Transparencia: una batalla fatua
Francisco Rodríguez miércoles 29, Mar 2017Índice político
Francisco Rodríguez
Los “organismos no gubernamentales” —”autónomos”, en realidad— como el IFAI, con sus comparsas, el INE, el IMCO, COFETEL y demás hierbas, defensores de la transparencia y las supuestas buenas costumbres han emprendido, en conjunto, una batida de conciencia contra los enriquecidos líderes obreros, que no rinden cuentas de sus haberes sindicales.
La cruzada de esta “decencia” tiene un tufo inocultable de rancia persecución de derecha, de la misma que dicen defender a capa y espada en los boletines formales que envían a los dizque operadores de Trump, aunque juren por ésta que se mueren en la raya por los intereses del país. Es otro juego de espejos más, sólo que en éste, por ignorancia, atentan contra sus escasas bases políticas y sociales que todavía les dan el seis por ciento de aceptación.
En esta cruzada tienen cabida todas las posiciones conservadoras. Hasta las sostenidas por la iniciativa panista de Javier Lozano, quien fuera secretario de la STPS de Calderón, quien propuso cancelar los descuentos de los trabajadores en dependencias públicas para que se hicieran de bienes mobiliarios o de consumo.
Aunque se haya denunciado en todos los tonos que los líderes sindicales han hecho cera y pabilo de estas modernas “ tiendas de raya”, al someter las cuotas a excesos mercantiles con compañías de su predilección a las que han enriquecido hasta la médula, no deben cancelarse prestaciones blandiendo escudos hipócritas. El ejemplo emblemático es el del líder magisterial Bernardo Quezada, prestanombres de Juan Díaz de la Torre, y los cochupos con su suegro, el insaciable Héctor Manuel Peredo, de Etesa.
La nueva Ley General de Transparencia, reglamentaria del artículo 6 constitucional, entrará en vigor el 5 de mayo. El Congreso obligó a la autoridad laboral y a sus Juntas de Conciliación a hacer pública toda la información sobre el registro de candidatos, asambleas, tomas de nota y contenido de los contratos colectivos.
Hasta ahí, bien. Pero esa cruzada moralina está entrampada por dos poderosas razones: el artículo 123 constitucional, que defiende la autonomía sindical en cuanto al manejo interno de sus recursos, y el Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo, ratificado por México desde 1950,que aboga por la libertad absoluta de todos los derechos inherentes a la sindicalización.
Entonces, todos los empeños de la batida de marras deberán constreñirse a la rendición de cuentas de los líderes sindicales sobre los bienes, recursos, embutes y guardaditos que provengan del aparato gubernamental y ahora deban demostrar los destinos lícitos de tales embrollos. Por donde se le vea, una tarea para la araña.
Es como tirarle piedras a su tejado, habiendo sacado previamente a sus más incómodos moradores. Inician una batida por la moralidad sindical, cuando a los más corruptos y corrientes ya los dejaron ir, como Víctor Flores, el corrupto sindicalista ferrocarrilero, y otros, como Carlos Romero Deschamps, el petrolero, que se encuentran protegidos a piedra y lodo por los grandes intereses, ya son parte de la élite depredadora.
Se trata, según explican desgañitándose los feroces defensores de la pureza sindical en todos los foros televisivos, de que los líderes demuestren los destinos de las cuotas gremiales de los trabajadores para el mantenimiento de las organizaciones, como una rendición de cuentas indispensable para la salud pública.
Víctor Flores, hasta la fecha, pasea grotescamente su inmunidad
El resultado es que la feroz batida moralina tiende una espesa cortina de humo sobre las machicuepas de los dirigentes y sus grandes influencias en la realización de negocios a escondidas, de ésos que no serían posibles sin la concurrencia sindical. Frente a ellos, las cuotas sindicales son pecata minuta, casi insignificantes.
