Es otro México, 23 años después
Ramón Zurita Sahagún viernes 24, Mar 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Veintitrés años después del asesinato de Luis Donaldo Colosio, las dudas siguen siendo muchas, el velo de misterio que produjo dicho atentado y las consecuencias que dejó, siguen afectando al país.
El hubiera no existe, pero en el imaginario saltan muchas situaciones que, tal vez, se podrían haber evitado de no existir el crimen del entonces candidato presidencial.
La rebelión zapatista ya existía, por lo tanto no es producto desencadenado del asesinato de Colosio, aunque otros eventos sucedidos después de ello, van concatenados con lo ocurrido en Lomas Taurinas.
Muchas situaciones sucedidas en el país, se encuentran relacionadas con lo ocurrido aquel 23 de marzo, cuando en los siguientes días se produjo la salida de grandes capitales del país, con todo y el decreto de días de luto y el cierre de bancos.
El éxodo de esos capitales y el sostener la economía con alfileres desató el error de diciembre, generado por el caos existente y la desconfianza que privaba hacia el gobierno y el país mismo.
Dentro de ese caos, sobrevino el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, quien ya había sido elegido por los priístas como su coordinador en la Cámara de Diputados.
Con esos y otras situaciones ocurridas después del crimen del candidato presidencial del PRI se puede establecer un antes y después de México.
La candidatura de Luis Donaldo vivía en los estertores del priísmo arcaico, pero se presumía que el abanderado del tricolor todavía aprovecharía las ventajas que daba el representar al partido en el poder.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano había dejado de ser el candidato competitivo de seis años antes y una nueva figura polémica, en extremo, crecía a la par que su candidatura presidencial, la de Diego Fernández de Cevallos.
El principal obstáculo que tenía que salvar el candidato priísta era el de su correligionario Víctor Manuel Camacho Solís, quien un día antes había aceptado a regañadientes no entorpecer más su nominación.
El futuro de Colosio Murrieta lucía promisorio, hasta que una bala cortó su ruta ascendente y tiró por la borda los proyectos del grupo en el poder.
Algunos mantienen la tesis de que el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari había sido la mano que meció la cuna y lo hizo con la nominación del candidato presidencial, como se estilaba en el viejo priismo, aunque nada más alejado de la realidad que hubiese provocado el atentado en contra de su pupilo.
Colosio representaba para Salinas la continuidad de su proyecto, en donde se apuntaba también a Jaime Serra Puche como el siguiente en la escala presidencial.
Para él se había reformado la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, para terminar con el grillete que significaba que el Presidente de México debía ser mexicano por nacimiento e hijo de padres mexicanos también, por nacimiento.
El beneficiado de esa reforma fue finalmente Vicente Fox Quesada, quien el dos de julio de 2000, se convirtió en el ganador de la contienda presidencial que sacó al PRI de Los Pinos por doce años y a su regreso le tocó un México distinto a aquel de 1994.
Fue Ernesto Zedillo Ponce de León el beneficiado con el atentado que costó la vida del candidato presidencial del PRI.
Zedillo no aparecía como prospecto presidencial, pero actuó como emergente ante la tragedia y cortó de tajo con la advertencia de José Ángel Gurría Treviño, quien aseguró que el grupo en el poder había llegado para gobernar por 24 años, es decir cuatro sexenios.
Ernesto fue beneficiario del repudio general a la violencia, provocando la salida de los ciudadanos hacía las urnas, obteniendo la votación más alta de la historia de México, hasta que Enrique Peña Nieto lo rebasó con 2 millones más de votos.
Es cierto que Zedillo Ponce de León fue el primer priísta en no alcanzar el rango del 50 por ciento de los sufragios (recibió el 48 por ciento), pero un gran total de 17 millones de votos que no consiguieron ni Vicente Fox Quesada mucho menos Felipe Calderón Hinojosa.
De aquel trágico momento del 23 de marzo de 1994 muchos mantienen recuerdos de lo no vivido, son tantos los que aseguran que estuvieron presentes que habrían llenado el Estadio Azteca.
No éramos muchos los ahí presentes, los que vivimos el drama y sufrimos el momento que terminó con un México y dio paso a otro, con mayor apertura democrática y nos enseñó que los mexicanos somos capaces de salir adelante de una forma u otra.
Todavía resuenan en mis recuerdos aquellas palabras de Liébano Sáenz anunciado la muerte de Luis Donaldo Colosio.
La decisión de Barrales
Como si al horno le faltara leña, Alejandra Barrales Magdaleno cayó en el juego de su nuevamente compañero de escaño, Luis Miguel Barbosa Huerta.
La presidenta nacional del PRD se reintegró al Senado de la República, haciendo de lado a su suplente, aunque eso provocó mayor confrontación, ya que el senador Raúl Morón señaló que eran incompatibles la función de senador y presidente del partido como pretende Barrales Magdaleno.
Según la ex secretaria de Educación del gobierno de la CDMX, ella puede estar en los dos cargos, sin problema alguno.
Por lo pronto, Barbosa Huerta no se quedó conforme con el señalamiento de que fue él quien deslizó la información sobre el departamento que tiene Barrales Magdaleno en Florida y acusó que la presidenta del PRD regresa al Senado de la República solamente a designar coordinador de la fracción.