Cierto, Fox es el culpable principal
Roberto Vizcaíno viernes 29, Oct 2010Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
El resultado directo fue que en el régimen de Fox, con Gertz Manero a la cabeza de la seguridad pública, se anuló la ley que dio vida al Sistema Nacional de Seguridad y al Consejo Nacional de Seguridad y por ello aumentó exponencialmente la violencia, la criminalidad, el narcotráfico y los secuestros en el país
Creo que por primera vez coincido plenamente con el presidente Felipe Calderón: Fox es el principal responsable del caos de seguridad pública, violencia y narcotráfico que vive hoy México.
Pero no sólo es responsable porque no hizo lo que debía haber hecho, sino porque hizo absolutamente lo contrario de lo que tenía que haber hecho.
Claro, en esta historia Fox no va solo. Mire, la historia indica que la anarquía y el descontrol de la delincuencia se inició cuando Miguel de la Madrid, al comenzar su gobierno en 1982, decide vengarse de Arturo “El Negro” Durazo, quien comandaba entonces al Servicio Secreto –ese cuerpo anticonstitucional que operaba dentro de la estructura de la policía preventiva capitalina, para convertirlo en su cuerpo de inteligencia y espionaje políticos.
De ahí resultó que Durazo fue quizá uno de los primeros en saber que De la Madrid sería ungido candidato del PRI a la Presidencia de la República por su amigo José López Portillo.
También por eso, por haber usado al SS como un grupo de inteligencia, “El Negro” conocía las debilidades, fallas y perversiones de la clase política mexicana del momento.
Las versiones dicen que fue entonces que el oscuro y mafioso jefe policiaco habría aprovechado la debilidad de alguno de los hijos del próximo mandatario, para obligar a De la Madrid a no dejarlo fuera del siguiente gabinete.
Pero contra las pretensiones de Durazo, el colimense actuó a la inversa y se fue contra del jefe policiaco.
De la Madrid lo persiguió, le confiscó todos sus bienes y lo metió a la cárcel. “El Negro” nunca se repuso del golpe y murió agobiado por ello. Su osadía le salió muy cara … pero aún más a los mexicanos.
¿Pero por qué nos salió esto caro como sociedad?… porque dentro de su venganza contra Durazo, el entonces presidente De la Madrid desapareció impulsivamente al Servicio Secreto, sin duda la agrupación policiaca de investigación más importante y poderosa del país en su momento.
Al hacerlo, De la Madrid no previó darle una alternativa a los miembros del SS y entonces lanzó directamente a los brazos de la delincuencia a los cientos de agentes de esa corporación.
Poco después hizo lo mismo con la Dirección Federal de Seguridad, con lo cual triplicó el número de delincuentes de alto nivel en México.
Ahí se comenzó a salir de control la seguridad pública del país.
Al llegar al poder en 1988, Carlos Salinas -quien fue uno de los más cercanos colaboradores de De la Madrid, y que por lo tanto no era ajeno al enorme problema creado por su jefe-, inició un proceso de revisión y rectificación que concluyó con la promulgación a fines de 1994 de la Ley que creó al Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Esta debió ser aplicada por Ernesto Zedillo, quien cometió el “error de diciembre” y dejó al país en la ruina. No hubo entonces dinero para echar a andar el SNSP.
En este contexto es el sinaloense Francisco Labastida Ochoa, quien al llegar a la secretaría de Gobernación, el que lo retoma el Sistema Nacional de Seguridad Pública en 1998, y lo echa a andar.
Desde su posición de secretario de Gobernación y de precandidato a la presidencia de la República, Labastida instala el Consejo Nacional de Seguridad que, desde entonces, agrupa y coordina a los secretarios de: la Defensa Nacional, de Marina (ahora también al de Seguridad Pública y al Cosen), y al de Comunicaciones y Transportes, así como a los 31 gobernadores del país y al Jefe de Gobierno del DF en materia de seguridad pública.
Todos ellos a su vez eran los jefes de todas las procuradurías de justicia en el país y a la vez los responsables de todos los cuerpos policiacos existentes en la República.
Para darle sustento legal y estructura física, Labastida designó al licenciado Moyolo Medina -quien había sido su secretario particular, pero que también había tenido una experiencia adicional en el manejo y operación de seguridad pública-, como secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad, para coordinar a todo este sistema.
Es entonces que se decide crear la red de Centros de Comando, Comunicaciones, Control y Cómputo -llamados por ello “Los C-4”-, que estarían diseminados por todo el país y que concentrarían las tareas de las diversas corporaciones policiacas (municipal, estatal, judicial federal y de inteligencia), bajo un solo techo.