El desmantelamiento ferrocarrilero ordenado por Zedillo, más la venta de garage de todas las vías férreas del país, adjudicadas en mayor medida al Grupo México de la familia Larrea, contó con el invaluable apoyo de Víctor Flores que, hasta la fecha, pasea grotescamente su inmunidad.
Víctor Flores fue el encargado de demoler todas las bases físicas y la infraestructura para hacer posible que la industria ferrocarrilera nacional quedara reducida a cenizas y condiciones infames. Todavía hace algunos meses, su gente más allegada remataba millones de toneladas de vías férreas y rieles como chatarra, en adjudicaciones gratuitas a buitres de esa especialidad.
Si ese ‘bisne’ no tiene la capacidad para borrar la memoria del gobierno y de sus capillas de transparencia acerca de la truculencia permitida al líder ferrocarrilero que desapareció los 600 millones de pesos del fideicomiso —descontado de los salarios obreros— para los seguros de vida y la ayuda a los jubilados de ese gremio, no sabemos para qué pueda servir,¿ no cree usted?
Cosas peores se podrían decir de los líderes del magisterio que por un plato de lentejas han vendido los más entrañables valores educativos, han expuesto a los sindicalizados a pruebas insostenibles, realizadas por ignorantes de tomo y lomo, y han comprometido seriamente la viabilidad de la educación nacional.
No sólo eso: se han prestado también a la subasta en grado de remate que el gobierno quiso echar a andar, cuando cree que se pudo, de la privatización de todos los servicios educativos inicial y básicos, en favor de Televisa, como el hijo de Claudio X. González, hoy marchista por la unidad, ésa que exigen a cambio de nada.
Lo mismo puede decirse de los electricistas, que han puesto todo lo que está de su parte para recibir las prebendas que les tapien ojos y oídos, mientras Osorio Chong desmantela la red de termoeléctricas y entrega todas las concesiones a perpetuidad, de las del Valle de México, al supuestamente extinto SME, el de su paisano y compadre Roberto Esparza.
¿Podrá revelarse por fin el contenido del contrato colectivo del gobierno con el SUTERM que entregó a perpetuidad la propiedad de las líneas y cables conductores de energía a ese sindicato? ¿Podrán revelarse los orígenes del enriquecimiento bestial de Víctor Fuentes del Villar, el actual dirigente que se da el lujo de rentar su flotilla de jets a los mismos jeques de la CFE?
Romero Deschamps, el chofer que traicionó a Hernández Galicia
Y qué decir del magnate petrolero, el dueño del STPRM, que ascendió a su dirigencia después de haber traicionado a “La Quina”, a quien le sirvió de chofer, y desde donde ha efectuado uno de los fraudes más grandes a la industria, a la nación y a sus propietarios, nosotros. Desde los entrambuliques del chupeteo de combustibles en todo el territorio nacional…… hasta la concesión gratuita de terrenos de la industria petroquímica a sus socios de la iniciativa privada, como Antonio del Valle, en Pajaritos, escenario de la gran tragedia laboral por falta de mantenimiento en esa factoría que se dedica a rematar los insumos de la industria, hasta la venta del sistema de escaneo de la infraestructura petrolera y el padroteo del sistema de distribución de carburantes, gasolinas, diésel y gas en México.
Por lo demás, si de verdad se trata de transparentar los recursos provenientes de nuestros impuestos y se canalizan a dependencias opacas que jamás podrán explicar los destinos, nadie podrá cerrar las aldabas de esas bartolinas.
Porque, ¿qué hacen con nuestro dinero las cámaras de Diputados y Senadores, las dependencias administrativas, las oficinas de publirrelacionistas fracasados de Los Pinos, los organismos no gubernamentales que se desviven por la transparencia, la competitividad y la limpieza electoral, los rateros subsidiados que se hacen llamar gobernadores?
La batalla por la mentada transparencia es un fuego fatuo. Una hipocresía lamentable y dañina.
Son piedras al tejado, ¿no cree usted?
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