Corrupción motiva voto contrario
Ramón Zurita Sahagún lunes 6, Mar 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Comentábamos hace unos días que a diferencia del pasado, no tan lejano, los candidatos priístas carecen del respaldo popular para ganar los comicios para gobernador en que han participado.
Sin importar que los postule el otrora partido mayoritario, los candidatos del tricolor han sucumbido, principalmente ante los abanderados de Acción Nacional.
De esa forma, los priístas han visto decrecer su presencia en varios de los estados que gobernaron por más de ochenta años y hoy están dominados por los partidos de derecha e izquierda.
Enclaves como Veracruz, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, cayeron hace unos meses en manos de candidatos panistas o propuestos por a alianza PAN-PRD. Antes, se había roto la hegemonía priísta en otros estados que gobernaron también durante ocho décadas y en algunos de ellos se refrendó el triunfo de los abanderados ajenos al PRI.
¿Qué es lo que está pasando en la actualidad? Acaso los ciudadanos analizan más las plataformas electorales, cambiaron de ideología, profundizan más en la actividad política, son más participativos o reflexionan su voto.
Nada de eso parece ocurrir, ya que la presencia de los electores continúa siendo similar a las del pasado, con una participación apenas superior (en algunos casos) a la de procesos electorales anteriores.
La realidad muestra que el voto contrario al PRI es simplemente la manera en que reaccionan los ciudadanos para dejar en claro su inconformidad con las administraciones actuales.
En muchos de los casos la corrupción de los gobernantes emanados del PRI es el primer síntoma de enojo de los ciudadanos, al no ser escuchado en sus protestas.
Los casos más recientes de corrupción dejan en claro porque el voto contrario al partido del gobernante en turno.
Es cierto que los casos de corrupción no atañen solamente a los priístas, sino también ocurren en otros partidos.
Los casos de Guerrero, Sonora, Sinaloa y Oaxaca son indicativo de ello, ya que en los cuatro gobernaban militantes del PAN o PRD y fueron recuperados por el PRI.
Resulta curioso que tres de los cuatro ex gobernantes habían militado en el PRI y que al no hacerlos candidato este partido, optaron por uno de oposición.
Ángel Heladio Aguirre Rivero, gobernó Guerrero, primero como priísta y después como perredista. Fue gobernador casi cuatro años como sustituto de Rubén Figueroa Alcocer, quien solicitó licencia a raíz de la matanza de Aguas Blancas y años después pasó por las urnas y ganó los comicios como candidato del PRD y dejó el gobierno por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. A su salida se detectaron diversas irregularidades que llevaron a uno de sus hermanos a una prisión temporal. Por consiguiente, el PRD perdió los comicios unos meses después y hoy gobierna el PRI.
En Sinaloa, Mario López Valdez actuaba como senador del PRI y al no ser postulado como candidato buscó el apoyo de la coalición PAN-PRD y ganó, realizando una desastrosa administración que le valió que el Congreso local no le aprobará la cuenta pública. El resultado fue que el PRI recuperó la plaza en los siguientes comicios estatales.
Guillermo Padrés Elías se convirtió en el primer no militante del PRI en gobernar Sonora. Los escándalos de corrupción sacudieron a la entidad en sus seis años de gobierno. El malestar ciudadano se hizo presente, la priista Claudia Artemisa Pavlovich Arellano ganó los comicios y hoy Padrés Elías se encuentra en un reclusorio.
En Oaxaca, Gabino Cué Monteagudo (también ex militante del PRI) fue electo gobernador en su segundo intento, ya que en 2004 había sucumbido ante el priísta Ulises Ruiz Ortiz. Gabino ganó con el respaldo de la alianza PAN-PRD y su gobierno fue señalado varias ocasiones por el enriquecimiento de varios de sus colaboradores y el desastroso y desaseado manejo de las finanzas públicas. Los príistas recuperaron la plaza en la siguiente elección.
Pero son los priístas los que más se han significado por abusos cometidos en sus gobiernos que, en consecuencia, han afectado a los candidatos de este partido en los siguientes comicios.
Rodrigo Medina de la Cruz se encuentra sujeto a investigación, después de dejar el gobierno de Nuevo León, donde hoy lo hace el independiente Jaime Rodríguez Calderón, el ya no tan popular “Bronco”. Las acusaciones sobre la supuesta acumulación de fortuna por parte de Medina de la Cruz y su familia, así como los abusos de poder, hicieron mella en las aspiraciones del candidato del PRI (Ivonne Álvarez), quien perdió abrumadoramente.
En Veracruz, el ex gobernador Javier Duarte de Ochoa se encuentra prófugo de la justicia, mientras las denuncias sobre malversación de fondos públicos, corrupción, abusos y enriquecimiento ilícito e acumulan. El resultado que el también ex priísta, Miguel Ángel Yunes Linares ganó inobjetablemente los comicios.
En Quintana Roo, Carlos Joaquín González, también ex priísta ganó las votaciones, mediante una alianza PAN-PRD.
En Chihuahua, el priísta César Duarte Jáquez, fue señalado una y otra vez por acumular una considerable fortuna, incluida la participación en un banco, por lo que la ciudadanía optó por darle la victoria al panista Javier Corral Jurado, quien doce años antes había perdido los comicios.
Durango tuvo un mal manejo de las finanzas y denuncias de corrupción sobre la gestión del priista Jorge Herrera Caldera y el proceso electoral fue ganado por el ex priísta José Rosas Aispuro.
Fausto Vallejo Figueroa, priísta, está considerado como uno de los peores gobernantes de Michoacán y su hijo estuvo señalado por supuestos nexos con los grupos delincuenciales y la elección la ganó el perredista Silvano Aureoles Conejo.
Lo curioso de esto es que a los electores no les importa quién es el candidato del partido opositor al gobernante para respaldarlo. En Veracruz, Chihuahua, Durango, Guerrero y Michoacán los actuales gobernadores ya habían competido y perdido y en Oaxaca, Gabino Cué también ganó en su segunda oportunidad.