Definiciones
Roberto Vizcaíno viernes 13, Ene 2017Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
El momento exige definiciones. No hay más.
Mire Usted, ¿para qué le damos más vueltas?…
Si algunos en este país tenían esperanzas, dudas, incredulidad respecto a qué haría en realidad Donald Trump al llegar a la Casa Blanca, recibieron un baño de agua fría, helada, luego de la conferencia de prensa de anteayer.
Trump dedicó todos los temas para atacar y amenazar a México.
Y no sólo eso, ahí mostró una vez más su talante autoritario, intolerante, arrogante.
Respondió sólo lo que quiso, aceptó preguntas sólo de unos cuantos, calló a otros, fue sumamente agresivo contra los de CNN y le gritó repetidamente que era mentiroso a uno más a quien señaló amenazadoramente con su índice.
Cuatro fueron los temas centrales de esa conferencia.
Todos contra México y los mexicanos:
El muro va, y lo paga México.
El TLC no tiene futuro. Está muerto.
Las deportaciones comienzan de inmediato.
No más inversiones en México… y las que ya operan aquí, tendrán que regresar a EU.
“Los amo… pero van a tener que pagar el muro”, dijo burlón.
“Los mexicanos han abusado de EU”, denunció.
¿Alguien quiere esperar más?
Donald Trump toma posesión dentro de una semana. Justo el viernes 20 de este enero. Pero la pesadilla que representa comenzó mucho antes.
No es ningún consuelo, pero esa pesadilla ya la comienzan a vivir también dentro de EU. Anteayer su mayoría republicana en el Congreso inició el procedimiento para anular y desechar el llamado ObamaCare.
Con ello echarían a la basura la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, que en inglés se llama: Patient Protection and Affordable Care Act, o PPACA.
Un complejo esquema de restricciones, subsidios y normas destinadas a proteger la salud de los más desprotegidos -unos 30 millones-, que fue promulgado por Obama el 23 de marzo de 2010 y que por más que lo intentó, no fue aceptado totalmente por empresarios y gobiernos estatales.
¿QUÉ ESPERAMOS?
Literalmente tenemos a un oso grizzli, feroz, enorme, poderoso, con garras espeluznantes y las peores intenciones.
Hay que actuar. ¡Ya!
De entrada, hay que quitarnos de su camino, resguardarnos, proteger lo nuestro.
Por ello lo primero que hay que hacer es reconocer que el TLC está muerto. Ya lo mató Trump. No lo va a revivir ninguna negociación. No mientras Trump sea el que tenga que avalarlo con su firma.
Si ya no podremos tener el enorme mercado norteamericano que nos representaba ese tratado, pues vayamos a asociarnos con China, Rusia, Japón, las naciones orientales, el mercado del Pacífico.
Vámonos igual a Centroamérica y al sur del continente.
Potenciemos más nuestro mercado interno.
De igual manera dejemos de caer una y otra vez en lo del pago del muro.
Claro que Trump tiene razón. Los mexicanos lo vamos a pagar. Lo haremos a través del alza de servicios y aranceles.
Un pago mayor por la obtención de pasaportes, por la expedición de visas; en el aumento de aranceles en la compra de aguacates, jitomates, autos, y todo lo que les vendemos.
Se lo va a cobrar de las remesas que los indocumentados mexicanos envían quincenal, mensualmente a sus familiares en México.
A la mala. Igual que esos delincuentes que cobran derecho de piso, que extorsionan, que secuestran y amenazan con cortarle el dedo, la oreja, a tu hijo para que pagues la cuota.
Ese es el talante, la estructura moral y ética de Trump.
AMIGOS Y RICOS
Todo ello es apenas la punta del iceberg de lo que representa Trump.
La designación de sus colaboradores es la otra parte de lo que realmente es este empresario colocado por el voto estadounidense en la Presidencia de los EU.
Sus designaciones principales han recaído en una mezcla de multimillonarios, militares en retiro y utra derechistas reconocidos todos ellos encabezados por su yerno.
De esos el 85 por ciento son hombres blancos y por primera vez desde 1993, ninguno de los 4 principales departamentos (Estado, Defensa, Tesoro o Justicia), estará encabezado por una mujer, o por un miembro de algún grupo étnico minoritario.
De 16 cargos superiores designados, sólo 6 tienen antecedentes electorales. experiencia política, es decir, predomina la falta de experiencia política.
Otra característica del círculo de Trump es la ausencia de representantes de las minorías estadounidenses.
Ben Carson, que ocupará el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano, es el único afroamericano; Elaine Chao, que estará en Transporte y Nikki Haley, que irá como embajadora ante la ONU, son las únicas asiáticas.
Rex Tillerson, amigo personal de Vladimir Putin, y que ha dirigido durante la última década el poderoso consorcio Exxon Mobil, será el secretario de Estado.
Steven Mnuchin, un inversionista y ex ejecutivo de Goldman Sachs, va al Departamento del Tesoro.
Wilbur Ross, reconocido como el “rey de la bancarrota”, será el secretario de Comercio y el encargado de enterrar el TLC.
Andrew Puzder, secretario del Trabajo, proviene del área de la comida rápida.
James Mattis y John Kelly, dos reconocidos generales del área ultra, irán, el primero a Defensa y el segundo a Seguridad Interior.
La dupla se complementa con otro general retirado, Michael Flynn, que será el asesor de Seguridad Nacional de Trump.
Quienes saben de esto, advierten que el grupo de generales representa el regreso de los ultra-halcones, esos que inician una guerra por el menor motivo o sospecha.
¿Qué indican estos nombramientos? Haberse enfrentado a Trump en el pasado no es algo que necesariamente lleva al presidente electo a descartar a alguien, pero luego hace falta doblar las rodillas -como hicieron tanto Carson como Perry- para que el pasado quede realmente atrás.
El grupo se complementa con el resto de nombramientos en lo que se observa será un trabuco ultraderechista, cuya mayoría es antimexicano.
El presidente Enrique Peña Nieto tiene apenas una semana para tomar definiciones realmente sustanciales ante lo que representa todo lo anterior.
No tiene mucho para dónde hacerse. Y todo México va amarrado a él.
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