Una Armada para el capricho
Francisco Rodríguez jueves 30, Mar 2017Índice político
Francisco Rodríguez
En el sexenio de Luis Echeverría fueron ascendidos al grado de generales de brigada 50 coroneles por año. Una inyección de 301 entorchados. Fue el reconocimiento del sistema político a los servicios prestados por los militares durante las represiones colectivas del sexenio de Gustavo Díaz Ordaz —azuzadas por el propio LEA— contra los núcleos de población que pedían sólo mayores libertades civiles.
Una investigación reveló las características que el presidencialismo en decadencia exigía de los generales que fueran asignados como jefes a las zonas militares de importancia regional. Es importante observar que, a medida que las zonas en cuestión rodearan al Distrito Federal, la selección recaía sobre soldados empoderados que ofrecieran un currículum rupestre.
En efecto, los jefes de zonas aledañas al centro del poder debían destacar en materias de combate a campo raso, tácticas disuasivas con mayor uso de fuerza, nivel intelectual mínimo, altas calificaciones en materias relacionadas directamente con el uso excesivo de la pólvora.
Una legión de incondicionales, sin pruritos para obedecer a ojos cerrados.
En los estados conurbados a la zona metropolitana era necesaria una hoja de vida, previamente revisada por los organismos de inteligencia —de algún modo hay que llamarles— que reflejara una formación plana, alejada totalmente de cualquier sospecha de interés por los problemas nacionales o por las banderas sociales.
A medida que la educación estratégica penetró en los cuerpos castrenses, los militares de alta graduación, formados en la Escuela Superior de Guerra y en el Colegio de Defensa, adquirieron mayor relevancia que sus antecesores. Hoy, el 98% de los generales ha cursado mínimo la educación preparatoria, necesaria para haber sido aceptados en el Colegio Militar.
Sin embargo, han surgido otras vicisitudes. Los grupos de élite, formados en las escuelas de contrainsurgencia de Annapolis o Panamá, han establecido una capa difícil de penetrar por los que no han salido del país. Porque su formación, opinan los burócratas de cuello duro, es la que se requiere para la modernización de las fuerzas armadas.
Los que han estudiado en el extranjero las tácticas modernas de represión son insustituibles. A eso hay que agregar los favoritismos y preferencias que los consentidos de Los Pinos, los presidenciables, ávidos de captar simpatías entre la milicia, argumentan para filtrar a los candidatos a recibir mayores porciones de presupuesto y mejores encargos.
Videgaray privilegió a la Armada, y dividió a las fuerzas armadas
El malestar entre los cuerpos y mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional ha sido multiplicado por Luis Videgaray, quien, desde su cargo como secretario de Hacienda, emprendió una campaña de reclutamiento que dividió a los altos mandos de los verdes, con los de la Secretaría de Marina Armada.
La forma que utilizó para captar simpatías fue la misma que usó en todos los cargos del poder civil, donde acomodó a sus incondicionales en los puestos estratégicos de concentración y reporte de dinero, concesiones e influencias. A la fecha, siguen siendo inamovibles, lo mismo en las dependencias centrales que en las descentralizadas y desconcentradas del aparato administrativo.
A la fecha, también, no hay quien rebase el capital político de Videgaray entre la alta burocracia. El gobierno no tiene idea de las vinculaciones y las lealtades de quienes se reportan con él. Está por encima de cualquier mando, de cualquier investidura, de toda institución. Es el dueño del pandero, el que sigue repartiendo el bacalao. Y nadie hace más que obedecer.
Pero las tácticas seguidas para dividir a las fuerzas armadas fueron sumamente lesivas para el espíritu de cuerpo del aparato represivo. Por principio de cuentas, hizo a un lado las asignaciones para la Secretaría de la Defensa Nacional, con el objetivo de acrecentar las destinadas a los altos mandos de la Marina.
Entre los altos mandos de la Armada fueron enormemente favorecidos los egresados de las escuelas superiores de contrainsurgencia del extranjero. Puros perfumados, expertos en monitorear el Google, y conocer de la lucha contra el narcotráfico desde sus pantallas caseras de Facebook.
La inyección presupuestal en armamento y prestaciones de los inteligentes de la Marina estableció una cadena de envidias y confrontaciones entre los uniformados de verde y los de azul. A la fecha, es un abismo de diferencias, que hace imposible la reconciliación y la necesaria coordinación. Todo se reduce a la competencia para ver quién es más letal en la supresión de aquellos delincuentes que no se mocharon previamente con sus jefes.
El escándalo escaló niveles internacionales desde donde se perpetró la lucha entre ambos cuerpos para saber cuál era el más obediente en plegarse a las exigencias de los Comandos Norte y Sur del Pentágono, en el sentido de aprobar sin cortapisa las nuevas directrices de la Ley de Seguridad Interior. Hasta ahí llega el escarnio y la mofa. En medio de ellos, impávida, la Secretaría de Gobernación con las facultades constitucionales en materia de seguridad nacional, sólo observa con “cara de what?” las reyertas intestinas, y escoge los momentos apropiados para sumarse a tal o cual avance en las preferencias de los gabachos. Monitorea también las diferencias y las obsecuencias.
