La justicia “Porky”
Alberto Vieyra G. miércoles 5, Abr 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
La kakisktocracia, es un término que, en política, define “el gobierno de los peores” que describe el estado de corrupción y putrefacción generalizada en un gobierno.
Ese término se adjudica al filósofo italiano Michelangelo Bovero, quien lo popularizó hace unas cuatro décadas.
En nuestros días la kakistocracia, se le ha visto de manita sudada con otro término llamado “porkycracia” que no es otra cosa que la podredumbre que impera entre los amos del poder político, económico y hasta religioso.
El escritor jalisciense Antonio Ortuño, acaba de escribir un espléndido artículo titulado “La Porkycracia” publicado en el diario español El País, el pasado 31 de marzo, en el que define que “la porkycracia es el gobierno absoluto de los impunes, la impunidad total de los poderosos.”
Sí, impera en México una nauseabunda justicia porky de rodillas y al servicio de los ricos y poderosos.
¿Ejemplos? ¡Ufff! Hay para escribir varios tomos de la porkycracia.
Ejemplos de esa podredumbre humana sobran en las últimas semanas.
Ahí tiene usted a la líder nacional del PRD, Alejandra Barrales, que cuando la prensa que cubre la fuente parlamentaria le pregunta por su nidito que tiene en Miami, Florida, no más tartamudea apretando los dientes y dándose media vuelta, parece que de su mente salen rayos y centellas contra esos incómodos periodistas.
¿Y qué me dice usted de Javier Duarte, ese espécimen de la zoología priísta que hoy es candidato al premio nobel de la corrupción después de saquear el erario público en Veracruz?
¿O qué me dice del alcalde ese de San Blas, Nayarit, Hilario Ramírez alias Layín, ese que según él roba de a poquito, pero que ya se vio que roba a manos llenas y así quiere ser gobernador de los nayaritas?
Y también está el jerarca nacional del PAN, Ricardo Anaya, quien tiene viviendo a su familia entre los cocacoleros de Atlanta y mantenerla nos cuesta a usted y a mí, unos 5 millones de pesos al año.
Y ahí tenemos también al diputado panista suplente del estado de Chihuahua, Antonio Tarín, quien se atrincheró en el Palacio Legislativo de San Lázaro hasta conseguir un amparo que lo libre de ir a la cárcel por haberse robado la lana junto con César Duarte, el ex gobernador chihuahuense, a quien la poli ya le pisa los talones y la raza graffitea su casa en Parral haciéndole recordatorios maternales. Pero no falta el escándalo que envuelve a la empresa fantasma Tecnoradio, en la que figuran un puñado de funcionarios y exfuncionarios del gobierno peñista, que se adjudicaron las licitaciones de casi 40 concesiones para operar estaciones de radio.
Y sin faltar el escándalo que protagoniza el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, que se construye un jacalito con cancha de tenis para invitar a Dios a jugar al deporte blanco, sin pagar un solo centavo de impuestos por la licencia de uso de suelo.
Así actúa la porkicracia en México, ultrajando la dignidad de los mexicanos.