La impartición de justicia en el DF va por buen camino: juez Roberto Martínez González
* Especiales, Cd. de México lunes 25, Oct 2010“El presidente magistrado Edgar Elías Azar ha mejorado nuestras instalaciones y ha dado una difusión para que todos los integrantes de la institución fortalezcan su entrega como servidores públicos”, afirma el titular del Juzgado Séptimo de Paz Civil del Distrito Federal
Gloria Carpio
A los seis años de edad ya corría por las cortes penales y por los pasillos de Lecumberri y fue así como ese niño proveniente de una familia de abogados, con una gran sensibilidad, vio los matices tan dramáticos entre la felicidad de los empleados judiciales contrapuesto muchas veces con la tristeza de los familiares de los justiciables (así se les llama a las partes actora y demandada); también observó rostros de alegría cuando los justiciables ganaban un caso y gracias a esas reflexiones que tuvo desde sus pocas experiencias de niño, el hoy titular del Juzgado Séptimo de Paz Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF), licenciado Roberto Martínez González, se ha convertido en un referente para los impartidores de justicia, un ejemplo de orden, transparencia, administración y sobre todo pasión por su trabajo.
Preocupado por limpiar la imagen de los juzgados frente a la sociedad, desde que ocupó el cargo de juez en 1995 al frente del Octavo de Paz Civil (1995-1999), Sexagésimo Octavo de Paz Civil (1999) y Séptimo de Paz Civil (desde 1999), ha implementado cambios y mecanismos dentro de su juzgado que son admirables, pues todos los expedientes con fechas de resoluciones dadas y sentencias están foliados y con ello se vigila la transparencia.
“Soy uno de los primeros jueces o tal vez el único que tuvo que usar recursos propios para poder uniformar al personal y así dignificarlo. Me he dedicado a la impartición de justicia imparcial, pronta y expedita y eso ha sido para mí un plus, pues puede ser que mañana no esté aquí; sin embargo, el mejor premio que puedo tener es la satisfacción personal”, comenta el juez Séptimo de Paz Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal (TSJDF), Roberto Martínez González, en entrevista para Diario Imagen.
Y es que con 27 años 5 meses de carrera dentro del TSJDF, aunque en nómina tenga un cuarto de siglo dentro de la institución, Roberto Martínez González ocupó el cargo de juez a los 29 años por un examen de posición, uno de los jueces más jóvenes en aquel momento, lo que implicó un compromiso muy fuerte, ya que muchas veces erróneamente se piensa que la juventud es sinónimo de inexperiencia, sin observar el profesionalismo que se ha llevado anteriormente, como en el caso del juez Séptimo de Paz Civil del DF, quien se capacita diariamente a través de la docencia obteniendo así su licenciatura, maestría y actualmente está por concluir su tesis doctoral.
Su ejercicio docente también lo ha fortalecido a través de infinidad de cursos en el Instituto de Estudios Judiciales, así como las conferencias que ha impartido, prueba de ello son los 147 diplomas y certificados que avalan sus estudios, en su oficina y por falta de espacio sólo se pueden observar 65 reconocimientos.
Hoy, con todo honor y merecimiento, el juez Séptimo de Paz Civil del TSJDF, Roberto Martínez González, está postulado a la Medalla al Mérito Judicial y eso es gracias a sus 27 años de trayectoria y sobre todo por las cifras que arrojan el resultado de su esfuerzo, ya que simplemente en una década, en el Juzgado Séptimo de Paz Civil del DF, del cual es titular, se han llevado a cabo 18 mil 22 resoluciones y de esas dictadas han sido impugnadas por apelación o amparo, el 0.04 por ciento y se han revocado el 0.07 por ciento, es decir, el total de la suma de esas dos cifras arroja que las demás han sido confirmadas e intocables, es un porcentaje excelente, además toda resolución se dicta el mismo día que da la cita para dictar la resolución.
Por lo anterior, existe una legitimación para que el licenciado Roberto Martínez González sea merecedor a la Medalla al Mérito Judicial, no solamente por los 27 años de carrera profesional, sino por su auténtica trayectoria judicial que establece la ley orgánica.
Roberto Martínez González ha llevado a cabo mecanismos para que la impartición de justicia brille dentro y fuera. Su primer mandato como juzgador fue llevar fiel y cabalmente la protesta que tomó, pues implica cuidar y enaltecer la Constitución Política.
Egresado de la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón, de la Universidad Nacional Autónoma de México, Martínez González reconoce que esa visión joven se topó con muchos obstáculos en sus inicios.
“Al llegar a este juzgado (el Séptimo de Paz Civil del DF) que fue en octubre de 1999, las cargas de trabajo sobrepasaban la capacidad humana, tardé tres meses y medio para foliar todas mis resoluciones, todos los expedientes, y eso se da gracias a una cooperación de 18 personas que están conmigo en el juzgado. Tengo la fortuna de que mi personal no lo elegí yo y digo la fortuna, porque fue un proceso de establecer la sensibilidad de un ser humano a ser servidor público, que los identifiquen con nombre y apellido, no por numerito, se sensibiliza que tienen que aportar su calidez a la hora de dar un servicio y que exijan del justiciable sólo el respeto que ellos mismos deben de otorgar y antes de que el justiciable venga por un exhorto, ya esté listo; todos los trabajos se dictan en la fecha indicada y al hacer pronta la justicia, la hacemos transparente, y el justiciable sabe que así es y eso nos da la certeza de que todo ese proceso operativo tiene certidumbre en su objetivo y no hay pretensiones de evadir ese cumplimiento”, afirmó.
