Se desvanece el PRI en Tabasco
Ramón Zurita Sahagún martes 25, Abr 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Si hay un estado en el que el priísmo parece desterrado para siempre, es Tabasco, una entidad liberal por excelencia y en la que los propios militantes y dirigentes de ese partido se encargan de sepultar al partido tricolor.
El fin de semana se agregó otro clavo más al ataúd en que se encuentra putrefacto el cadáver de un partido que se manifestó orgulloso de sus militantes y dirigentes y de los que surgieron gobernantes como Carlos A. Madrazo Becerra, Leandro Rovirosa Wade y Enrique González Pedrero, entre otros, pero también candidatos presidenciales como Roberto Madrazo Pintado y Andrés Manuel López Obrador.
Los priístas tabasqueños saben que el declive del partido se inició desde que se orquestó una campaña en contra del entonces gobernador Salvador Neme Castillo que obligó a este a solicitar licencia y arribó al cargo Manuel Gurría Ordóñez lo peor que le pudo pasar al estado, ya que siempre fue un burócrata que no hacía nada, pero dejaba que otros lo hicieran.
Gurría Ordóñez fue un político de la vieja escuela, apático, sin ideas y mucho menos deseos de servir al pueblo y que cumplió de esa forma su viejo anhelo de gobernar.
Le siguió Roberto Madrazo Pintado, quien lejos de ser un conciliador como su padre, propició el rompimiento de los cuadros partidistas y la fuga de sus principales exponentes que huyeron hacia otros partidos.
Madrazo Pintado se empecinó en dejar como sucesor a Manuel Andrade Díaz, un político con mucha verborrea y simpático, pero sin mayor presencia en la entidad, lo que ocasionó una nueva fuga de militantes, entre los que se contaba el actual gobernador Arturo Núñez Jiménez.
Si en 1988, los enemigos del PRI encontraron un filón de oro en Andrés Manuel López Obrador, los detractores vieron en Raúl Ojeda Zubieta, otro ex priísta, una nueva posibilidad que se les negó hasta tres veces.
La gran esperanza del priísmo llegó en la figura de un candidato sumamente popular y al que aceptaron, tras el amago de que podría irse como abanderado del PRD o PAN, si no lo dejaban pasar en el tricolor.
Andrés Rafael Granier Melo, ganó los comicios sin grandes problemas y convirtió su administración en la más corrupta de la historia, razón por la que el propio Granier Melo y algunos de sus operadores menores se encuentran presos.
Eso significó el acabose para el priísmo y Arturo Núñez Jiménez no tuvo problemas para ganar el proceso electoral a un priísta de bajo nivel como lo es Jesús Alí de la Torre (por cierto ya fuera del partido tricolor).
Los priístas se replegaron después de 2012 y se esperaba que pudiese renacer tal Ave Fénix, pero resulta que se enfrascaron en una dura pugna para ver quiénes se quedaban con los restos del partido.
Surgieron dos grupos en la disputa, uno encabezado por la diputada Georgina Trujillo Zentella, hija del ex gobernador Mario Trujillo García y el otro por Benito Neme Sastré, director de Caminos y Puentes e hijo del también ex gobernador Salvador Neme Castillo.
Ambos pretendieron quedarse con los restos del priísmo y lo consiguió la dos veces diputada federal plurinominal, ex senadora y ex alcaldesa de Centro, cuerpeada por el dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza y perdió el de quien se auto nombra el tabasqueño más cercano al afecto de su compadre Enrique Peña Nieto.
Trujillo Zentella empujó por uno de sus incondicionales y lo sentó en la presidencia del partido, Gustavo de la Torre, silla que fue obligado a dejar Miguel Ángel Valdivia, aferrado a ella y a la que se impidió llegase la secretaria general, Gloria Herrera.
El embrollo tabasqueño parece saldado con el arribo de un nuevo dirigente, pero he aquí, que el priísmo se pulverizó en varios grupos que ven con desconfianza el triunfo de una de esas dos partes que dividió al partido.
Pero una figura política que se acopla a todos los climas e ideologías, apareció para proponer el nombre de Georgina Trujillo Zentella como la eventual candidata del PRI al gobierno del estado, cargo que estará en disputa en los comicios federales de junio de 2018.
Humberto Domingo Mayans Canabal es el nombre de este personaje que se hizo a la sombra de Manuel Gurría, se ajustó a la de González Pedrero, militó en el madracismo de Roberto, huyó del PRI al no ser candidato a gobernador, fue diputado federal por el PRD, además de ser el principal operador de Andrés Granier Melo y que propuesto por el Partido Verde como su candidato a senador y ahora incursiona de nueva cuenta en el priismo.
Mayans Canabal, actual senador, rompió con Gurría, con Madrazo y Granier, pero ahora se pavonea como patrocinador de Trujillo Zentella, en un intento de ocupar nuevamente un espacio dentro de la política tabasqueña en la que no es bien visto por sus frecuentes traiciones.
Dos veces secretario estatal de Gobierno, secretario de Comunicaciones otra más, secretario de Desarrollo Agropecuario y presidente estatal del PRI, además de dos veces diputado federal y dos más senador, Humberto Domingo Mayans Canabal pretende resurgir como el titiritero en la entidad, lo que ya consiguió en algunas otras ocasiones, cuando fue el principal asesor político de Manuel Gurría y de Andrés Granier, además de jugar a los apoyos al PRD, al PRI y a quienes pueda usar para beneficio propio.
Con estos zarpazos, el priismo está condenado a desparecer en Tabasco y convertirse en la cuarta fuerza electoral de la entidad, detrás de Morena, PRD y hasta el Partido Verde que busca volar con alas propias.