La Constitución, obsoleta
Alberto Vieyra G. miércoles 8, Feb 2017De pe a pa
Alberto Vieyra G.
La Constitución de 1917, que abrazó preceptos torales de la de 1857, en un siglo de vida ha sido sometida a más de 650 reformas que la convierten en un texto parchado, tachado e ignorado por los tres poderes de la nación: ejecutivo, legislativo y judicial.
A partir de 1980, del siglo pasado, la Ley de leyes que promulgó Venustiano Carranza en el Teatro Iturbide de Querétaro ante los 170 diputados constituyentes, intelectuales y de las facciones revolucionarias carrancista y obregonista, ha sido sometida a los feroces apetitos del imperio capitalista del mal, que acabaría con una Constitución que consagraba prácticamente todos los derechos y obligaciones de los mexicanos y extranjeros, pero sobre todo, puso fin al estado social surgido de la Revolución Mexicana.
De una Constitución que consagraba un estado social, el binomio empresarios y políticos la convirtieron en un estado capitalista que solo beneficia a las facciones oligárquicas poderosas de México. Así las cosas, aquél texto liberal de lo más avanzado del mundo, se convertiría en una Constitución obsoleta.
La Centenaria Constitución fue en 1917 un documento avanzado, sin precedente en el mundo, que suprimió la reelección, aunque Álvaro Obregón la reintentó en 1928, no vivió para contarlo; también incorporó diversos derechos sociales y políticos, instituyó el municipio libre y la educación laica, gratuita y obligatoria, estableció tres formas de tenencia de la tierra: privada, ejidal y comunal, definió la soberanía nacional sobre el territorio y sus recursos y creó un marco de derecho laboral con jornada de trabajo máxima de ocho horas, entre otras reivindicaciones.
La Constitución de Querétaro daría lugar al nacimiento del México de las instituciones, que ponía fin al México Bárbaro y del caos.
Los gobernantes tecnofondomonetaristas se encargarían de traicionar los principios revolucionarios: libertad, democracia y justicia social. Priistas y panistas se echarían en brazos de la bestia del imperio capitalista del mal, conformando un binomio muy ponzoñoso contra el pueblo de México.
Tan solo Carlos Salinas de Gortari sometería a la Constitución a 118 reformas, la mayoría de ellas para entregar los recursos naturales a la corporatocracia de México y el extranjero. Le siguen Ernesto Cedillo con 108 enmiendas, Miguel de la Madrid con más de 80, Vicente Fox con más de 40, el borrachín Felipe Calderón con más de 30 y Enrique Peña Nieto con más de 20, entre ellas, la reforma al 27 constitucional para entregar el petróleo a los buitres del oro negro.
Es pues, la Constitución de 1917, una ley obsoleta. Por ejemplo, el Poder Judicial de la federación, la interpreta a su antojo y cuando se trata de aplicar tratados internacionales como los de Tokio, los juzgadores se la pasan por el arco del triunfo.
Es urgente llevar a cabo un debate nacional para estructurar una nueva constitución que de cohesión a la sociedad mexicana.
¿O esperamos otro movimiento armado como el de 1910 para darle a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César? ¿Es saludable para la república seguir añadiendo parches, tachones o seguirla ignorando? ¿Están dadas las condiciones para convocar a un nuevo constituyente antes de que truene el cuete?
Es urgente que la partidocracia que ha hecho trizas la carta magna, los intelectuales, juristas, y la sociedad en general se pongan de acuerdo en un debate nacional para poner fin a un siglo de una Constitución parchada, tachada e ignorada.
Es urgente evitar el surgimiento del México Bronco. La salud de la República merece hasta una misa.