López Tarso celebra en teatro los 50 años de Macario
* Especiales, Espectáculos miércoles 3, Nov 2010El primer filme mexicano en ser nominado para recibir un Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera
Gloria Carpio
Las mejores albricias que pudiera dar un actor de la talla de Ignacio López Tarso a su público, es recrear su máxima obra cinematográfica en un montaje teatral, reviviendo lo que es un condensado de nuestras tradiciones en este mes en que se recuerda a los santos difuntos.
Macario, película filmada en 1959 y que fue el primer filme mexicano en ser nominado para recibir un Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera, se presenta los sabados y domingos en el Teatro Julio Prieto, antes Xola, con el reconocido histrión, que de esta forma festeja los 50 años de haber filmado y difundido la obra más exitosa de su carrera.
Y este festejo no viene solo, Ignacio López Tarso con esta obra teatral le da la alternativa a su hijo Juan Ignacio Aranda, quien da voz a seis personajes, entre ellos a los estelares, que es el diablo, Dios y la myerte y alterna papel con Oscar Bonfiglio.
La historia de Macario, el ahijado de la muerte pinta a un hombre obsesionado con su pobreza, quien cuando se acerca a la festividad del Día de Muertos, cumple un ferviente deseo que ha sentenciado todos los días de su existencia: comerse un guajolote entero él solo, sin compartirlo siquiera con su mujer y sus cinco hijos.
Pero cuando ya tiene el guajolote en su mesa, recibe la visita del diablo, de Dios y de la muerte los tres los tientan y juegan con él, justo cuando el alucinante personaje está a punto de cenarse su ansiado pavo.
Macario se convirtió en un símbolo del cine mexicano, ya que no lograron engañarlo ni el diablo, ni Dios y decide compartirlo sólo con la muerte, hecho que provoca en ella un sentimiento de misericordia, mismo que se convierte en un regalo soñado, que cambia la vida de Macario y de su entorno, al punto de calificarlo como una maldición.
Cabe hacer notar que en su momento, hace 50 años, López Tarso utilizó música de Diego Pisador y Manuel M. Ponce. Esta vez el reto de superar la música para la obra teatral fue puesta en manos del connotado músico Guillermo González Phillips, quien empuñando su guitarra lleva al espectador a un mundo de ilusiones
En esta ocasión López Tarso le pidió a Eduardo Ruiz Saviñón que fuera el director de escena y a los hermanos Alejandro y Javier Orozco que se hicieran cargo de la producción, de la cual Ignacio también es productor asociado.
Para quienes vieron la película no dudarán en ver la obra teatral y para quienes no la vieron, tampoco dudarán en concurrir al Teatro Julio Prieto, pues se trata de una historia que no sólo recoge el humor negro del mexicano, sino la realidad, su fantasía, su magia y una lección que jamás se olvida: de que hay cosas que sólo se pueden compartir con la muerte.