Trasplantes cocleares para quienes oyen poco
Elsa Rodríguez Osorio, Salud miércoles 1, Mar 2017Cápsulas de la salud
Elsa Rodríguez Osorio
- Mayor la sobrevida de menores con cáncer
Al principio se recomendaba los trasplantes cocleares sólo a las personas que habían perdido la audición por completo. Sin embargo, investigaciones demostraron que los implantes cocleares pueden servir para las personas que todavía escuchan un poco, en especial a quienes tienen dificultad en entender lo que se dice en situaciones cotidianas pese a los audífonos. El oído se divide en tres áreas: oído externo, oído medio y oído interno.
Las ondas de sonido atraviesan el oído externo y producen vibraciones en el tímpano que, junto con los tres huesecillos del oído medio, transmite esas vibraciones para que lleguen al oído interno. Dentro del oído interno, las vibraciones pasan por el líquido de una estructura semejante al caparazón de un caracol, conocida como cóclea.
Los nervios de la cóclea contienen miles de cilios (vellos diminutos) que ayudan a traducir las vibraciones sonoras en señales eléctricas que se envían al cerebro a través del nervio auditivo. Las vibraciones producidas por los distintos sonidos afectan de forma diferente a los cilios, lo que hace que las células nerviosas envíen señales distintas al cerebro y que se pueda distinguir entre uno y otro sonido.
El Dr. Matthew Carlson, otorrinolaringólogo de Mayo Clinic, “afirma que en la mayoría de las personas con pérdida auditiva, los cilios de la cóclea están dañados o ausentes, por lo general debido a la edad, a la exposición a ruidos o genéticos por lo que las señales eléctricas no se transmiten bien al cerebro y se pierde la audición.
El implante coclear obvia los cilios que ya no funcionan y permite al cerebro percibir los sonidos nuevamente”. El implante se compone de dos piezas: un procesador externo que encaja dentro de la oreja y un receptor interno que se coloca debajo de la piel detrás de la oreja. El procesador captura y procesa las señales sonoras y luego las envía al receptor que, a su vez, manda las señales a unos diminutos electrodos colocados directamente en la cóclea durante la implantación del dispositivo.
El nervio auditivo recibe esas señales y las dirige al cerebro, donde se interpretan como sonidos. La colocación del implante coclear requiere de un procedimiento quirúrgico ambulatorio y corto, en el que se hace una incisión detrás de la oreja para introducir el dispositivo. Por lo general, la cirugía ocasiona pocas molestias
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La sobrevida de los menores con cáncer que requieren cirugía ha pasado de 86.6% al 100% en el Hospital Infantil de México Federico Gómez, gracias a una mejora en la estrategia inter-operatoria por una técnica denominada “enfriamiento local”, informó el jefe de Servicio de Cirugía Oncológica del doctor Pablo Lezama del Valle, y los resultados obtenidos no podrían explicarse sin la constitución del equipo multidisplinario que tiene la institución (oncólogos pediatras, cirujanos oncólogos pediatras, radio-oncólogos, imagenólogos, patólogos, psicólogos y trabajadores sociales, entre otros).
Por su parte, el doctor Luis Enrique Juárez Villegas, jefe del Departamento de Hemato-Oncología, indicó que el hospital recibe entre 300 y 320 niños nuevos con cáncer por año, “además de las consultas diarias del servicio de oncología, donde se realizan entre 600 y 700 consultas”. Lezama recordó que las neoplasias o tumores malignos tenían una baja tasa de sobrevida en la década de los 50.
Luego, en los 70, se empezó a utilizar la quimioterapia y se observó un alza. Dentro de las neoplasias más frecuentes son la leucemia, luego a los tumores del sistema nervioso central, después los retinoblastomas, tumores renales y neuroblastomas.
El tumor de Wilms es el tumor abdominal sólido más común en la infancia, ocupa el 6% de las neoplasias (o cánceres malignos) en pediatría y en el instituto se reciben entre 12 y 15 casos por año. Conscientes de la demanda y teniendo como objetivo mejorar la práctica de la cirugía oncológica, Lezama explicó que el HIMFG ha implementado un Curso Universitario de Especialización en Cirugía Oncopediátrica.
Para confirmar que los egresados están certificados, colaboran el Instituto de Philadelphia, en Pennsylvania, EU, así como de la Universidad Británica Keele.
El médico de primer contacto no conoce la enfermedad y se le dificulta sospecharla cuando revisa a un niño con cáncer.
En este sentido el HIMFG se ha enfocado en cursos de detección oportuna para médicos de primer contacto. Una de las mayores complicaciones para el médico de primer contacto es integrar los síntomas de un niño con cáncer pues son comunes: fiebre, dolor de huesos y moretones.