El capo iría a una de las prisiones Supermax
Seguridad viernes 20, Ene 2017- Les temen hasta los criminales más peligrosos
A las prisiones Supermax de Estados Unidos, como a la que sería trasladado Joaquín Guzmán Loera, les temen hasta los criminales más peligrosos y amenazantes.
En estos centros el delincuente es recluido en una celda solo, en la que pasa al menos 22 horas del día encerrado, sin tener contacto con nadie y en la que es monitoreado y videograbado todo el tiempo y castigado cuando hace algo fuera de lo permitido.
A estas prisiones son trasladados los asesinos seriales, terroristas, narcotraficantes o los delincuentes que representen cualquier tipo de amenaza para otros presos, su vida o el orden de las cárceles comunes de Estados Unidos.
En 1999 eran 30 los estados estadunidenses que contaban al menos con una cárcel de este tipo para sus internos más amenazantes. En 2014, Amnistía Internacional reportó que eran más de 40 los estados con estas cárceles en las que hay 25 mil presos.
La mayoría de los reclusos de las prisiones Supermax permanecen en ellas por largos periodos de tiempo o de manera indefinida; los directores y autoridades carcelarias pueden tratar y castigar a los internos a su antojo, pues prácticamente no tienen revisiones externas; los reclusos tienen mínima comunicación con el exterior y son sometidos a periodos largos de tiempo en solitario; prácticamente están ajenos a cualquier actividad recreativa, de educación o rehabilitación de adicciones que por lo general se proporcionan en prisiones convencionales.
La mayoría de estas prisiones son estatales, pero el gobierno federal opera una prisión Supermax en el estado de Colorado, “The United States Penitentiary, Administrative Maximum (ADX)” con capacidad para 490 presos, quienes están recluidos en celdas por separado de 22 a 24 horas diarias.
De acuerdo con el reporte “Aislamiento en el Sistema Penitenciario Federal de Estados Unidos”, de Amnistía Internacional (AI), “las celdas en esa prisión Supermax tienen paredes sólidas que impiden cualquier comunicación o interacción con otros presos, además de una puerta corrediza al interior de la celda y una puerta sólida hacia el exterior. Comen todos los alimentos en la celda, se bañan y van al baño en la misma celda para evitar que tengan que salir de la misma. Las visitas de los funcionarios de la prisión, incluyendo controles de rutina por parte del personal médico y de salud mental se realizan sin cruzar la puerta de la celda y las consultas médicas y psiquiátricas a veces se llevan a cabo de forma remota a través de teleconferencias”.
En esta prisión “todas las visitas exteriores son sin contacto con los presos, pues están separados de sus visitantes por una pantalla de cristal. A los prisioneros en ADX se les permite salir de la celda para hacer ejercicio un máximo de diez horas a la semana”.
Se permite el uso de la fuerza
De acuerdo con el documento “Prisiones: análisis y consideraciones generales”, publicado en 1999 por el entonces director del Instituto Nacional estadunidense de Correccionales, Morris L. Thigpen, la existencia por sí misma de este tipo de prisión logra que otros presos en cárceles convencionales cumplan con las medidas de comportamiento requeridas, por el temor a ser trasladados a alguno de los centros de máxima seguridad.
Tanto las puertas de la celda como las de los baños, el agua y la luz se operan de manera remota y el contacto con otras personas se limita a inspecciones médicas o de manera visual durante los rondines del personal de seguridad. La mayoría de la comunicación con el interno se da a través de sistemas de interfón, cámaras o bocinas.
Cuando les corresponde salir al aire libre, salen esposados o encadenados y siempre escoltados por al menos dos agentes de seguridad.
Algunos guardias portan armas de fuego y gases o armas no letales para estar preparados en caso de requerir controlar físicamente a los reclusos.