Los muros en la cabeza de Trump
Alberto Vieyra G. jueves 16, Mar 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G
Felipe González Márquez, quien gobernó magistralmente a España entre 1982 y 1996, escribió en días pasados un espléndido artículo para el periódico, “El País” sobre Donald Trump titulado; “Trump, los muros de su cerebro”
Por la importancia de dicho artículo reproduzco tal cual algunos de sus párrafos:
La política como gobierno del espacio público que compartimos está atrapada entre la arrogancia tecnocrática y la osadía de la ignorancia…
Los muros más peligrosos de Trump están ya construidos y petrificados en su cabeza.
Son los que más deberían preocupar en Estados Unidos, en México o Latinoamérica, en la Unión Europea y en el resto del mundo, porque este personaje está al frente de la “todavía” primera potencia del globo.
En su mente nunca hubo un proyecto para gobernar la diversidad que hace fuerte a su país. Nada parecido a un programa de gobierno en su campaña y, menos aún, en su discurso de investidura.
Porque este señor solo confía en sus “pulsiones” sicopáticas y en los que adulan sus modos insultantes y engañosos.
Si cualquier mandatario del mundo hubiera descrito la “realidad” americana como lo hizo Trump en su discurso de toma de posesión, lo habríamos descalificado como sectario y fanático cargado de odio hacia Estados Unidos.
Merece la pena analizar esa “oratoria” digna de un autócrata que se siente por encima de las instituciones, que desprecia a su propio pueblo, que busca enemigos y culpables en los que no son como él, sean inmigrantes, mujeres o minorías de cualquier tipo.
En esa pieza inaugural se comprenden qué tipo de muros anidan en su cabeza y orientan sus abundantes decretos presidenciales o sus constantes tuits.
La primera sociedad que va a pagar el precio de los muros mentales de Trump es la americana. La buena noticia es que esta sociedad está reaccionando inmediatamente, movilizándose para combatir desde dentro las pulsiones reaccionarias y discriminatorias instaladas desde el 20 de enero en la Casa Blanca.
Son conscientes de que estas políticas niegan la diversidad de la propia sociedad americana, la que le da complejidad, pero también fortaleza. Son conscientes de que EU es una sociedad de minorías entrelazadas en las que la imposición de una de ellas sobre otras los lleva a una nueva “caza de brujas”, al aumento de los delitos de odio contra el que ven como diferente y, por eso, culpables.
Son conscientes de que están en peligro derechos civiles dolorosamente conseguidos. Una sociedad construida por y desde la inmigración que no puede satanizarla.
Tal vez no sepan, todavía, los efectos económicos y sociales de estas políticas aislacionistas y amenazantes. En la mente amurallada de Trump no entra la comprensión de lo que es una empresa global y Estados Unidos tiene las principales empresas globales del mundo.
Son empresas que producen en el mundo, buscando economizar costes y buscando talento allá donde lo encuentran. Son empresas que venden en el mundo y prefieren un comercio abierto.
Claro que la obligación de la política es limitar los abusos con marcos regulatorios razonables, pero no cerrar las fronteras y provocar guerras comerciales.
Como no es posible ser una potencia global sin empresas globales, en la era Trump Estados Unidos iniciará su decadencia como “primera potencia”.