Los mexicanos abandonados
¬ Augusto Corro martes 14, Feb 2017Punto por punto
Augusto Corro
La complicadísima problemática migratoria que vive México frente a Estados Unidos empezó a incubarse hace muchos años y quienes lo advirtieron dejaron, por imposibilidad, ineptitud o impotencia, que creciera y verla como algo normal.
Fueron los factores y externos los que influyeron para hacer de la emigración al vecino país una actividad que se repetiría a través de generaciones de paisanos. En algunos pueblos es una tradición y en otros una meta obligada.
Por ejemplo, la gente en los ranchos o en las ciudades pequeñas sólo esperaba llegar a la edad adecuada para irse a buscar el “sueño americano” en EU. En esos sitios contaban con la estructura apropiada para concretar sus fines de braceros o espaldas mojadas, como se les llamaba.
En esos lugares todo mundo se conoce y es fácil identificar al “coyote” el sujeto que por determinada cantidad de dinero se compromete a cruzarlos el río Bravo o cualquier otra parte de la frontera para llevarlos a la “Tierra Prometida”.
Al principio fue la necesidad de conseguir dinero por parte de los mexicanos, la gran mayoría campesinos que no tenían los suficientes recursos para mantener a sus familias, que eran afectadas por los daños de derivados de la naturaleza como los huracanes o las sequías.
En los últimos años, la espiral de violencia que se viven en algunas entidades fue definitiva para que los mexicanos emigraran. De esta manera se incrementó el número de paisanos que buscaron en el vecino país la protección de la ley, como refugiados. Seguramente la cifra de estas personas es mayúscula.
En el presente, el número de indocumentados mexicanos en EU es alrededor de 11 millones. La promesa deshumanizada del troglodita Donald Trump es deportar, de inicio, 3 millones de paisanos criminales. En el vecino país, un criminal es aquel que comete desde delitos insignificantes hasta un asesinato. No hay distinción para distinguir el tamaño de la responsabilidad.
De ese número de mexicanos que dejaron su lugar de origen no todos se llevaron a sus familias. En las rancherías, pueblos y ciudades se quedaron la esposa y los hijos. La falta del jefe de familia provocó el relajamiento de la disciplina y sus consecuencias lógicas. Los jóvenes crecieron sin autoridad, en no pocos casos cayeron en las garras de los vicios o de la delincuencia. Ni siquiera tenían el interés de estudiar, pues veían como la salida ideal a sus problemas el emigrar al vecino país para seguir al padre, amigo, etc.
Llegó el tiempo en que las familias enteras decidieron desplazarse al vecino país y ahora el problema migratorio es más complejo, pues los deportados, víctimas de la persecución hitleriana, ni siquiera tienen la oportunidad de avisar a su familia que están ya en avión rumbo a su patria.
La crónica de la migración empezó, pues, hace muchos, años, con la complicidad e ineptitud de los gobiernos priístas o panistas. Los gobernantes se hicieron de la vista gorda y dejaron abandonado el campo, las industrias, etc. Se acostumbraron a ver como algo normal el fenómeno social migratorio y su incontrolable crecimiento.
En el presente, los políticos montados en la demagogia pretenden brindar ayuda a los indocumentados amenazados con la deportación, para evitar que se cometan injusticias. Es lo menos que pueden hacer a favor de aquellos mexicanos abandonados a su suerte por muchos años. Ahora vemos, que, de acuerdo a sus intereses personales o de partido, los líderes como Enrique Ochoa Reza, del PRI, Ricardo Anaya, del PAN y Manuel López Obrador, de Morena, fueron a EU a hacer una presencia tardía, oportunista y convenenciera.
Nada resolverán. Donald Trump ya demostró que odia a los mexicanos y que sus acciones son aplaudidas y aprobadas por sus electores, que ven a un hombre cumplidor de lo que les prometió, sin tomar el cuenta el daño que le provoca a México.
La historia de la infamia no terminará pronto y serán los propios migrantes quienes deberán demostrar con acciones de unidad el repudio a las órdenes de Trump, en un país cuya mano de obra es importantísima.
A partir de ayer en algunas ciudades estadounidenses se empezó a protestar con “El Día sin Latinos, Inmigrantes y Refugiados”, promovido por asociaciones de inmigrantes inconformes con las medidas del troglodita. Se trata de protestas con paros y huelgas que culminarán el próximo1 de mayo “Día del Trabajo”, con una movilización nacional. ¿Usted qué opina amable lector?