¿Hasta dónde llegará el PRD?
Ramón Zurita Sahagún martes 14, Mar 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Cuando fue fundado, se consideró al PRD como un partido que podría llegar en poco tiempo a su consolidación como la primera opción política del país y por ende a gobernar desde la Presidencia de la República.
Desde aquel cinco de mayo de 1989 a la fecha, el Partido de la Revolución Democrática pasó por periodos de luz y sombra, donde se confirmó que sus propios dirigentes llevaron a este partido al sitio en que se encuentra actualmente, a punto de su extinción.
Es cierto que el PRD gobierna los estados de Tabasco, Morelos, Michoacán y la Ciudad de México y que en alianza con el PAN ganó los comicios en Veracruz, Durango y Quintana Roo, pero su imagen se deteriora a velocidad de la luz y se advierte que podría sufrir las consecuencias de sus errores en los comicios federales del 2018.
De inicio se anticipa una desbandada de su militancia, mientras sus dirigentes apuntan hacia una quimera, la posibilidad de que Miguel Ángel Mancera se convierta en su candidato presidencial y con él recuperar un buen racimo de votos el año próximo.
Los momios no los favorecen y el propio jefe de Gobierno de la CDMX se encuentra relegado en los pronósticos, mientras el mejor posicionado hacia el 2018, Andrés Manuel López Obrador les lanza un salvavidas, si es que se alían con su candidatura.
Claro que la propuesta no es bien recibida por el grupo de Los Chuchos, quienes dominan al interior del resquebrajado partido y buscan alternativas sobre su candidato presidencial, si es que Mancera no se decide.
Tienen a Graco Ramírez y Silvano Aureoles como prospectos, pero una eventual nominación de uno de ellos, los sitúa por debajo del 10 por ciento de las preferencias electorales.
Lejos están aquellas ventajosas alianzas que realizó el PRD con el PT y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) y aquellas movilizaciones de protesta por el supuesto fraude en los comicios presidenciales de 2006.
El mayor cisma del PRD lo produjo la salida de Andrés Manuel López Obrador y la fundación de otra opción de izquierda comandada por el tabasqueño.
La primera prueba se produjo en el todavía Distrito Federal, en 2015, cuando Morena le arrebató la mayoría en la Asamblea Legislativa y varias de las delegaciones importantes de la capital del país.
Hoy, el PRD se advierte sin rumbo y propenso a ir en unión con el PAN en la presidencial del año próximo, como plantean algunos de sus dirigentes, argumentando los buenos resultados obtenidos en 2016.
Lo intentaron en el Estado de México y no fructificó, por lo que el PRD es el único de los partidos con registro que no tiene todavía candidato al gobierno mexiquense.
En el Estado de México, el PRD está lejano de ser considerado contendiente, clasificación en la que si recaen los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y Movimiento de Regeneración Nacional.
Entre estos tres partidos se encuentra el ganador de ese bocado delicioso que son los más de ocho millones de votantes que hay en la entidad más poblada del país.
Pero si el PRD no pinta en la competida entidad, menos lo hace en el concierto nacional, donde alguna vez permeó electoralmente y se vio convertido en una opción válida.
Para los perredistas no les fue fácil la consolidación como partido, a pesar de los buenos augurios tenidos por los resultados electorales obtenidos por su primer presidente en los comicios presidenciales de un año antes.
Bajo la conducción de Cuauhtémoc Cárdenas, los perredistas sufrieron su primera frustración en 1989, a escasos dos meses de fundado el partido, cuando el Congreso de Michoacán, donde se les consideraba favoritos, fue ganado por el PRI por doce triunfos contra 6 del PRD.
Desde entonces les fue difícil ganar su primera gubernatura, hasta que se dio el ciclo de los ex priistas nominados con Ricardo Monreal en Zacatecas (Cuauhtémoc Cárdenas ya había ganado la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal).
Leonel Cota Montaño en Baja California Sur y Alfonso Sánchez Anaya en Tlaxcala, formaron el primer triunvirato de gobernantes perredistas y ex militantes del PRI.
Fue en el período de Andrés Manuel López Obrador como presidente del partido, cuando surgieron los primeros triunfos importantes de los candidatos de este partido.
En aquel entonces el grupo formado por Jesús Ortega y Jesús Zambrano ni siquiera pintaba, tanto que cuando Ortega intentó ser presidente del partido por primera vez se confirmó que sus apoyos eran escasos.
Durante aquellos años, los perredistas fundadores fueron marginados para dar cabida a los chapulines priistas que, supuestamente, garantizaban la posibilidad de triunfo en un proceso electoral.
El pragmatismo se hizo presente en el partido del sol azteca y así se fue consolidando, con disputas internas, bloqueos de candidatos, deserciones y expulsiones de militantes y dirigentes,
El PRD se ha visto desde siempre salpicado por los intereses de sus dirigentes y no por el consenso de sus cuadros militantes.
La ambición rompió el saco en su caso y la entrada y salida de militantes era constante, fluían unos y otros, con denuncias, acusaciones y entorpecimiento de unos y otros.
Cuando está cerca de cumplir sus primeros 28 años de vida, el PRD parece extinguirse, en medio de otra pugna, donde una decena de senadores dejaron la bancada y otros más, su coordinador, se pronuncia a favor de un probable candidato presidencial ajeno a su partido.
Los perredistas vivirán una de sus más duras pruebas el cuatro de junio, fecha en la que podrán evaluar su futuro con el resultado que marquen las urnas en tres estados del país con elección de gobernador y en otro donde no cuenta demasiado, ya que van en alianza con el PAN.