Transparencia, orden y amabilidad son las reglas de oro que todos deben seguir y al ver que funcionan todos los mecanismos, como el mejor reloj suizo, es difícil pensar que la carga de trabajo en los tribunales civiles, gracias al efecto social y económico repercute en el aspecto jurídico, todo va unido de la mano, y en el Juzgado Séptimo de Paz Civil del DF, en lo que va de este año, se han realizado 2 mil 369 juicios, donde la mayor parte son de orden mercantiles, ordinarios mercantiles, ejecutivos mercantiles y juicios hipotecarios.
A pesar de que Roberto Martínez ha entregado su vida a las funciones que ha desempeñado dentro del TSJDF, desde que ingresó a la institución sabía que quería ser juez y/o magistrado, pero a la hora de conocer al ser humano, descubrió que el mismo compromiso que tiene con su vocación, lo tiene con su familia.
Padre de dos varones, hijo, hermano, tío y amigo, sabe lo difícil que es fraccionar y distribuir su vida, la entrega en sus horarios para la vida profesional deja en claro, que para ser juez se lucha y se defiende en el órganos institucional, no se presume para hacerlo presuntuoso, se hace brillar donde uno lo ejerce.
A la hora de hablar sobre la vida y el desempeño que tiene el Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, el juez Roberto Martínez González ve muchos aciertos: “El presidente magistrado, Edgar Elías Azar, ha mejorado nuestras instalaciones, ha dado una difusión para que todos los integrantes de la institución fortalezcan su entrega como servidores públicos. La impartición de justicia en el DF va en excelente camino, por eso mismo tiene una carga extra de otras entidades federativas e incluso internacionales”.
La línea continúa con un hijo que ya es abogado y el más pequeño va en camino a la universidad, pero mientras Roberto Martínez González habla del futuro de sus hijos, nos interesa saber el de él.
Ocupado, desde siempre, por mejorar la experiencia de la sociedad dentro de su juzgado, se ha esforzado por devolverle la esperanza y credibilidad a la institución que representa y explica que en un proceso donde vienen muchos elementos, el que pide justicia podrá vencer, pero si un justiciable se ve defraudado por ser derrotado en un dictamen, no debe desmotivarse, si el juez, como rector del mismo preside todos los actos, eso da confianza, eso hace que vea al juez en el proceso, que participe.
El juez Séptimo de Paz Civil del DF está a favor de los juicios orales y de la renovación del sistema de impartición de justicia. Asimismo, se siente feliz por su labor y orgulloso de su equipo, pues gracias al trabajo conjunto tiene la fortuna de ver escenas que en otros juzgados no suceden. “El ver, donde se refleja más, cuando el juez interviene a través de un proceso de convenio, las partes mismas llegan a un acuerdo y ver que concurren para satisfacer su pleito y ver que se estrechan la mano, es algo indescriptible, lo podemos terminar por sentencia, pero siempre trato de conciliar los intereses en todas las audiencias; el juez debe dar la visión de cómo podría quedar su negocio jurídico y decir lo que viene, y qué mejor lo convengan en ese momento”.
Han pasado los años y el hombre que hoy es Roberto Martínez González, no deja de defender los ideales que desde niño lo marcaron para ser quien es, para tener la transparencia que tiene y sobre todo la preocupación para que la impartición de justicia cambie ante los ojos de la sociedad, que sepan que hay empatía y funcionarios que se esfuerzan diariamente para que el Estado de Derecho prevalezca y la tranquilidad sea una garantía a defender.
“Hago la invitación para cada uno de los ciudadanos que piden justicia, siempre lo deben hacer con decoro y respeto, deben exigir que sea justicia pronta, eficiente, expedita y profesional, es algo que la sociedad reclama de los juzgadores, y en la postura de la defensa, porque la defensa no es agresión, es mostrar las pruebas necesarias y al alcance para defender su interés y que tenga la certeza de que los jueces y en particular su servidor, el hecho de haber tomado protesta ante un pleno de magistrados para cumplir y hacer cumplir la Constitución Política, y las leyes que de ellas emanen, me traducen siempre a establecer que mi compromiso es leal y patriótico con mi país y con mi profesión y los invito siempre a que exijan, el exigir, no es grosería es sólo exigir que se cumpla con lo que dan los marcos legales y si hay una infracción hay que denunciar, no hay que dejar nada en el tintero nunca, por eso hay que portarse bien”, concluyó.
Su trayectoria en el TSJDF: Comisario interino, Juzgado Quinto Civil (1983-1984). Mecanógrafo, Juzgados Décimo Quinto Mixto de Paz (1985-1989) y Trigésimo del Arrendamiento Inmobiliario (1989-1990). Oficina Central de Consignaciones (1990-1991). Secretario Proyectista, Juzgados Décimo Sexto del Arrendamiento Inmobiliario (1992-1994) y Trigésimo Sexto Civil (1994-1995). Secretario de Acuerdos, Juzgado Cuadragésimo del Arrendamiento Inmobiliario (1995). Juez de Paz, Juzgados de Paz Civil Octavo (1995-1999), Sexagésimo Octavo (1999) y Séptimo (desde 1999 a la fecha).