Las Ruiz-Massieu
Francisco Rodríguez martes 11, Abr 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Los migrantes mexicanos tienen sus “ciudades santuario”, aquéllas que han defendido sus sensatos alcaldes de las babosadas del energúmeno anaranjado que está acabando de quebrar a los Estados Unidos. Los líderes que se han deslindado de la apatía por defender sus raíces, entregándose sin recato y obsequiosamente a un desquiciado y voraz neo republicano.
Pero los aristócratas de huarache no pueden protestar por esos actos de identidad y decoro. Porque también los mexicanos de doble apellido ya tienen sus santuarios, si usted quiere más selectos y apropiados a su condición: los carísimos lugares de descanso invernal de los Alpes suizos. Aquéllos, como las montañas de esquí de Verbier, reservados para las monarquías europeas. ¡Faltaba más!
Los santuarios elegidos para el refugio de los que tienen la necesidad fisiológica de apartarse, por la vía de la heráldica y del dinero, del continuum miserable, de los ciento un millones de pobres e indigentes que forman la sociedad hambrienta que retratan todas las investigaciones serias sobre la pobreza mexicana.
Verbier es tan caro que ya ha superado a Aspen, Gstaad y Zematt como el lugar preferido de las dinastías europeas, de las monarquías inglesa, danesa y belga, lo mismo que de la mafia rusa, como el centro vacacional de invierno más elitista del mundo. Los mexicanos de doble apellido vencieron los estándares, porque aparte de vacacionar, se dan el lujo de inscribir a sus juniors para que aprendan idiomas en los internados de lujo de sus faldas escarpadas.
Lemania-Verbier International School, es la prepa preferida para los hijos de los aristócratas mexicanos de huarache. El lugar exacto, dicen ellos, donde se forman los futuros líderes trilingües, en una filosofía educativa de gran confort y colegiaturas reservadas a los ojos de cualquier transparencia, por encima de todos los niveles de asombro sobre el derroche y la rapiña. Nadie puede pagarlo. Sólo los de doble apellido.
Ahí estaba, hasta antes de que fuera expulsada, María Ricalde Ruiz-Massieu, hija de la ex canciller Claudia, sobrina de Carlos Salinas de Gortari, quien, obviamente ya inauguró su linaje de doble apellido. Desde Los Pinos, donde alguien todavía insiste en colmar los caprichos de Claudia, hacen que ésta aparezca destacadamente en las encuestas de presidenciables, pues también estudió en Verbier-Lemania.
La aristocracia de doble apellido ha estado siempre al acecho de los nuevos ricos, dispuesta al enlace y al casorio con los chichimecas en ascenso de la escalera de la corrupción. Poniendo sus dobles patronímicos para legitimar las transas, para ennoblecer todos los robos y entrambuliques.
Obtienen los contratos más jugosos de manos de acomplejados e indefensos capataces de nuestro patrimonio fiscal, las franquicias de los partidos políticos, el prestanombrismo a las empresas saqueadoras del extranjero, la defensa contumaz en tribunales a modo de los casos más vergonzosos del anexionismo meteco.
La cruza entre los de doble apellido y los privilegiados con nuestros asaltos en despoblado, son los “yuppies”. Una casta cuya riqueza y poder reside en el ostentoso despilfarro, en el aumento sin fin del consumo superfluo. Cuantos más carros de lujo, viajes en helicóptero y avión privado, mejor, siempre y cuando no salga otro más caro que pueda hacerlos aparecer como entes convertidos en algo demasiado común.
El objetivo superior de la aristocracia burocrática de doble apellido consiste en frustrar cualquier intento del “populacho” por emular a las castas superiores. Que la riqueza y poder de los que ya se encuentran en la cima del uno por ciento de privilegiados aumenten en proporción a la suma de sus caprichos. Forrados e inalcanzables, inmarcesibles al deshonor de la pobreza.
Porque sólo los que pueden dar prueba de su lealtad al ethos consumista encuentran admisión en los círculos más selectos. El consumo suntuario es no tanto el premio, como el precio del éxito. Sólo así será posible que algún día lleguen a ser escuderos de los enlistados macabros de los récords de la revista Forbes.
El Rey del Estaño despreció a los huehuenches de doble apellido
Están llamados a engrosar las filas de los descerebrados al servicio de las empresas multimillonarias en dólares, euros o yenes; contribuir con su genio y su figura a desnacionalizar cada vez más a su país, desde sus atalayas de mesiánicos salvadores de la patria. Con una condición: no ponerle coto a la escalada.
Convertirse en sañudos cuentachiles de nuestras desgracias, con fortunas hechas de la noche a la mañana, presas fáciles de ambiciones desmedidas de falsos profetas, oportunistas demagogos y mentirosos, oficiantes de un tornado consumista que deja a la inmensa mayoría de hambrientos en un páramo mortal sin salida, sin esperanzas.
En Casi el paraíso —novela emblemática de Luis Spota—, Ugo Conti encarna al autollamado Príncipe de Hohenlohe-Lagenburg y Battenberg, sólo un timador profesional que usó dobles apellidos europeos para arrasar con virginidades y fortunas de las hijas de los aristócratas mexicanos de huarache. Ésa es la figura del varón, pero en respeto a la equidad de género, hay más ejemplos de damitas atrevidas descendientes de supuestas prosapias al gusto de los chichimecas, al fin y al cabo, sus pieles huelen a chivos expiatorios.
