cuando la partidocracia en el poder comete un fraude electoral, como el que acaba de perpetrar en el Estado de México, recurre a una reforma electoral gatopardista, es decir, hacer que todo cambie para que todo siga igual. A las instituciones se les echa la culpa por imperfectas, y hasta la saciedad se dice que las democracias son imperfectas.
Así, vimos cómo la triste mente celebre Comisión Federal Electoral, con la cuál Miguel de la Madrid, y el entonces secretario de Gobernación, Manuel Barlett Díaz, cometieron el fraude electoral más escandaloso del siglo pasado, que llevó a Carlos Salinas de Gortari a usurpar la silla presidencial en 1988, desapareció para dar lugar a lo que después se conoció como el ciudadanizado Instituto Federal Electoral (IFE), ahora INE, en todos los casos se hicieron las reformas gatopardistas para que todo en la industria de la política mexicana, siguiera exactamente igual.
¿Por qué hago historia?
Ahora el PAN pretende instituir en México la Segunda Vuelta Electoral. Se trata de una reforma electoral gatopardista: hacer que todo cambie para que todo siga igual.
¿De qué demonios nos sirve la Segunda Vuelta Electoral?
De nada sirve, mientras haya en México procesos electorales fraudulentos y viciados a lo bestia, todo es lodo podrido.
Supongamos que un candidato presidencial, con muchos asegunes por corruptelas en una elección, enfrenta en una Segunda Vuelta a su contrincante más cercano en porcentaje de votación, y con las mismas triquiñuelas gana la silla presidencial, pues estamos ni más ni menos ante una simulación gatopardista.
De lo que se trata es de desterrar esos malditos vicios que ultrajan la dignidad de los mexicanos comprando votos, induciendo voluntades con programas clientelares que hacen que los gobernantes lleguen al poder deslegitimados de origen, no sólo por los pinchurrientos porcentajes de votación, sino por las corruptelas en los procesos electorales. Mientras las elecciones en México no sean pulcras, cualquier reforma vale madre. Será un vil gatopardismo.
Así que me perdonen el PAN y compañía, pero se trata de una reforma político-electoral engañifas.
Los mexicanos ya nos la sabemos de pe a pa.
Pero, además, dos vueltas electorales serían de un doble millonario gasto, y en honor a la verdad los mexicanos ya estamos hartos de que los politicastros despilfarren nuestros dineros públicos.
Y, por si fuera poco, sería una doble guerra político electoral que impactaría terriblemente en el desgaste emocional de los mexicanos.
¡Nos quieren volver locos!