De lo perdido, lo que aparezca
Ramón Zurita Sahagún viernes 19, May 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Dónde quedó el orgullo del otrora invencible partido mayoritario, que lo hacía ningunear a los partidos opositores, mostrándose altivo, prepotente y soberbio.
No se advierte por ningún lado, menos en las alianzas a las que tiene que recurrir ahora para mendingar un puñado de votos que le permita alcanzar victorias, arrancadas con las uñas a sus opositores.
Los priístas tienen que ceder grandes espacios electorales para candidatos de sus aliados o entregar enormes canonjías para trata de asegurar esos triunfos que ya su partido no logra por méritos propios.
Hablan de alianzas por la democracia, pero la realidad es que son partidos rémoras que solos no llegan a la otra orilla, con todo y que ahora se contabilicen los votos por partidos y no por alianza como se estilaba antes.
Los priístas apuestan ahora a que sus aliados del Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social, entre otros, les den el respaldo necesario para triunfar en entidades como Estado de México, Coahuila, Nayarit y en alcaldías de Veracruz, de acuerdo con las alianzas formadas con cada uno de ellos.
No importa que al igual que en el pasado, con el Verde entregue de más y al final, esos votos no le garanticen la victoria.
Dos posiciones claves que detentan militantes del Partido Verde son de primera línea para un partido que en su mejor momento llegó a tener cerca del siete por ciento, pero que en los recientes comicios se cayó estrepitosamente.
El gobierno de Chiapas se encuentra en manos de Manuel Velasco Coello, quien como militante del PVEM logró ser diputado local, federal, senador y hoy gobernador, merced a le alianza con el PRI.
En Cancún (Benito Juárez) otro militante del Verde gobierna, Remberto Estrada Barba, considerado el alcalde más joven del país.
Postular a este tipo de personajes no ha dejado un sabor grato en la boca de los dirigentes priístas, donde cunden los ejemplos recientes de sus fallidos jóvenes gobernantes.
Javier Duarte se encuentra en prisión en Guatemala, a Rodrigo Medina se le sigue proceso y Roberto Borge Angulo vive angustiado, por señalar a unos cuantos de los priístas que asumieron gobiernos estatales antes de los 40 años.
Pero si la unificación de candidato con el respaldo del Partido Verde le sale caro al PRI, con Nueva Alianza resulta peor, ya que los comicios del 2016 les dejó una mala sensación de ello, a unos y otros, pero el Panal no se alió con el PRI en Puebla, ya que su compromiso era con el PAN y resultaron ganadores.
En el colmo de los males, la alianza sellada en el Estado de México le acarrea pesadas piedras al tricolor, ya que se habla de gran desbandada de profesores, que son los que alimentan la militancia del Panal, con rumbo al respaldo de la candidata de Morena al gobierno estatal, Delfina Gómez Álvarez.
Otro de los partidos coaligados con el PRI que se ha vuelto necesario en sus campañas es Encuentro Social, de reciente creación y quien participó en su primera elección federal en 2015 y pudo conservar el registro.
El llamado PES no tiene una base social extensa, ni siquiera militantes de renombre, por lo que adopta lo que encuentra en el camino y tiene como máximo referente, la adhesión del alcalde de Cuernavaca, Morelos, Cuauhtémoc Blanco, a quien ya tienen como candidato al gobierno de Morelos el año próximo, donde sólo requieren la retribución de los priístas (escasos de figuras en esa entidad) por tantos apoyos dados en los comicios estatales de 2016 y 2017.
De acuerdo con los resultados electorales obtenidos desde hace poco más de una década, los priístas han decidido apostar por las alianzas, algo que en el pasado reciente condenaban.
Los costos para esas alianzas se han elevado sensiblemente y aunque no les reditúa lo que les venden, finalmente esos dos o tres puntos son los que se requieren para hacer la diferencia en una elección cerrada.
Un dos por ciento de votos por cada una de esas tres organizaciones políticas, representa la diferencia entre un triunfo o una derrota en momentos de apremio como son los que vive el partido tricolor en el Estado de México.
Para los tricolores, las alianzas de este año significan oxígeno y supervivencia, con todo el ánimo depositado en la victoria de su candidato en el Estado de México, Alfredo del Mazo Maza.
Saben que su futuro depende de gran forma en esa victoria, aunque pierdan en Coahuila y Nayarit, porque lo contrario no les reditúa el mismo resultado.
Perdiendo el Estado de México y ganando Coahuila y Nayarit, los priístas están conscientes que ni con todas las alianzas del mundo podrían mantener la Presidencia de la República.
Ganando el Estado de México, tendrían una velita prendida hacia el 2018. Por eso, no les importa ceder todo lo que sea necesario a los partidos aliados, con tal de mantener el poder.
Los próximos días serán altamente indicativos sobre el rumbo del proceso electoral mexiquense, donde todos van contra todos.
Cunden las acusaciones de unos y otros sobre temas varios. El PRI quiere bajar los spots de Josefina Vázquez Mota. El PAN acusa a Delfina Gómez de ilícitos. El PRD despotrica contra todos y su candidato se autollama como el segundo en la contienda y los ciudadanos muestran total desapego hacia los comicios.