«Diabólica», de S. J. Kincaid
Cultura lunes 15, May 2017Alfaguara
- En el universo de las diabólicas todo es posible: el riesgo, la aventura, el peligro, pero ¿acaso poseen la habilidad de amar?
- La reina roja se mezcla con Los juegos del hambre en esta épica novela sobre lo que sucede cuando el arma más mortífera de la galaxia se hace pasar por una joven aristócrata rehén de la corte imperial.
Némesis es una diabólica: un arma letal con aspecto humano. Ha sido creada para proteger a Sidonia, la hija de un senador galáctico. Aunque se han criado juntas, Némesis sabe que no pueden ser amigas ni iguales: su único propósito es defender a su dueña a vida o muerte.
Cuando el emperador se entera de que el padre de Sidonia está tramando una rebelión, la llama a la corte para tenerla de rehén. Sólo hay una manera de protegerla: Némesis debe ir en su lugar y hacerse pasar por ella. Rodeada de peligros, intrigas y traiciones, Némesis deberá ocultar quién es en realidad… justo cuando empieza a descubrirlo.
«Poetas rebeldes», de Matthew M. Quick
Alfaguara
- Un profesor y un libro prohibido cambiarán la vida sencilla y disciplinada de la joven Nanette. Una novela sobre la rebeldía, el amor y la búsqueda de la identidad.
Hasta ahora Nanette O’Hare era la adolescente perfecta: estudiante ejemplar, deportista excelente y una obediente hija; pero su vida empezará a cambiar cuando llega a sus manos un libro de culto prohibido.
Poco a poco, Nanette dejará de lado su papel de niña buena para convertirse en su verdadero yo: una joven llena de inquietudes, pasiones y con mucha personalidad por descubrir. ¿Podrá Nanette controlar su lado más rebelde?
FRAGMENTO
“Cuando volvieron a empezar las clases en enero, estaba esperando en el pasillo con la espalda apoyada en la puerta del aula del señor Graves.
—¿Dormiste aquí esta noche, Nanette? Ni siquiera ha amanecido aún —se rio al llegar.
—¿Qué le sucede a Wrigley? —le pregunté —. Tengo que saberlo. Porque Wrigley soy yo. Y no puede acabar así. No puede. Y punto.
—¿Por qué no?
—Porque necesito más.
—Déjalos siempre con ganas de más. Ésa es una de las grandes reglas del mundo del espectáculo.
—Esto no es el mundo del espectáculo. Es literatura. Y también es mi vida —le dije—. Este libro soy yo. Es muchísimo más que una historia. El autor tiene una responsabilidad de proporcionar respuestas. ¡Todas las respuestas!
El señor Graves sonrió, se echó a reír y dijo:
—Creí que te gustaría La parca de chicle. Como te dije, un ritual de paso para raritos como nosotros.
El señor Graves siempre utilizaba la palabra “rarito” para describirse a sí mismo y a la gente que le gustaba. Decía que todos los grandes escritores eran también “raritos”, que a nuestros mejores artistas, músicos y pensadores les colgaron al principio la etiqueta de “rarito” en la preparatoria o “cuando eran jóvenes”. Aquél era el precio de ser admitido.
—¿Y por qué se titula La parca de chicle, por cierto? —le dije.
—¿Por qué crees tú?
—No tengo ni idea. ¡Por eso se lo pregunto!
Se rio.
—Bueno, hay muchas teorías.
—Ya busqué en internet, y no me trago nada de lo que sale ahí.
—Entonces, quizá deberías preguntárselo tú misma al autor.
—¿Y cómo puedo hacer eso?
—Resulta que el señor Booker vive a un paseo de distancia de esta escuela. ¿Lo sabías?
—¿Lo dice en serio?
El señor Graves me sonrió como si me hubiera estado llevando al huerto sin que yo me enterara.
—Y me dijeron que si te ofreces a invitarle un café en The House, hablará contigo. Aunque debería advertirte que él nunca, jamás, da una respuesta directa. Y me parece que en realidad ya odia La parca de chicle.
—¿Cómo lo sabe?
—Porque le escribí muchas cartas en mi adolescencia, hasta que por fin me recibió con mis dieciséis años de entonces.”