México es el laboratorio de experimentación de las nuevas tácticas y armamentos que pronto querrán utilizar en la represión de los movimientos sociales latinoamericanos y africanos. Lo vimos en el bochornoso ataque a la población nayarita, donde se usaron morteros de nivel guerra civil contra indefensos ciudadanos, con el pretexto de atrapar a un narco de quinto talón.
La Secretaría de Marina se apuntó un diez a la vista de los oficiales del Pentágono. No les quedó una sola duda de la obediencia de los marinos, y hasta llegaron a deslizar la especie de que era necesario sustituir a Osorio Chong para poner en Gobernación al titular de la Marina Armada.
Total, pensaron, está señalado en negocios demasiado sucios relacionados con lavado de dinero y narcotráfico en Washington, en la antesala de la condena política, ahora o cuando termine el sexenio, y da lo mismo correrlo ahora o pasado mañana. Ante esa intrepidez, el gobierno no hizo sino dar cuerda a la difusión de la orden entre sus textoservidores.
Los entorchados de uniforme verde, el pueblo hecho ejército, se hallan en la picota del ludibrio y de la mofa internacional. Piensan que se les exigen demasiados resultados a cambio de escuetos avituallamientos. Los mandan a la guerra sin fusil, y con pocas prestaciones y menores reconocimientos que a los marinos habilitados de defensores de la soberanía.
Hay un profundo malestar, y una división que puede aportar elementos nefandos para la gobernabilidad nacional. Pero nadie hace nada por remediarlo. Como no encuentran respuesta ni voluntad política, los comandos regionales de verde se dedican a proteger a las caravanas de los capos en carreteras y caminos del país, con el fin de resguardar su seguridad personal, a contrapelo de la nacional. Despecho político.
Por ello, entre los uniformados de la Sedena, se ve con simpatía que generales con prestigio convoquen a la resistencia civil, se alineen con candidatos de otros partidos o postulen sus candidaturas independientes a la Presidencia de la República. Algo verdaderamente insólito, si se observa la apatía para reprenderlos o controlarlos.
Por eso causa hilaridad el argumento de pedir pruebas a quien acusa al Ejército de violar derechos humanos. El país se volcó en una sola carcajada. No es posible, se piensa, que los bravos militares se anden quejando de nimiedades como si fueran señoritas ofendidas en su honor o, peor todavía, como si fueran militantes del Partido Verde. ¿O sí?
Índice Flamígero: Este es, sin duda, el peor sexenio para las fuerzas armadas. Enrique Peña Nieto las ha partidizado. “Acarreó” a miles de soldados y marinos, dizque para “desagraviarlas” de las supuestas ofensas que en contra de ellas habría proferido AMLO, líder de Morena, a quien así dan un lugar de preponderancia. Muchos militares, ofendidos en su dignidad contra sus mandos superiores, hicieron circular las fotocopias que les repartieron para lanzar porras y vivas-vivas a EPN. Señalan, con razón, que su lealtad es hacia con el país y con sus habitantes, no con desacreditados personajes de la vida pública. + + + Y con todo y privilegios, a “inteligencia” de la Marina Armada se le escapó el hecho de que el fiscal de Nayarit -donde realizaron un operativo de guerra, lanzando misiles desde un helicóptero para “abatir” a supuestos narquillos— está ligado con el narco e incluso se dice que es “compadre de El Chapo Guzmán”. Como siempre, fueron las autoridades gringas las que ayer detuvieron a Edgar Veytia Camberos. De este tema platicamos usted y yo hace un par de semanas. + + + Dice don Miguel Ramírez, y dice bien: “(EPN) ya volvió a su discurso contra lo que él considera populismo, pero ahora lo presenta aderezado con comentarios acerca de las fuerzas armadas. Su esfuerzo para evitar que en las elecciones presidenciales del próximo año resulte triunfador alguien que no pertenezca a su grupo es notable. Sabe perfectamente que de no ser así puede seguir los pasos de los Duarte y que el grito que escuchaba hace unos cinco años lo volverá a oír, pero algo diferente. Y don Rubén Mújica Montoya escribe que “Si no existiera AMLO, habría que inventarlo: ¡Caray! Es asombroso que un solo líder político tenga alterada la presión de los ocupantes de Los Pinos y a toda la estructura política de los partidos. ¿Cuántos políticos viven de difamar a AMLO? ¿Cuántos plumíferos de los medios sacan sus chayos cotidianos de la industria nacional ¡tírenle a AMLO! ¿Por qué ese reparto infame de ‘regalos’ del priísmo al que se presta quien antes fue honorable rector de la UNAM y ahora se revela como bisoño ‘matraquero’, José Narro? Caray, hay quienes no respetan sus pocas canas. + + Apunta don Alfredo Álvarez Barrón que “el descrédito de Alejandra Barrales arrastra al PRD a una de sus peores crisis internas.” Y El Poeta del Nopal da en el clavo:
“Despreocupada, serena,
la senadora de facto
espera el momento exacto
¡para emigrar a Morena!”
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