Elba Esther, secuestrada
Francisco Rodríguez miércoles 17, May 2017Índice político
Francisco Rodríguez
El secular acatamiento a la expresión kantiana de que, dentro de un estado de Derecho, la autoridad sólo debe hacer aquello que la ley le autoriza, sin poder prejuzgar, menos interpretar sobre las motivaciones del espíritu legislativo, aquí en México es letra muerta. La sevicia, la venganza y la ponzoña de la corrupción son las consignas preferidas de los gobernantes en el sillón de mando… ¡que ya parece banco de pulquería!
La aplicación de la justicia al contentillo, la que obedece a los jueces que están al servicio de los abogadillos del círculo íntimo de Enrique Peña Nieto, machacan la piel delgada de un colectivo desencantado por los procederes pueriles que rayan en la inmundicia y ahogan al Poder Judicial en un pantano lóbrego.
Ni todo el rigor de la cantada fuerza del Estado, ni la imposición de consignas contrarias al derecho, nacidas de un espíritu de venganza contra los exitosos, ni las artimañas utilizadas para doblar a una auténtica presa de conciencia, como sin duda lo es la maestra Elba Esther Gordillo, han pasado de ser sólo chuscos intentos, bastonazos de ciego que atentan contra el mínimo sentido común.
Las sandeces jurídicas que relataba Víctor Hugo en Nuestra Señora de París han llegado para quedarse. En aquella historia la gente era detenida y enjuiciada por los decires en los cotilleos y cuchicheos de los poderosos. Walter Benjamin terminó diciendo que la excepción del estado de Derecho era el cumplimiento del mismo.
Este despropósito es el que nos ha llevado a obtener el segundo lugar mundial en letalidad de inocentes civiles masacrados, por encima de Afganistán e Irak, sólo debajo de la guerra civil en Siria. La que permite reventones de narcos recluidos en el Penal de Puente Grande y la burla a la seguridad nacional en el caso de las faramallas del combate a los huachicoleros.
La aprehensión de la maestra Gordillo, injustificada y demencial, jamás tuvo un argumento que fuera usado en la averiguación, por demás ausente en su expediente. Se violaron todas las garantías constitucionales existentes. No hay registros de una acción procesal dictatorial de este tipo. Rebasaron los estándares de su propia estulticia y sevicia.
Todas las prerrogativas de un inculpado fueron echadas al cesto de la basura: la presunción de inocencia mientras no se demuestre culpabilidad atribuible; la garantía de legalidad para no ser juzgada por leyes privativas ni tribunales especiales; la igualdad ante la ley; la prisión preventiva por delito que merezca pena corporal… nada se ha observado, porque los funcionarios jamás tuvieron causa penal qué esgrimir en el caso.
El derecho a que el proceso se ajuste al delito señalado en el auto de formal prisión o en el de sujeción a proceso, en el limbo, porque jamás fue exhibida la razón de la detención. Las garantías de la inculpada, también, porque ni la maestra supo de qué se le culpaba, menos sus acusadores y verdugos policíacos, paramilitares y judiciales.
La imposición de penas estrictamente señaladas en la Constitución o mínimo en sus leyes reglamentarias, jamás fue observada, simplemente porque en los fastuosos delitos que hicieron circular entre los textoservidores, aparecían el uso de recursos de procedencia ilícita, el lavado de dinero, y la defraudación fiscal, mismos que jamás ventilaron en el proceso inexistente, porque nunca comprobaron sus balandronadas ministeriales.
Elba Esther ha sido una secuestrada extrajudicial, recluida de conciencia por defender los derechos de los maestros amenazados por una reforma educativa penitenciaria que jamás ha probado su existencia, ni en documentos, ni en boletines de prensa, mucho menos en la realidad. Elba Esther sólo ha sido una enemiga jurada del caprichato, a punto de fenecer, para fortuna de los mexicanos.
Verdad aparente que no corresponde con la realidad jurídica
Hasta la fecha, los mastines, a pesar del inmenso aparato ministerial y judicial a su servicio, no han podido vencerla en los juicios pueriles que fabrican. No han podido fundar, menos motivar, un solo cargo, no han podido integrar una averiguación penal consecuente, porque nadie sabe cuál es la causa del confinamiento de la maestra.
Aparte de que pasó por encima de las Convenciones de Viena y de Palermo, el gobierno se empeñó en mantener una verdad aparente y licenciosa que no corresponde con la realidad jurídica, como todo lo que hace. Utilizar la ley para el provecho de sus ocurrencias y de sus moche$, pague quien pague, faltaba más. Si es un enemigo, mucho mejor.
Miguel Ángel Osorio Chong se atrevió a exponer a la opinión pública términos de una negociación rocambolesca: si Elba Esther asumía su culpabilidad en los delitos de blanqueo de capitales y complicidad con la delincuencia organizada, podría ampararla y conseguir alguna especie de libertad caucional tras un par de años de reclusión. El impresentable Osorio, juez y parte de su propia ambición presidencial desaforada, traicionando a la que lo impulsó, ahora al servicio del patrón en turno, por encima de cualquier vara.
Sin embargo, añadió el que consiguió un título apócrifo de abogado en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, en caso de que aceptara esa condición, jamás saldría de reclusión, dado que un delito por defraudación fiscal era muy grave y nunca alcanzaría la libertad bajo fianza. Términos inaceptables para Elba Esther, que jamás quiso aceptar.
