Santo oficio electoral
Francisco Rodríguez viernes 22, Oct 2010Índice político
Francisco Rodríguez
CRITICAR LA fallida administración de Felipe Calderón es ya un delito -“denigración”, dicen- punible con sanciones económicas. Mayor evidencia de autoritarismo no existe en México… por el momento.
Personalmente, corro el riesgo de quedar en absoluta bancarrota ahora que el IFE se ha arrogado facultades inquisitoriales y llama a cuentas a un ciudadano -así y no sea común ni corriente- para que le presente constancias de su patrimonio, cuentas de cheques, declaraciones de impuestos, y así poder sancionarlo pecuniariamente, por sólo describir el desorden nacional, propiciado por los ineptos que ni siquiera han intentado gobernar a México los últimos 10 años.
Y ello porque, a 20 años de su nacimiento, el Instituto Federal Electoral se ha transformado en el “Santo Oficio Electoral”.
Enanos “torquemaditas” pretenden imponer ya no la creencia de que el mundo es plano, sino la idea de que -como decía aquel spot- lo hecho por Calderón está bien hecho.
Hay para el IFE una sola y única política verdadera: la de la administración fallida.
Así, somos herejes quienes no alabemos las supuestas bondades del calderonismo, la transparencia y equidad con la que actúan sus gerentes -por ejemplo, la Licitación 21 de la SCT- en las dependencias públicas, los sacrificios personales -bono por inseguridad incluido- de los mártires del presupuesto para dar la guerra contra la delincuencia.
Para julio de 2006 éramos más, muchos más, de 15 millones los herejes. Y ya desde entonces el IFE nos encerró en una categoría donde se encierra el concepto de error, la desviación o aprendizaje de doctrinas que van contra un programa de fe, un dogma, elaborado por los partidos políticos en el Congreso. Es obvio que en el 2010 el número de “sacrílegos” se ha incrementado.
Felipe Calderón, de quien provienen las conceptualizaciones que caracterizan la herejía de millones de mexicanos, nos ha llamado incluso “feligresía de la violencia”. No profesamos su doctrina, no coincidimos con sus métodos -esos sí violentos, cual lo comprueba la carnicería que hoy es el territorio nacional-, polarizantes, que inyectan terror y miedo.
Pero ya sé. Corro el riesgo de que por escribir lo anterior, el Santo Oficio Electoral me llame a cuentas -luego de prohibir la publicación de mis opiniones-, me pida que presente mis estados de cuenta, mis declaraciones fiscales, mi situación patrimonial… para poder imponerme una multa económica y quizá hasta para vedarme la garantía constitucional de votar y ser votado… aunque lejos estoy de aspirar a un puesto de elección popular.
El Santo Oficio Electoral llamó a cuentas a un ciudadano. Se extralimitó. Andrés Manuel López Obrador, uno de los mayores herejes del calderonato, fue a rendirle cuentas a los enanos “torquemaditas”, quienes enmarcan su actuación en una ley que, de inicio, legaliza prohibiciones a la libertad de expresión.
Y más allá de las filias o las fobias que AMLO pueda concitar, está la defensa de ese derecho que, teóricamente -sólo teóricamente- es inalienable.
¿Ya no se puede criticar a Calderón? ¿No se puede, siquiera, describir el desorden que hay en todas las actividades públicas, a grado tal que ya contaminaron a las privadas?
¿Bastará con que el partido de Calderón -y sí, es suyo, lo tiene ya como personal patrimonio- diga que este escribidor es un hereje que no cree en las buenas obras del ocupante de Los Pinos, para que sea citado por el Santo Oficio Electoral.
¿Qué pasará hoy con López Obrador? ¿Lo absolverán o declararán culpable? ¿Van a quemarlo en leña verde de un veto a su posible candidatura presidencial el 2012? ¿Le aplicarán el garrote vil a la mitad de un Zócalo que, evidentemente, así volverá a llenar el tabasqueño?
Son, insisto, “torquemaditas”. Además, enanos.
Índice Flamígero: Desde Buenos Aires, escribe Jorge Lofredo, cofundador del Centro de Documentación de los Movimientos Armados: “Respecto a la última colaboración de octubre 21 –Sedena: contraguerrilla-, considero un par de observaciones al respecto. Coincidiendo en lo general con lo explicitado en el texto, en lo que refiere a la poca comunicación de la guerrilla, aparte de las menciones a los periódicos de las dos organizaciones, creo que se debe destacar que entre sus deslindes, aparte del EPR, también se cuenta con el del ERPI, que sí ha sido mencionado, en algún momento, con mucha fuerza como uno de los posibles responsables del secuestro de Diego Fernández de Cevallos. Sin embargo, la TDR, junto a otras organizaciones que conforman la ‘coordinación revolucionaria, ha emitido, luego de un larguísimo y extraño silencio, la primera parte de su “Manifiesto 18” (septiembre 23). Resta esperar, para el caso, la/s parte/s siguente/s, debido a que ésta ha sido la única organización de estas características que ha reivindicado el secuestro como medio de obtención de recursos y forma de propaganda política para sus objetivos. Con ello no se quiere confirmar su responsabilidad, pero sí se trata de un dato relevante para considerar. Este dato confirma tus argumentos”. Gracias por las observaciones, maestro Lofredo.