Es emblemático el marrazo que el Rey del Estaño, Antenor Patiño propinó a los de doble apellido cuando inauguró el hotel Las Hadas y el aeropuerto internacional Costa de Oro, en Manzanillo, para que aterrizaran los aviones de las dinastías europeas que llegaban a la fiesta de altísimo postín. Cuando los de doble apellido chichimeca protestaron por no ser invitados, Antenor contestó: “es que no va a ser un hotel de paso, para eso están los de Acapulco”.
La joven María Ricalde Ruiz-Massieu fue inscrita en Verbier-Lemania para cumplir la ilusión de Claudia: formarse entre los grandes, como lo hicieron con ella, en los rebumbios de los idiomas, con los modos y maneras de la alta aristocracia europea, por si las moscas, algún día fuera la lideresa del futuro mexicano.
A los pocos meses, María buscó desesperadamente la francachela con los hijos de jeques árabes y sucesores monárquicos compañeros de clases. El resultado fue una guarapeta mortal, de la que pudo zafarse gracias al auxilio de sus compañeros que la internaron en un hospital para que fuera atendida, para luego ser víctimas de la mocosa, quien se zafó de una primera expulsión, argumentando que ¡quienes la salvaron la querían ultrajar!, por lo que la entonces todavía canciller Claudia movió cielo y tierra político y diplomático acreditado para que sostuvieran su dicho y salvarla de la expulsión escolar.
Pasó. A poco tiempo, se repitió la maroma, pero esta vez, monsieur Thibaut Descoeudres, el decano director, estaba tan amoscado que se resistió a ser nuevamente engañado y, haciendo caso omiso de todas las presiones, optó por cancelar definitivamente la carrera preparatoria de la joven María. Fue expulsada de inmediato, sin importar todo el dinero gastado. Sin importar las cenas con otros padres de mexicanos donde traía de chofer al embajador en Suiza y con las que obsequiaba la canciller a su infanta, para mayor lucimiento de su heráldica e influencia.
Hija de tigresa, pintita. Lo único que hace María, obedece a patrones genéticos, pudiera decir algún intelecual —por cual— crítico. Pobre, heredó las mismas reacciones e impulsos etílicos de su mamá. La que, rumbo a un acto partidista, en su carácter de secretaria general del PRI, iba a tal exceso de velocidad —seguramente ordenando a gritos a su chofer para que “le metiera al pedal”, luego de que ella saliera tarde de una comida muy prolongada— que no reparó en que sobre Paseo de la Reforma había mediomatado a un chiquitín solitario de cinco años, Augusto Atempa, perteneciente a la clase de “los otros”.
La Ruiz Massieu huyó, luego que su vehículo atropellara a un niño
En la reacción con sello de la casa, Claudia puso pies en polvorosa, para que nadie notara que traía —as usual— “unas copitas de más”. A gritos, alterada, visiblemente jarra, subió al carro de guaruras y se alejó inmediatamente del lugar del desaguisado, abandonando al niño desastrado en situación de calle, el que acabó en un hospital de traumatología, atendido por las policías locales encargadas de los rescates y urgencias médicas.
Al darse cuenta de que las imágenes de ella, su auto, el chiquitín, el chofer y los sucesos de fuga aparecían en las redes, el PRI se apresuró a emitir un boletín donde se sostiene que tanto el niño como Claudia fueron hospitalizados y atendidos debidamente con todos los gastos pagados, gracias a la intervención de la ex canciller, que aún luce un collarín ortopédico, para validar la mentirosa versión priísta. ¡Lástima de ropita!
La verdad, como consta en las oportunas tomas de las redes, es que Claudia no sufrió una sola molestia ni daño físico, sólo la vergüenza de huir tambaleante ante el bochorno, alejarse del contratiempo que podía dañar sus alocadas aspiraciones, y dejar a salvo su doble apellido. Del niño lastimado, ni hablar. Hasta la fecha no se sabe nada, como gustaba decir Clavillazo, el cómico teziutleco.
Un retrato perfecto, cotidiano de la aristocracia pulquera de doble apellido. Sólo una crónica repetida de los descastados, de sus bochornos, vergüenzas e iniquidades. Una llamada de atención sobre los que nos gobiernan.
¿Usted qué hubiera hecho?
Índice Flamígero: Escribe don Rubén Mújica Vélez: “Acerca de la ‘ciencia triste’, la Economía: Desciende la demanda interna, motor del crecimiento económico… no es una buena noticia para el crecimiento’: Eduardo González, analista del Citibanamex (La Jornada, 7-IV-2017). ‘Se cuadruplica la inflación de marzo… secuela del alza de los precios de la gasolina’: INEGI. (La Jornada, 8-IV-2017). Pero, pero, pero como ‘la crisis está en nuestras mentes’ (Peña dixit), esperen a que empiece Merodio a manosear las cifras: ¡Verán que vivimos en Jauja! No olvidemos que Mark Twain dijo: ‘hay mentiras, malditas mentiras y….estadísticas’”. + + + Don Alfredo Álvarez Barrón, por su parte, apunta que “el presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), negó que haya omisión en las diversas denuncias por el presunto uso electoral de programas sociales en el Estado de México…” Y El Poeta del Nopal revira:
Al tema, nadie le atora,
pero un cliché lo define:
es sabido que en el INE
¡no tienen… progenitora!
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