Dos meses de atención
Ramón Zurita Sahagún lunes 3, Abr 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Por fin, luego de larga espera, se inician las campañas electorales más esperadas de los tiempos recientes. La batalla por el gobierno del Estado de México traerá sorpresas, desencantos, especulaciones, traiciones, harto lodo y denuncias al por mayor y se da por sentado que el resultado se resolverá en tribunales.
Cuatro de los candidatos son los protagonistas y el resultado de los comicios se dará de acuerdo a sus desempeños, el de sus equipos, la estrategia a desarrollar y más que nada el auxilio de cada uno de los partidos que los respaldan.
Hay quienes desestiman que los resultados vayan a incidir en el proceso electoral presidencial del año próximo, basados en las tendencias del pasado, aunque la realidad se presenta de otra forma.
La disputa por el triunfo se anticipa se dará entre el partido gobernante y de más nueva formación. PRI y Morena se ven con sus respectivos candidatos como los adversarios a vencer, mientras que PAN y PRD tendrán mucho que ver en el resultado.
Delfina Gómez Álvarez, de Morena y Alfredo del Mazo Maza, del PRI, ambos diputados federales con licencia, son considerados como los favoritos para ganar, por lo que uno de ellos tendría que regresar a formar parte de la Cámara de Diputados.
Y con todo a su favor, ambos prospectos requerirán del auxilio de los dos candidatos que son menospreciado por los encuestadores: Josefina Vázquez Mota y Juan Zepeda.
La panista es vista como la tercera en discordia que puede concentrar parte del voto de rechazo al PRI y evitar de esa forma que todo se contabilice a favor de Delfina, situación que también beneficia al PRI en el caso del candidato del PRD.
Los votos de izquierda y en especial de la zona oriente del estado podría fragmentarse entre los candidatos del PRD y Morena, lo que tendería a restar sufragios para Delfina.
Sin embargo, Delfina podría ser la gran beneficiaria si como se especula, Juan Zepeda renuncia antes de terminar mayo y sus votos, en su gran mayoría, pasan a formar parte del acervo de la panista. Todas estas especulaciones se consideran dentro de las estrategias de cada uno de los equipos que operan las campañas electorales, ya que se considera que la disputa será sumamente cerrada y un puñado de votos hará la diferencia.
Son muchos los estados en que ese tipo de alianzas se cocinan con anterioridad, pero se espera hasta el último momento para vender más caro el respaldo a uno de los candidatos.
Es cierto que la operación de captación de votos será seguida con lupa, para evitar se produzcan los acarreos, compra de votos y operaciones de todo tipo, ya consignadas con anterioridad, las típicas de carrusel, operación tamal, compra de conciencias y la entrega de utensilios y regalos a cambio de la credencial.
Habrá que ver si los operadores traen algunas innovaciones tecnológicas o de otro tipo y bajo que bases establecen sus estrategias de campaña.
Del resultado de estos comicios dependen muchas situaciones a futuro.
Se verá si el crecimiento del PAN es real o si tendrá que recurrir en la campaña electoral presidencial a una nueva alianza con el PRD, como ocurrió en algunos estados que fueron ganados por dicha coalición.
El PRD constatará si sigue siendo opción para el electorado o si tiende a formar parte de la chiquillada de los partidos políticos, con riesgo a su extinción o si, incluso, tiene que buscar el perdón del dirigente nacional de Moerna y subirse al cabús de la locomotora en que parece haberse convertido Andrés Manuel López Obrador.
Para Morena, el resultado de la elección viene en dos vertientes, ganando obtienen su primer triunfo estatal y en el principal granero electoral del país y recibirá de manera absoluta, además de la copiosa votación, el mayor presupuesto de los 32 estados del país. Si pierde, dejará constancia de su crecimiento electoral y como sucedió en el caso de Veracruz mostrará que sus candidatos, aunque desconocidos, son excelente opción.
El panorama para los priístas es sumamente complicado, ya que ganando retendrían su principal bastión y podrían mostrarse competitivos hacia la elección presidencial, donde muchos los dan por derrotados con bastante anticipación, pero perdiendo sería el acabose, ya que de los cinco estados más poblados del país solo gobernarían uno, Jalisco y con gran riesgo de perderlo el año próximo ante Movimiento Ciudadano. De los otros cuatro, la Ciudad de México es gobernada por el PRD, pero es bastión de Morena.
Veracruz es gobernada por Acción Nacional, al igual que Guanajuato y Puebla, por lo que entre esas seis entidades reúnen por encima del 30 por ciento del electorado.
Es cierto que muchos desestiman que el resultado electoral incida en los comicios presidenciales, basándose en el pasado reciente, donde los priístas siempre han ganado las elecciones estatales, sin importar que no lo hagan en la presidencial y que además, con excepción de 1999, en que ganaron por siete puntos, en todos los demás comicios lo han hecho por arriba de los 20 puntos de diferencia.
En 1999, Arturo Montiel Rojas, priísta venció en las urnas al panista José Luis Durán Reveles y al año siguiente, Vicente Fox Quesada derrotó sin tantos problemas al priísta Francisco Labastida Ochoa.
Igual sucedió seis años más tarde, cuando Felipe Calderón Hinojosa ganó la elección presidencial en dura batalla con el perredista Andrés Manuel López Obrador, enviando al priísta Roberto Madrazo Pintado hasta el tercer lugar, sin importar que Enrique Peña Nieto ya hubiese ganado los comicios en el Estado de México sobre el panista Rubén Mendoza Ayala.
Sin embargo, el 4 de junio se sabrá el efecto de las especulaciones rumores y demás estrategias.