El temor a AMLO
Ramón Zurita Sahagún jueves 6, Abr 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La figura de Andrés Manuel López Obrador genera inquietud, provoca insomnio y desata una gran preocupación en uno de los candidatos al gobierno del Estado de México, el que pide que no apoye a la candidata de su partido.
Es la diferencia abismal existente entre un dirigente de partido que mueve al electorado, con otro que no conmueve ni siquiera a su familia y que solamente reacciona cuando le son mostradas las flotillas de vehículos de alquiler con que cuenta.
Y es que el candidato priísta, Alfredo del Mazo Maza, pidió a Delfina Gómez Álvarez, abanderada de Morena, se comprometa a que el tabasqueño no la respalde en su propósito de ganar los comicios.
Resulta curiosa la petición de Del Mazo Maza, cuando apenas el domingo su dirigente nacional, Enrique Ochoa, expresó su respaldo a los candidatos a gobernadores en tres estados del país: Coahuila, Estado de México y Nayarit y en el Edomex se desató una fiebre presencial de secretarios del gabinete presidencial, cuya militancia es priísta.
Claro que la diferencia es enorme entre el apoyo que puedan dar a sus respectivos candidatos, tanto Ochoa como el de AMLO o incluso Ricardo Anaya.
De ahí, la urgencia de Del Mazo Maza para que Delfina se comprometiera a que AMLO no pise suelo mexiquense en las campañas electorales, lo que no sucedió, durante una exposición televisiva de los cuatro principales candidatos al gobierno mexiquense.
En el noticiario de Carlos Loret, los cuatro aspirantes mejor posicionados, Alfredo del Mazo, Delfina Gómez, Josefina Vázquez y Juan Zepeda, mostraron sus miedos, sus deficiencia y carencias al por mayor.
Ninguno de ellos se salva de la quema, aunque unos más que otros evidenciaron que les falta mucho para un verdadero debate de ideas y propuestas.
Inseguridad en sus respuestas, carencia de conocimientos, memoria débil y hasta nerviosismo de tres de ellos, mientras que el cuarto tiene reducidas posibilidades de triunfo.
El rostro de Josefina lo decía todo, su sonrisa convertida en rictus dejó en claro que se encuentra fuera del juego de la sucesión en el Estado de México y que su presencia es testimonial, en un intento por mantenerse en la disputa y el resultado en tercios.
Josefina muestra con sus expresiones que su participación no fue voluntaria y que fue convencida de ser incluida como parte de algún tipo de negociación y que le pesa el dar explicaciones sobre los dos asuntos que fueron ventilados públicamente el de su fundación y el de su familia. Lanza acusaciones sobre la corrupción, esperando que el ventilador no la salpique de lodo en el reparto de culpas.
Y es que Josefina no fue preparada con teflón para evitar lo que se esperaba, los ataques sobre los presuntos actos de corrupción en los que se han visto involucradas ella y su familia.
Josefina mostró un rostro desconocido, no solamente por su falta de expresión y sin líneas marcadas, sino que fue directa a la confrontación, buscando de esa forma alcanzar a los punteros o, cuando menos, recortar distancia.
Resbaló, sabiendo que estaba en casa del jabonero, al mostrar un par de fotografías del presidente Enrique Peña Nieto y del propio candidato Alfredo del Mazo Maza, con Javier Duarte de Ochoa, sin tomar en cuenta que esas imágenes no muestran más allá de una reunión de trabajo entre el Ejecutivo federal y el estatal de Veracruz y en la otra, un funcionario público como lo era el director de Banobras con el gobernador de Veracruz. En realidad, fueron un fiasco esas fotografías.
Sin embargo, se puso a tono, para que se le fueran encima todos sobre los señalamientos que se le hacen a ella, sus hermanos y su padre. Evadió el tema, pero lo cierto es que por el momento, la PGR deslindó a Josefina de cualquier investigación sobre lavado de dinero, pero no a su familia.
Por eso, fue fácil víctima de los señalamientos, mientras esbozaba una sonrisa congelada, que algunos vieron como un simple rictus y otros entendieron como parte del cinismo político, hasta hace poco desconocido en ella.
Delfina mostró que no basta con ser sencilla, hablar con naturalidad, alejada del snob político, sino que requiere de trabajar mucho para convencer a un electorado que magnetizó en un inicio, pero conforme vaya avanzando la campaña tendrá que enseñar otras cosas.
Alfredo del Mazo se subió al ring y dejó en claro que está dispuesto a calzarse los guantes con quien sea, ya que el convencimiento del electorado no es para él, cuando menos por el momento.
Josefina se lo dejó en claro una y otra vez, recalcando que no tiene siquiera la confianza dentro de su partido, por lo que le será difícil alcanzar un respaldo generalizado.
El cuarto en discordia, Juan Zepeda, se notó mesurado, conocedor de algunos temas y que hará lo posible para inclinar la balanza de votos a favor de uno u otro de los candidatos favoritos, pero que a él no le alcanzará el tiempo para recortar distancias.
De los tres candidatos ex presidentes municipales (Alfredo, Delfina y Juan), se confirmó que como autoridades no pudieron erradicar la violencia, ni muchos menos la inseguridad y de Josefina que estaba muy lejos de conocer el tema.
La chiquillería
En el Estado de México hay otros tres candidatos, dos independientes y otro de partido, aunque ninguno de los tres lleva mira de ingresar a los porcentajes de dos dígitos.
María Teresa Castell e Isidro Pastor, como independientes y Óscar González, abanderado del PT.