Derecho de piso
Francisco Rodríguez miércoles 20, Oct 2010Índice político
Francisco Rodríguez
PEQUEÑOS Y MEDIANOS negocios cierran sus puertas. Sus cada vez más exiguas ventas no les alcanzan para pagar las extorsiones que, a cambio de “seguridad”, les ofertan las organizaciones delincuenciales. Sucede en prácticamente todo el territorio nacional, pero en las áreas circunvecinas al Distrito Federal el delito alcanza proporciones escandalosas: Chalco o Cuautitlán Izcalli, Naucalpan o Chimalhuacán, por toda la geografía del país proliferan las bandas que exigen dinero a cambio de no incendiar el comercio o la fábrica, para no secuestrar y matar a alguno de los familiares de las víctimas de su chantaje.
Grupos musicales, cantantes, actores… el mundillo de la farándula acusa ser víctima de los extorsionadores, quienes a cambio de no armar alborotos o hasta mortales zacapelas durante los espectáculos exigen a los artistas y a los empresarios “la mitad de la taquilla”. Muchos son ya quienes, de plano, cancelan sus presentaciones públicas. No sólo por no pagar, más importante aún, para evitar que su público pague las consecuencias.
Vía telefónica también se da el chantaje. Y pese a estar advertidos, son muchos quienes aún pagan o hacen depósitos con la esperanza de que no sean ciertas las especies de que alguno de sus familiares corre peligro, caso dado de que no se pague la exigencia.
El colmo es ya el chantaje a las escuelas, e incluso pequeñas clínicas y hospitales privados. Sus socios propietarios también son puestos en la disyuntiva de entregar mensualmente determinadas cantidades de numerario a cambio de preservar la seguridad de sus educandos, pacientes y familiares.
Las iglesias no se cuecen aparte. Hay denuncias documentadas de sacerdotes, ministros, pastores en las que se da cuenta de cómo también hasta esos recintos llega la extorsión.
México es, hoy por hoy, el país donde más ejecuciones se dan -30 mil- según cifras oficiales, sin que las “autoridades” consigan siquiera neutralizar sus nocivos efectos.
Hoy por hoy muchos mexicanos trabajan para dedicar buena parte de sus ingresos al pago de extorsiones. Aún las que acometen los propios policías -y todo tipo de burócratas-, sean éstos federales, estatales o aún los municipales al borde de la extinción.
Y en esto de la extorsión, hasta los chimuelos políticos mastican tuercas. Anuncian los diputados priístas, por ejemplo, su intención de modificar el presupuesto de ingresos para el próximo periodo fiscal reduciendo un punto porcentual el IVA, y desde la fallida administración federal se extorsiona a los gobernadores. Lo que por tal posible medida se deje de recaudar será deducido de las participaciones a las entidades. Funciona el chantaje y ahora mismo los legisladores titubean ante la disyuntiva. ¿Bajan el IVA o lo dejan tal cual?
Y es extorsión, porque son muchísimos los beneficios que reciben el Presidente y sus dizque colaboradores y que son susceptibles de recortar. Para empezar, ¿qué le parece el “bono por riesgo” que el ocupante de Los Pinos y medio gabinete perciben mensualmente ante el clima de inseguridad alentado y no frenado por ellos mismos?
Un nuevo bono que consiste en ¡el 30 por ciento! de su percepción salarial. Poco más de 30 mil pesos, pues, que se echan a la bolsa cada 30 días los muy preocupados ¿y ocupados? panistas que dicen velar por nuestra seguridad.
¿Será que también a ellos los extorsiona la delincuencia? ¿Tiene que entregar Calderón esos dineros a quienes tocan la puerta de Los Pinos exigiendo esas cantidades a cambio de no incendiar la residencia oficial?
Mientras, el país es el que sí se incendia…