Más promesas contra la inseguridad y violencia
Ramón Zurita Sahagún jueves 2, Mar 2017De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
¿Será cierto que los delincuentes que actúan en Veracruz se encuentran plenamente identificados, así como los motivos que los mueven y sus lugares de operación?
Cuando menos eso es lo que dice el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien fue al sitio de origen del delincuente más buscado del estado para afirmarlo.
Claro que esos delincuentes no son Javier Duarte de Ochoa y sus secuaces que le ayudaron a dejar en el quebranto económico las finanzas estatales, sino los que ocasionan decenas de muertes en la entidad desde hace cuando menos 10 años.
La violencia e inseguridad en Veracruz no fue privativa en la administración del hoy prófugo Javier Duarte, ya que los primeros tres meses de la administración de Miguel Ángel Yunes Linares traen consigo resultados similares.
Eso sí, el lenguaje usado por el gobernante veracruzano no es distinto al de sus colegas o hasta al del propio Duarte de Ochoa, ya que Yunes Linares considera que los crímenes en Veracruz se deben a que los delincuentes se están matando entre ellos.
Lo mismo afirman los gobernantes de otras entidades del país, cuando la violencia los rebasa, lo que es cotidiano, mientras que la Ley de Seguridad Interior sigue esperando la buena voluntad de los diputados.
El secretario de Gobernación, Osorio Chong, trae una agenda apretada con el tema de la inseguridad y combate a la violencia, pero es cierto que militares (Ejército y Marina) así como los federales no pueden estar a la disposición de los gobernantes, para acudir en auxilio de éstos cuando lo demanden.
Todos tienen tareas qué cumplir y hasta el momento, los gobernantes prefieren hacer caso omiso a sus responsabilidades y solicitar el auxilio de la federación para resolver sus asuntos de inseguridad y violencia.
Cuando el gobierno federal decidió involucrar a las fuerzas armadas en las tareas de seguridad, lo hizo por los temas de delincuencia organizada, vinculada, principalmente, a los cárteles de la droga.
Hoy, los militares combaten todo tipo de delitos y pasan largo tiempo en las entidades con mayor inseguridad, donde logran apaciguar, hasta cierto punto, el tema de la inseguridad, pero cuando se retiran renace la violencia y hasta se exacerba.
Esa colaboración por parte de la federación hizo que los gobernantes se convirtieran en comodinos que exigen el respaldo del centro cuando ellos no hacen nada por frenar la violencia y la inseguridad.
Nada o poco, cuando mucho, cambia en ninguno de los estados con gran concentración criminal, sin importar el color de las administraciones.
La aparición de los 11 cadáveres en una camioneta en Boca del Río, Veracruz, es similar a la que llevaba 35 cuerpos y fue abandonada en 2011 en el mismo municipio.
En aquel entonces el alcalde era el priísta Salvador Manzur, hoy lo es el panista Miguel Ángel Yunes, hijo del gobernador del estado.
Javier Duarte, gobernador en 2011, señaló “los criminales irremediablemente tienen siempre un final trágico, o van a la prisión o pagan con su vida haberse ido por el camino del crimen“.
“Este hecho (los 35 muertos) confirma esta triste realidad, los que eligen mal terminan mal, al final el crimen paga mal“.
Yunes Linares dice que los cuerpos abandonados (11) son el resultado de una guerra entre bandas.
La llegada de la Gendarmería a Veracruz puede ser un paliativo, pero los grupos delincuenciales trabajan en zonas sumamente focalizadas que van del norte al sur, pasando por ayuntamientos del centro del estado y la labor a realizar será extenuante.
Tan solo en Veracruz, según datos del gobernador Yunes Linares, en cuestión de homicidios la cifra se incrementó un 122 por ciento, tan solo el año pasado.
Pero también otros rubros crecieron en grandes proporciones, como son el robo a casa-habitación, el robo de vehículos, negocios y a transeúntes.
Sin embargo, no es Veracruz el único estado en que la criminalidad se mantiene en altos niveles, con todo y el cambio de siglas en la administración estatal.
Pareciera ser que los índices de criminalidad se disparan en aquellas regiones en que su presencia es manifiesta, ya que los grupos delincuenciales desean dejar en claro sus actividades y sus zonas de operación.
Sinaloa era gobernado hasta el 31 de diciembre por un gobernador surgido de una alianza entre PAN y PRD y ahora lo hace uno de extracción priísta y el baño de sangre es manifiesto, especialmente en el sur del estado, lo que resulta paradójico, ya que el área de mayor influencia del crimen organizado es el norte, donde operan, principalmente, los cárteles de la droga.
Michoacán, era gobernado por el PRI y hoy lo hace un mandatario surgido del PRD, el que busca la candidatura presidencial de su partido, mientras la entidad se debate entre la inseguridad y la violencia, es cierto que se eliminó a algunos de los jefes de los principales grupos delincuenciales y otros más se encuentran prisión, pero la operación sigue viento en popa.
Guerrero estuvo administrado en dos gobiernos sucesivos por perredistas y hoy lo hace un priísta, en medio de violencia e inseguridad, la que retornó a muchos puntos del estado.
Nuevo León tiene un gobernador independiente de militancia partidista, el que solamente ha servido de testigo de los horrores sucedidos en la principal cárcel del estado.
Como esas entidades, otras más se encuentra bajo el asedio de la delincuencia, mientras los legisladores esperan el momento oportuno para aprobar una ley que no servirá para erradicar la violencia y la inseguridad, pero sí para fijar normas.