¿De qué fuero goza el Peje?
Roberto Vizcaíno martes 28, Feb 2017Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
Sé que para algunos Andrés Manuel López Obrador es intocable. Peor que jarrito de Tlaquepaque.
Pero resulta que el tabasqueño es sólo un político más con aspiraciones a Presidente de la República. Uno que ya perdió 2 veces y va por la tercera donde, como dice el Filósofo de Güemes, si no gana, pues pierde.
En cualquier caso, Andrés Manuel López Obrador debe ajustarse a las normas vigentes y someterse al escrutinio y procedimientos de las instituciones.
Con mayor razón si apunta a ser el ganador en 2018.
Personaje de profundas contradicciones, el tabasqueño es constantemente señalado como un corrupto más de este México nuestro.
Él afirma una y otra vez que eso no es cierto.
Y constantemente acude a retos como el de que si le prueban algo se va a su rancho chiapaneco “La Chingada”.
O renuncia a continuar con la ambición de su vida: ser Presidente de México.
En fin…
Pero para muchos AMLO es como los patos: camina como pato, grazna como pato y parece pato.
Y para confirmarlo están las historias de alta e inocultable corrupción que corren justo a su lado y en las que se enlodan sus más fieles colaboradores. Las más antiguas datan de su liderazgo tabasqueño cuando asaltaba instalaciones petroleras y realizaba caminatas hacia el entonces DF.
Pero de las más conocidas está sin duda la del muy publicitado caso de los moches maleteros que le daba el constructor Carlos Ahumada a través de René Bejarano, quien desde entonces y para su historia se ganó el mote de “El Señor de las Ligas”.
Bejarano era su secretario particular y operador político, y luego coordinador de los perredistas en la Asamblea Legislativa. El más cercano de sus colaboradores.
Todo y ahora parece como es método clásico en el entorno de un político como López Obrador: el más cercano es quien recoge la mochada pal jefe.
Hoy mismo pasa eso con Ricardo Monreal, delegado de la Cuauhtémoc, a quien le encontraron que da contratos directos por muchos millones de pesos a amigos de su hija.
Ricardo es del primer círculo de AMLO.
Miguel Ángel Yunes, gobernador de Veracruz (y a quien ciertamente le han documentado posesiones y transas multimillonarias) afirma que su antecesor, el gobernador priísta Javier Duarte, le dio a dirigentes de Morena en Veracruz 2.5 millones de pesos mensuales, durante más de un año.
Eso con el obvio consentimiento de AMLO. El tabasqueño lo niega. Y como en otras ocasiones, acusa a sus denunciantes de “compló”.
El moche es difícil de probar. Duarte ya no es gobernador. Perseguido por la PGR debido a sus propias corruptelas, nadie sabe dónde está. Y cuando aparezca y sea detenido, pues su palabra valdrá lo mismo que el aire. Nada. Y como se supone no hay ni recibos ni contratos firmados, pues el caso es humo.
A menos que aparezca por ahí un video como el de Ahumada y Bejarano.
Él continuará negando el moche de Duarte. Como Bejarano antes, ahora se quemará e irá a la cárcel otro de sus colaboradores.
Y así hay otros muchos casos de sus inocultables corrupciones, como ocurre con la asociación civil Honestidad Valiente, a través de la cual recababa muchos millones de pesos y de la cual no pagó impuestos durante 5 años.
O la revelación hecha hacia finales de 2014 por el director jurídico de Morena, Jesús González Schmal, respecto del punto estatutario de Morena que obliga a todos aquellos militantes que logren obtener un cargo público por este partido, “a renunciar al 50 por ciento de su sueldo para entregarlo al sostenimiento del ex candidato presidencial”.
Así de claro.
El 24 de mayo de 2012, en plena etapa final de la campaña presidencial de 2012, con su representación, el cineasta Luis Mandoki; su “secretario” de Energía, Adolfo Hellmund, y su asesor político Luis Costa Bonino, durante una cena les pidieron a un grupo de importantes empresarios 6 millones de dólares para poder terminar exitosamente su campaña.
Por supuesto que se comprometieron que, una vez con AMLO en la silla mayor, habría toda clase de prebendas y negocios para ellos.
Son apenas una muestra de los muchos casos de corrupción que han operado bajo su liderazgo y posibilidad de alcanzar la Presidencia.
Suficientes como para que, de haberlos cometido otro personaje, se le hubiera echado a andar una investigación integral a fondo.
Mientras esta investigación no ocurra, AMLO es un corrupto más en México. Tanto como los que él critica. Como el pato.
BARBOSA SE LE SUMA
La máxima dice que quien traiciona una vez, traiciona siempre.
Esa se le puede aplicar sin duda alguna al senador poblano Miguel Barbosa, quien ayer convocó a rueda de prensa para anunciar que dejaba atrás al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, en su búsqueda de la Presidencia de la República, para sumarse a las ambiciones de Andrés Manuel López Obrador.
No es extraño que cambie de “chaqueta”, pues ya antes abandonó a la corriente perredista de Nueva Izquierda, conocida coloquialmente como “Los Chuchos”, a pesar de que por ellos es senador y coordinador de los senadores del PRD.
La mínima moral y ética personal y política le exigían no sólo cambiar de apoyo a esos candidatos, sino renunciar a la coordinación de los senadores del PRD y al partido, porque su cambio de “chaqueta” electoral viola los estatutos perredistas al pasar a promover al candidato de otro partido.
Pero Barbosa simplemente muestra lo que es al indicar que: “Yo he tomado la decisión de apoyar a Andrés Manuel López Obrador rumbo al 2018. Esa es una decisión que ya tomé y no estoy pensando en incorporarme a Morena, pero yo la posición que tengo es llamar al PRD a que defina, rumbo al 2018, su apoyo a López Obrador”.
Es decir, asume públicamente el papel de esquirol electoral dentro del PRD.
rvizcainoa@gmail.com
www.endirecto.com.mx
@_RVizcaino
facebook.com/rvizcainoa