Ni los maestros opositores de la CNTE, presionados por Osorio Chong para que testificaran contra la maestra sobre cualquier cosa, so pena de reducirles las maletas, quisieron hacer algo en contra de la secuestrada del régimen, lo que sacó de sus escasos cabales al disléxico de la tierra del pulque y la barbacoa.
En el colmo de la inmundicia, Osorio Chong, desesperado por la presión procesal que esgrimían los defensores jurídicos de Gordillo, llegó a proponerles negociar una sentencia a modo, a lo que todos se negaron, simplemente porque era imposible técnica y jurídicamente que la secuestrada se inculpara a sí misma, como cualquier estudiante de derecho sabe.
Nemo auditur propriam turpitudinem allegans, principio vigente desde hace 3 mil años —nadie tiene derecho a autoincriminarse, principio de inocencia, mientras no se pruebe lo contrario. Y Elba Esther siempre se declaró inocente, aunque su verdugo fuera Osorio Chong.
El caso Elba Esther, impugnado en todos los foros internacionales por los doctrinarios de las judicaturas de todas latitudes, y la acusación de una averiguación prendida con alfileres, sólo revela el cariz fascista e ignorante de una claque de descastados que llegaron para arrasar con nuestro dinero y con todos los fundamentos constitucionales.
Los más sensatos, entre los juzgadores de ese despropósito contra Elba Esther, atosigados y convencidos de estar naufragando en una locura procesal maquinada, acaban de reconocer los límites de su error: declararon la inocencia de la maestra ya en dos de las acusaciones que torpemente se le fincaron, al no tener alternativa para seguir cualquier causa.
Reconocieron, por fin, que no existe delito de los imputados en boletines, que no en expedientes. Apenas logró una sentencia firme de inocencia por el delito de defraudación fiscal, que la Procuraduría no podrá impugnar y ya sólo queda un proceso por lavado de dinero. Elba Esther no ha sido absuelta, pues nunca fue formalmente juzgada. Elba Esther ha sido exonerada de cualquier sospecha. Se cae el jueguito a Osorio Chong a Humberto Castillejos Cervantes y a su primo el titular de la PGR. Se cayó el teatro del secuestro extrajudicial de las personas exitosas.
Exonerada de cualquier atropello constitucional basado en algún delito fantasioso que se le quiera imputar, de hoy en adelante. Retornará a los brazos de la sociedad, libre de polvo y paja, por encima de cualquier sospecha y de los atrabiliarios que volvieron a dar cuenta de su impericia e ignorancia.
Sólo falta que quieran acusarla de demostrar su inclinación política por la candidatura de la maestra Delfina Gómez, surgida del aparato sindical que las dos construyeron en la sección que corresponde al Valle de México, semillero de líderes bravos y comprometidos con las mejores causas nacionales.
¡Qué vergüenza para los verdugos! ¿Usted qué haría?
Índice Flamígero: Por cierto, Humberto Castillejos Cervantes ¡se va a casar! Su prometida, Paulina Landa, mientras tanto, fue acogida por su primo Raúl Cervantes Ahumada, en la Procuraduría General de la República. Paulina es talentosa. Posee una maestría en Conflicto, Seguridad y Desarrollo por el King’s College de Londres y es politóloga por la Universidad Iberoamericana. Y aunque carece de experiencia laboral, ahora despacha en la PGR con nivel de directora general y un sueldo de más de 100 mil pesos al mes, más muchos miles en prestaciones por “seguridad”. + + + Escribe el colega Gustavo Escudero: “¿A quién beneficia tanto asesinato de periodistas? ¿Al crimen organizado que enseña su fuerza? ¿A un gobierno perverso y sociópata que disfruta, cual Nerón, ver cómo se incendia el país? ¿A ambos? ¿Al crimen, resultado de una sociedad injusta y desigual? ¿Quién o quiénes están detrás de todo? La filosofía del bien y del mal tiene su explicación. Se trata de buscar un equilibrio, donde debe ganar el primero. Pero cuesta mucho explicar la autodestrucción, salvo que ya se haya perdido el sentido de la razón.¿Sabe EPN que perderá, irremediablemente, la Presidencia? Quien asesina a un periodista intuye muy bien que va a provocar una reacción en cadena para un objetivo. No creo que sólo sea porque se dan a conocer pautas de comportamiento. La PGR atrae los casos, ¿para resolverlos o para taparlos?
“La telaraña se hermana,
hay galimatías que azora,
un periodista cada hora:
¿a quién le toca mañana?”
El colega y gran amigo envío un texto que fue publicado en 1906 (hace 110 años). “La casa de la juerga”: Un sainete de Muñoz Seca:
Tengo un borrico canelo,
más sabio que un profesó,
con orejas de ministro
y ojos de gobernaó.
Rebuzna como si fuera,
diputao ministerial,
y se come hasta el pesebre,
como cualquier concejal.
Yo quisiera que a mi burro,
lo sacaran diputao,
porque otros siendo más burros,
a ese puesto ya han llegao.
Pero temo que de serlo,
vaya a quedarme sin él,
porque como allí habrá tantos,
no lo voy a conocer.
Y El Poeta del Nopal (“aún convaleciente y maltrecho”), lo rubrica de la siguiente manera:
Si el animal es tan listo,
como el labriego asegura,
el INE cabeza dura
avalaría su registro;
y en un caso nunca visto,
senador o diputado,
ante el primer altercado
o pleito de lavadero
el burrito manadero
renunciaría avergonzado.
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