Los “C-4” fueron diseñados como edificios “inteligentes” dotados de la más alta tecnología de cómputo y de comunicaciones, a fin de evitar e impedir la infiltración de la delincuencia organizada y del narcotráfico en las policías.
Al estar concentradas todas las corporaciones en un mismo recinto, pero bajo distintos mandos, estas se cuidarían entre sí y se haría posible una respuesta rápida a delitos como asaltos, secuestros y enfrentamientos violentos.
Se proyectó que los vehículos de estas corporaciones tendrían equipos de GPS, que permitirían conocer en los “C-4” su ubicación exacta durante todo el tiempo, lo cual permitiría su movilización racional en caso de emergencia.
Adicionalmente el Sistema Nacional de Seguridad ordenaba aglutinar, concentrar en una sola base de datos, el registro de todos los policías de todas las corporaciones existentes en el país, para así monitorear a quienes de entre ellos habían pasado a la delincuencia.
Bajo este control, ya no sería posible que un policía-delincuente, fuese despedido en un estado y reapareciera en otro como agente activo de alguna corporación.
Otra decisión esencial de Labastida y Medina, fue la de adquirir el sistema de comunicación de la empresa francesa MATRA, la cual había demostrado en la operación de otras policías en el mundo, que ofrecía un sistema de comunicación encriptada y por lo tanto inviolable.
Los walky-talkies de los agentes y jefes costaban sobre los mil 500 dólares, pero no podían ser intervenidos. De igual forma los de los agentes podían ser escuchados por los jefes, pero no los de estos por los agentes, lo cual aseguraba la privacidad de la comunicación entre los mandos.
Bajo esta inercia y proyección llegó el incipiente Sistema Nacional de Seguridad al proceso electoral del 2000.
Y ese año el panista Vicente Fox le ganó al priísta Francisco Labastida.
Como gobernador de Guanajuato, Fox fue el único mandatario estatal que se negó a firmar el Sistema Nacional de Seguridad Pública y a apoyar al Consejo Nacional de Seguridad.
¿Por que hizo eso Fox?
Porque él quería usar parte del presupuesto federal otorgado a las cuestiones de seguridad pública dentro del Sistema Nacional de Seguridad Pública, para comprarse un helicóptero.
Esto fue impedido por el secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad, Mayolo Medina, quien le indicó que lo presupuestado dentro de ese rubro no podía ser usado en la compra de un helicóptero ni de ninguna otra cosa que no fuese lo requerido por el SNSP.
Una vez llegado a Los Pinos, Fox decretó la muerte del Sistema Nacional del Seguridad planeado y promulgado por Salinas y echado a andar por Francisco Labastida.
Fox decide que el control y las políticas y presupuestos de Seguridad Pública pasen de la secretaría de Gobernación -como cabeza sector-, a la naciente secretaría de Seguridad Pública Federal.
El tiro de gracia se lo dio el guanajuatense al designar como secretario a Alejandro Gertz Manero, quien como titular de la SSPF se significa por enredarse en declaraciones públicas, por escribir artículos periodísticos con temas que él debía haber abordado como funcionario, y por meterse en una persecución sin sustento contra los anteriores mandos policíacos, especialmente contra Mayolo Medina.
Llegó a tanta su ineficiencia, que en la reunión del Consejo Nacional de Seguridad del jueves 30 de enero de 2002, un grupo de gobernadores encabezados por Ricardo Monreal, entonces mandatario de Zacatecas, le exigió a Gertz Manero dejar de hablar y empezar a actuar.
La confrontación fue de tal nivel, que se hizo pública, y entonces los gobernadores en su conjunto le exigieron a Fox presidir él mismo las reuniones del Consejo Nacional de Seguridad, ya que el titular de la SSPF no daba una y había enredado a tal grado las cosas dentro del Sistema Nacional de Seguridad que antes que premiar, castigaba a los gobernadores más eficientes en el combate al delito, al cortarles el presupuesto a aquellas entidades que lograban abatir el crimen.
Luego los metió a todos en una fuerte confrontación con la federación, al recortar casi en un 50 por ciento el presupuesto mientras los acusaba de provocar un fuerte subejercicio en el área.
El resultado directo fue que en el régimen de Fox, con Gertz Manero a la cabeza de la seguridad pública, se anuló la ley que dio vida al Sistema Nacional de Seguridad y al Consejo Nacional de Seguridad, y al hacerlo se aumentó exponencialmente la violencia, la criminalidad, el narcotráfico y los secuestros en el país.
A todo lo anterior se agrega hoy el uso político y militar del combate al narcotráfico y al crimen organizado como una estrategia de Felipe Calderón para legitimar su mandato.
Por eso estamos como estamos.